martes, 25 de mayo de 2010

Escuchando como otros intepretan cuatro maneras de... para pensar las propias

Juan Diego Botto, Andrea Jeftanovic y Rodrigo Fresán comparten con el público cuatro maneras de hacer, ver y sentir


Martes 25 de mayo de 2010. Casa América. Madrid


Invitación de la conferencia
Invitación de la conferencia
La Casa América de Madrid organiza conferencias de muy diversos temas. De esta misma intención surge Temas un acrónimo que esconde en sus iniciales otras palabras como Tecnología, Educación, Medios, Artes y Sociedad. Temas es su apuesta e intención para crear un nuevo formato de acto público en el que las ideas sean las protagonistas. De esta forma invita a artistas y pensadores para que desarrollen una ponencia en 20 minutos. El plazo resulta tan corto que se incumplió por parte de los tres conferenciantes que lo rebasaron con creces.

A Juan Diego Botto le tocó tomar la palabra en primer lugar. Optó por romper el hielo con música de Bellini interpretada por María Calas y confesó que con la misma música cerraría su ponencia, pues, si todo salía mal, al menos el público se quedaría con lo hermoso del tema. «Está bien recurrir al trabajo bueno de otros» dijo bromeando con la música y también con el título de la conferencia Cuatro maneras de recrear a Hamlet, otro clásico. Distendido comentó que su primera intención al invitarle había sido otra: Cuatro maneras de hacer mal Hamlet. Se imaginó como habría sido interpretado por Marlon Brando, una versión que tiene que ver con el narcisismo del actor. O también ese arte más moderno que comenzaría con un elefante inmenso de cuya trompa sale una mujer de 70 años en tanga, que dura 6 horas y que al final te preguntas por qué el autor no escribió otra obra y la llamó de otra manera, pues nada tiene de la original. O de una tercera que pretenda quitarle la importancia al ser o no ser y que se haga en un blockbuster (por cierto informa de que ésta sí existe, la hizo Ethan Hawke). Y una última en que todos los protagonistas son homosexuales y Hamlet está profundamente enamorado de Horacio.

Después de realizar una estupenda síntesis de la obra de Shakespeare pasó a lo serio para explicar que a la hora de preparar una versión ante todo hay que ser honesto, tanto con la función como con los motivos. Sólo se puede encarar el texto desde esta honestidad con las premisas de la obra y siguiéndolas consecuentemente. Sólo podemos abordar los temas que hay en la obra, los demás, los que vengan de fuera, no se integraran y quedarán sueltos sin formar parte. Si queremos hacer Hamlet tendremos que hablar de lo que habla: la relación entre un padre y un hijo, la parálisis que produce cumplir una promesa imposible, la angustia de ocupar el lugar de un padre al que no se llega en altura... De la reflexión existencial en el monólogo de ser o no ser le restó importancia porque para Botto tiene un papel secundario, detrás de todo lo señalado.

Juan Diego Botto explicando sus cuatro maneras de recrear a Hamlet
Juan Diego Botto contando cuatro maneras de recrear a Hamlet (Foto: Toni Gutiérrez)
Para hacer más asimilable lo contado, el actor recurrió a cuatro versiones cinematográficas de Hamlet (las de Kenneth Branagh, Franco Zeffirelli, Laurence Olivier y Grigori Kozintsev) de las que proyectó la misma escena entre Hamlet y Ofelia. Apreció las sutilezas de cada una, el momento, la interpretación y la explicación diferente en todas ellas sobre la ira del protagonista. Ahondó en que cada una expresa una forma distinta de relación amorosa entre Hamlet y Ofelia. Muy esclarecedor.

Merito especial el de no llevar nada escrito y sostener toda la conferencia. Ayudándose de los gestos, poniendo caras, Botto consiguió entretener y arrancar más de una sonrisa.

Andrea Jeftanovic es una escritora chilena que presenta estos días en nuestro país su novela Escenario de guerra. Se trata de una obra que vio la luz en Chile en el año 2000 y que ahora Ediciones Baladí ha publicado en España. Presentó su ponencia Cuatro maneras de educarse sentimentalmente en el siglo XXI: Elfriede Jelinek, Clarice Lispector, Diamela Eltit, Ana Arzoumanian, para la que se acompañó de una presentación en la que recogía las ideas principales de su exposición y a las que acompañaba con imágenes del fotógrafo Jan Saudek que sobre todo ilustran violencia y perturbación. Habló de que proponía ofrecer una entrada parcial a cada una de las cuatro autoras elegidas.

Prisión, persecuciones, amenazas, difamación pública... es lo que sufren los novelistas que han escrito sobre los sentimientos. Resulta extraño que lo más privado resulte perturbar a lo público. Y es que nuestros cuerpos no son ajenos a la política. Sobre toda pareja se proyecta una realidad colectiva. Los cuerpos sufren la presión de las normas y por más que nos pese en toda relación hay un pacto entre personas, pactos diversos que encauzan el deseo y la pasión, que subyugan, someten, sin saber que poseer es destruir. Los libros que tratan la educación sentimental plantean interrogantes, pues el deseo es la distancia que separa lo que se desea y lo que no se tiene.

Paco Ignacio Taibo II y Manuel Rodríguez durante la presentación (Foto: Toni Gutiérrez)
Andrea Jeftanovic explicando cuatro maneras de educarse sentimentalmente en el siglo XXI (Foto: Toni Gutiérrez)
Habló de los tipos de deseo que se retratan en las novelas: cortesano, trágico, tramposo o masculino al estilo de Don Juan y el de las mujeres que es un deseo femenino mostrado como enfermedad y con pulsiones autodestructivas. Pero Jeftanovic busca otros paradigmas amorosos que asuman los cambios sucedidos en el siglo XXI, que, por ejemplo, tengan en cuenta que las mujeres votan y trabajan. Autores que hablen de lo femenino como una postura que busca transformar simbólicamente lo establecido, que planteen el erotismo como propuesta de burla irrisoria al saber, que se enfrenten a la educación sentimental que no es otra cosa que la domesticación de las pasiones y el deseo. Así son las cuatro autoras elegidas, y lentamente fue desgranando cada una de las visiones que su obra suponen.

Además de escritora, Jeftanovic es profesora y eso se nota, fue su charla la más pedagógica y también la más sorprendente, pues el enfoque que ofreció obligaba a leer las obras con otro prisma nuevo: «no hay que leer la ficción literalmente, sino literariamente». También destaco por la pasión de su exposición.

Cerró la velada el escritor argentino Rodrigo Fresán para hablar de Cuatro maneras de llorar en el cine: Lawrence de Arabia, Casablanca, Qué bello es vivir y 2001: Una odisea del espacio. Empezó jocoso, diciendo que «el éxito pasa porque a uno le inviten a hablar en público», así que agradecía a Casa América este momento de poder sentirse exitoso. Explicó que según un amigo suyo, en el cine todo se reduce a si al final muere el perrito o no. No hay nada más. Ese amigo, cada vez que se cruzaban y Fresán regresaba del cine, le preguntaba inquebrantablemente sobre la película que venía de ver: «pero, ¿muere el perrito?». Daba lo mismo la película que hubiera visto, que aparecieran o no animales. Para él, lo del perrito, era lo determinante. En toda película hay un perrito a punto de morir que nos prepara para llorar.

Rodrigo Fresán exponiendo cuatro maneras de llorar en el cine (Foto: Toni Gutiérrez)
Rodrigo Fresán exponiendo cuatro maneras de llorar en el cine (Foto: Toni Gutiérrez)
¿Por qué lloramos tanto en el cine y no ocurre así leyendo un libro o viendo un cuadro? El secreto, según Fresán, es que lloramos por nosotros. Unas veces por el camino que nos van construyendo los cineastas, pero las más por condiciones personales.

Eligió de Casablanca la escena del café de Rick en la que se canta La marsellesa frente a un himno alemán. Nos pidió que nos olvidáramos de los protagonistas y que pusiéramos nuestra miradas en los figurantes, todos ellos en realidad personas derrotadas, venidas de campos de refugiados, que apenas saben inglés, pero que cuando suena la canción, todas se la saben. En Qué bello es vivir proyectó el final, podríamos llorar de felicidad porque todo sale bien, a Fresán le emociona la mirada triste de James Stewart en la que se refleja que la vida no es tan maravillosa, que el malvado se ha escapado sin castigo y que el bueno ha contraído una deuda con el pueblo que le condena a permanecer en él para siempre. De Lawrence de Arabia seleccionó el momento en el que llega a la ciudad después de cruzar el desierto y el recibimiento de sus compañeros. Es un héroe al que los demás no quieren parecerse pero que desean que exista. Fresán se enternece con la ingenuidad de Lawrence potenciada por lo que él llama «la maniobra O'Toole», pues en todas sus películas el actor avisa con un pequeño tartamudeo, un gesto incompleto, de que llega un momento inolvidable, es un instante en el que todo se para. Cerró con la escena del apagado de HAL en 2001: Una odisea del espacio, una curiosa película de ciencia ficción que apenas ha envejecido, a pesar de tener el título más envejecido que se puede tener. La voz de un actor, ya por siempre reconocido, el ojo rojo y la canción de Daisy puede que tengan algo que ver en las lágrimas.

La intención del escritor no era otra que la de abrir los ojos al auditorio para que cada uno piense en las películas que a él le hacen llorar. Se despidió pidiendo «veánlas. Llorar es gratis».

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