jueves, 27 de mayo de 2010

Rabia nos mantiene encerrados en un thriller psicológico

El director ecuatoriano Sebastián Cordero presenta su esperada tercera película, una coproducción entre España y Colombia que se ha rodado en el País Vasco


Cartel de la película Rabia
Cartel de la película Rabia
De Sebastián Cordero había visto su anterior película Crónicas, la cual tengo imborrable en mi recuerdo como una de las mejores, tanto por guión como por la interpretación de su protagonista, Damián Alcázar, que considero perfecta. Hace un mes, se presentó en el Festival de Málaga su nueva película. Rabia obtuvo un triunfo sonoro: Biznaga de oro a la mejor película, Biznaga de plata a la mejor fotografía para Enrique Chediak, Biznaga de plata al mejor actor de reparto para Àlex Brendemühl y una Mención Especial al actor Gustavo Sánchez Parra.

En la película hay un personaje sobrecogedor, el que más angustia produce porque es el que encierra a todos los demás. Se trata de la casa de la familia Torres cuya atmósfera lentamente va envolviendo al espectador con su claustrofobia. Para el rodaje se utilizó un caserón real que el equipo encontró en el municipio guipuzcoano de Bidegoian y que sus dueños utilizan solamente como casa veraniega permaneciendo el resto del año cerrado. Chavela Vargas no es un personaje en esta película, pero su música marca el tempo, su voz quebrada en Sombras explica toda el desgarro de la película, que se expresa a través de las miradas que los intérpretes entrecruzan para dejar entrever lo posible, lo deseable, lo perdido, lo nunca alcanzado, lo conseguido, lo abandonado, lo perdurable...

He empezado por lo etéreo, porque los otros personajes tangibles resultan difíciles de explicar; ninguno es plano sino que cada uno de ellos, bajo la piel, esconde una gran complejidad. Por ejemplo José María (Gustavo Sánchez Parra) el emigrante que ha llegado a España para que le traten mejor y que a la larga termina por convertirse en un fantasma dentro de la casa en la que se esconde, encerrado entre sus paredes. Su presencia se unifica con la atmósfera del caserón y con el paso de los días emprende una transformación que supone en la persona la misma degradación que sufre la casa. No lo había dicho aún, Rabia es un thriller psicológico que va mucho más allá del tema del rechazo al extranjero y de la xenofobia. Habla de un amor imposible entre un hombre y una mujer que comparten el mismo espacio pero que apenas si coinciden en la pantalla. José María se arrastra como una sombra y Rosa (Martina García), que no sabe nada de dónde se oculta, le va echando de menos. Hay una escena en la que Rosa duda sin llegar a descubrir. Su rostro cambia y en ese punto, tal vez, se plantee qué cambiarían las cosas si todo fuera diferente. Un instante como si de pronto interiorizara el mensaje de la canción de Chavela, asumiera el desgarro y caminase hacia delante, a un futuro merecido.

Gustavo Sánchez Parra y Martina García en una escena la película Rabia
Gustavo Sánchez Parra y Martina García en una escena la película Rabia
Rosa es una emigrante colombiana que sirve en la casa a la familia Torres, un variopinto muestrario de personajes al cual más singular y que vamos descubriendo poco a poco. El padre (Xabier Elorriaga) y la madre (Concha Velasco) viven de continuo. Son un matrimonio que envejece con acidez, sin ilusiones. Ella ha dejado el alcóhol, en realidad lo ha camuflado dentro de las infusiones pues entre ellos todo son medias verdades. La hija (Icíar Bollaín) está iniciando un proceso de separación y el hijo (Àlex Brendemühl) es un crápula egoísta vencido por sus pasiones y sin solución, que busca el dinero del padre a pesar del desprecio mutuo.

Con todos estos mimbres, Sebastián Cordero ha construido una película a fuego lento, donde cada detalle explica algo, donde pervive la angustia del que sabe que no tiene escapatoria. Rabia es ante todo una película de instintos que despierta un interés especial con el paso de su metraje porque absorbe al espectador y lo encierra dentro de su atmósfera. La claustrofobia aumenta con acierto hasta el punto de olvidarse el exterior y sentir una mirada sobre las espaldas que está observando siempre todo lo que ocurre, que va desvelando los secretos. Según avanza el largometraje, el director va desnudando el interior de los protagonistas lo que aporta que surjan nuevos temas. Cada uno de ellos puede resultar imprevisible a priori, pero al desarrollarse consigue narrar una historia trazada a la perfección y que conduce a un término determinado.

Si el guión es excelente, el elenco también. Y más aún la mano de Sebastián Cordero que se observa sobre los actores. Qué duda hay de su maestría para sacar de todos lo mejor. Destacar a Martina García que además de su cara angelical muestras grandes dotes dramáticos para sostener una angustia permanente. Sus lágrimas se convierten en dolor, su felicidad truncada en conformismo, su esperanza en senda por la que caminar despacio. Su rostro enamora en la pantalla y sin embargo se pone siempre al servicio de los demás, para que todos se luzcan en un hermosos trabajo para el equipo. Gustavo Sánchez Parra alberga en su cuerpo toda la tensión, la que unas veces explota y la que otras consume. Sus armas son sus ojos, engrandecidos por la delgadez, su caminar silencioso, su figura desvaneciéndose y una economía en los gestos que contiene la rabia. Dos grandísimas interpretaciones a las que acompañan Xabier Elorriaga, Concha Velasco, pero sobre todo y a pesar de que sus papeles son cortos, Àlex Brendemühl e Icíar Bollaín.

La fotografía es otro de los grandes aciertos ya que es la que se encarga de transmitir muchos de los sentimientos que aparecen. El plano final me resulta impactante, pues es como un halo de aire liberado que recorre la casa buscando una puerta por la que escapar. A fin de cuentas supone una liberación, y como espectador así lo sentí, de pronto vi que la tensión se iba evaporando mientras seguía el movimiento de la cámara. No es un plano sencillo de grabar, y el director comentó en su momento que había tardado varios días.

En la rueda de prensa los protagonistas explicaron la película. Faltaban Sebastián Cordero y Gustavo Sánchez Parra que no pudieron asistir por diferentes motivos. A Icíar Bollaín siempre le preguntan por lo contrario, si se trata de una película que dirige siempre hay alguien que le pide que haga una comparación como actriz. Ayer le preguntaban por su visión como directora. Fue muy clara: «Cuando me ofrecen un papel de actriz no lo pienso como directora». Habló de lo que se aprende, pues como directora sólo vas a tus rodajes, pero como actriz se va a muchos. De Cordero destacó lo pausado que era y de qué manera, con sutileza, va construyendo lo que busca, creando la atmósfera. Señaló que es una persona que conoce a la perfección hacia dónde va y hasta que no lo encuentra no para. Añadió el contraste que supone la familia española, que lo tiene todo pero que no tiene ganas de ir a ningún sitio, frente a la pareja emigrante que carece de todo y sin embargo tiene ganas de tanto. Destacó el buen cine que se está haciendo en Latinoamérica y que desafortunadamente no llega con fluidez a España.

Concha Velasco dijo que le impresionó mucho la primera vez que vio la película. Después fue nombrando a cada uno de sus compañeros para los que tuvo palabras muy amables. Destacó del director su buen gusto y sensibilidad para lograr llevar a cabo las escenas más tremendas con el pudor que lo hace.

El equipo de Rabia posando antes del pase de prensa
El equipo de Rabia posando antes de comenzar la rueda de prensa
Martina García se mostró encantada de poder interpretar un personaje tan maravilloso y con tantas posibilidades de búsqueda interna. Dijo sentirse como en un sueño por haber podido interpretar a Rosa en esta historia que la conquistó desde el primer segundo. Del rodaje comentó que había sido muy duro e intenso, con mucho desgaste y corazón de todo el equipo. «Me ha obligado a realizar una exploración muy profunda como actriz. Ha representado un reto como todos los que quiero enfrentar siempre en mi trabajo». La casa y lo pequeño del pueblo le ayudó mucho para construir su personaje, pues tiene una atmósfera claustrofóbica y angustiosa que en un estudio seguramente se hubiera perdido.

Xabier Elorriaga contó que el rodaje se había comenzado por el final de la película, el momento más duro, en el que el protagonista se encuentra débil y enfermo y a partir de aquí permitirle ir engordando poco a poco, en un proceso inverso al que aparece en Rabia. Destacó el trabajo tan creativo del director y la capacidad e imagen que ha logrado con Enrique Chediak.

Àlex Brendemühl habló del premio como actor recibido en Málaga, quiso compartirlo con todo el equipo, pues un galardón siempre es el fruto de un trabajo colectivo. Se sorprendió de haber participado en una coproducción en la que todo ha sumado, cuando lo habitual de estos intercambios es que se llevan a un terreno que no aportan nada nuevo. Se trata de un elenco muy variado y a la vez ecléctico, con interpretaciones llevadas al límite para buscar el dramatismo y que ha conseguido un mosaico de texturas muy fértil. Le ha parecido un acierto mezclar diferentes estilos, maneras de pensar y de sentir. La historia habla de la emigración, tema con el que parte, pero en general no hay rechazo ni xenofobia. Cuando la casa entra en escena se convierte en un thriller psicológico y va tocando muchos otros temas, pues en el fondo la película está llena de capas en su interior.

A modo de pequeño anecdotario: Rabia, al igual que Crónicas, ha sido producida por Guillermo del Toro. Esta es la primera de las películas en que Sebastián Cordero parte de una novela, en este caso la novela homónima del autor Sergio Bizzio, para preparar el guión. Para ello fue necesario trasladar la ambientación de Argentina al País Vasco.

1 comentario:

gfranco dijo...

Como no soy crítico de cine, soy poco dado a escribir de lo que no sé. Pero como tengo harta experiencia sobre inmigración desde el periodismo, esta vez he hecho una excepción. Se trata de la última película del director ecuatoriano Sebastián Cordero, una producción hispano-mexicana.

http://wp.me/pno4a-1Y

Saludos,
Gustavo Franco Cruz