jueves, 6 de mayo de 2010

Que se mueran los feos, una comedia divertida sin más

Un gran reparto coral acompañan a Javier Cámara y Carmen Machi en esta tierna comedia de Nacho G. Velilla


Cartel de la película Que se mueran los feos
Cartel de la película Que se mueran los feos
Que se mueran los feos salió bien parada del Festival de Málaga con dos Biznagas de plata, una al Maquillaje y otra a la Banda Sonora. Además ha sido la primera de todas las películas de la sección oficial de esta edición que se ha estrenado en salas comerciales. Tal vez porque detrás está la Productora de Antena 3. Que te vas a reír es seguro, pues es graciosa. Que intuirás las situaciones antes de que ocurran también, pues peca de ser algo previsible. De todas formas, lo más probable es que salgas de la sala con la idea de que el precio de la entrada te ha servido para hacer una sesión barata de risoterapia y des por bien empleado el dinero. No busques mucho más: la película es desahogo en estado puro.

Es una película de amor dónde chico conoce a chica, chico pierde a chica, chico recupera a chica. Lo que ocurre es que Eliseo (Javier Cámara) es feo, cojo y soltero; no ha encontrado a la mujer de su vida y no conoce el amor. Nati (Carmen Machi) es fea, le falta un pecho y está separada; encontró al hombre de su vida, pero, pese a eso, no conoce el verdadero amor. Eliseo piensa que lo peor de su vida está por llegar. Nati piensa que lo mejor de su vida está por llegar. Este es el punto de partida, al que se añade la simpatía que produce el mundo rural. Nada resulta idílico, ni tampoco bucólico y lo que sí se nota es un cierto interés por parte del director en reflejar que la modernidad también se ha instalado en nuestras aldeas donde ya es posible tener de todo. Se agradece que no se haya ido por lo rancio y haya superado algún que otro tópico de catetos.

El complejo de fealdad se muestra desde dos ópticas. Eliseo lo arrastra con tristeza, asumiéndolo y pensando que no podrá hacer nada. Nati lo olvida, se comporta sin vergüenza, con optimismo. Este choque de puntos de vistas se convierte en el principal motor de la comicidad que nos lleva por una senda que linda entre el vencer y el ser vencido por el complejo. Que se mueran los feos se alimenta de lo exagerado, como es el caso de las peleas que se forman en la verbena o la escena del cementerio con la viuda. Llega incluso a rozar el estilo del comic tipo Mortadelo, como bien se puede comparar cuando el camión atropella a Nieves (Petra Martínez). Todo en la vida de Eliseo es desmedido, todo, en el fondo es doloroso y la culpa la tiene su aspecto. Lo vemos desde el principio, en la cita con Sofía (Carmen Ruiz) con la que lleva chateando seis meses pero que aún no se han visto las caras. La escena resulta hilarante para el espectador y sin embargo algo de la humillación nos traspasa.

Javier Cámara y Carmen Machi en una escena la película Que se mueran los feos
Javier Cámara y Carmen Machi en una escena la película Que se mueran los feos
Además del humor, de lo grotesco muchas veces, la película también deja un cierto poso de ternura. Tal vez porque sus protagonistas con personas que nunca podrán ser malas, por mucho que lo intenten, ni siquiera son capaces de dejar de pensar en los demás. Son personajes sin egoísmo, algo sometidos a las obligaciones familiares que usan como parapeto contra la vida que les maltrata.

¿Cómo se soporta que desde niño los demás te llamen «el feo»? ¿Se puede vivir si lo único que provocas en el resto es repulsión? Hay un mensaje de superación detrás de Que se mueran los feos y una cierta esperanza en que siempre se termina encontrando el sitio de cada uno. Bondad y una convivencia que va poniendo los puntos de encuentro, son las armas utilizadas para sobrellevar la carga. Si bien es cierto que esta parte humana consigue enternecer, no por ello se deja de ridiculizar a los personajes y sus decisiones, que rozan un ridículo convertido en cotidiano.

Y en frente tenemos un pueblo cargado de tolerancia con los dos protagonistas porque forman parten de su idiosincrasia, porque en cierta manera se han ganado el cariño. Como su tío Auxilio (Juan Diego) todo un filósofo hecho a sí mismo con lecturas de libros de autoayuda. Como Abel (Tristán Ulloa), un cura con pendientes y pasado rockero. Como la pareja construida con comprensión formada por Javier (Lluis Villanueva) y Bego (María Pujalte), llena de constantes cesiones. Como Mónica (Ingrid Rubio), una lesbiana cuyo reloj corporal le pide ser madre. Como Román (Hugo Silva), un canalla cansado pero que debe mantener su imagen invencible, que quiere a Luz (María Pastor), pero al que le tienta Paloma (Kira Miró). Como Bertín (Julián López), el discapacitado sin medida. Como las cotillas (Teresa Lozano y Silvia Casanova) que dicen las verdades a la cara, sin esconderse. Como Juan (Pere Arquillué), el hermano tramposo que cuando no le queda nada regresa... Sin duda lo mejor de la película es su reparto, pues todos juntos y cada uno por separado consiguen desplegar una bis cómica maravillosa. Carmen Machi y, sobre todo, Javier Cámara soportan el guión, pero también sobresalen Ingrid Rubio y Juan Diego, con una dicción estupenda, algo que no abundaba en sus últimos personajes.

Destacan también los paisajes aragoneses, ya que la naturaleza se convierte en un personaje más de la trama aportando sosiego. Los títulos de crédito del final son una pequeña joya, ya que consiguen que casi nadie abandone la sala hasta que terminan porque siguen contando la película sobre un álbum de fotos. La música del largometraje también resulta divertida, una banda sonora entorno a los temas Que se mueran los feos de los Sirex y el mítico Eres tú de Mocedades, a los que se suman rumbas y música de orquesta, o mejor dicho: de banda municipal.

La sala estaba llena, se escucharon muchas risas y alguna carcajada... Esta película permanecerá alguna semana más en cartelera y no correrá la suerte habitual del cine español que en pocas ocasiones supera la semana.

A modo de pequeño anecdotario: A Nacho G. Velilla le conocimos primero por ser uno de los guionistas de la exitosa serie Médico de Familia. Luego fue director, guionista y productor ejecutivo de 7 Vidas. Labores que repetirá en otras comedias televisivas como Aida y Gominolas. En cine, ésta es su segunda película; antes había dirigido Fuera de carta.

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