domingo, 22 de junio de 2014

Nuestras amistades

La Muestra de Cine de Lavapiés nos acerca el conflicto de Euskal Herria

Domingo 22 de junio de 2014. Muestra de Cine de Lavapiés. Colegio Público Emilia Pardo Bazán. Madrid

Cartel de la 11ª Muestra de Cine de Lavapiés
Cartel de la 11ª Muestra de Cine de Lavapiés
Madrid en verano se convierte en el pequeño pueblo que un día fue. A esa tradición de regreso a los orígenes contribuyen la mayoría de las fiestas que se celebran por los barrios más castizos. La Muestra de Cine de Lavapiés es uno de esos elementos que construyen barrio y conectan con el verdadero concepto popular, porque la cultura sirve para hacerse preguntas y empoderar a la ciudadanía. A eso de las diez y veinte de la noche, cuando la luz se está yendo del todo, comienza la proyección. Es el patio de un colegio público, el Emilia Pardo Bazán, y está lleno de personas que se han juntado para ver un corto y un documental. Sentados en sillas de plástico, unos comiendo pipas, otros mirando embelesados la pantalla, pero todos bajo un cielo raro para Madrid, pues hoy muestra las estrellas que casi nunca deja ver.

Unos minutos antes, a viva voz y en esos últimos instantes del día solar, Aitor Merino y Ainhoa Andraka han presentado su película, la que ha creado tanta expectación esta noche: Asier eta biok. Los hermanos Merino, Aitor y Amaia, son los directores y Ainoha su productora. Ninguno de los dos quiere hablar mucho, son rápidos para que empecemos a verla lo antes posible. Ya habrá tiempo de debatir al final.

La sesión de la noche se inicia con la proyección de la cortinilla de la Muestra, una pequeña delicia para abrir boca. Le sigue el cortometraje titulado Frank, el trabajo final de un taller de vídeo impartido por la productora Apablo Nicasso en La Fàbrica de Somnis de Vic. Es un buen ejemplo de esas películas que juegan sobre ese borde que queda entre la realidad y la ficción, usando la estética del documental para narrar una historia inventada. En un blanco y negro donde aún se ha permitido algún rojo, con primeros planos, a través de retazos de entrevistas, varias personas describen a Frank y según avanza la narración vemos que algo no cuadra, que lo que nos dicen no coincide. La vida son apreciaciones, interpretaciones que hacemos. Usamos muchos elementos para valorar. Somos subjetivos, lo que permite que lo que yo adore otro lo desestime. Cuentan sus autores que es un retrato, pero sobre todo un ejercicio de manipulación audiovisual en positivo.

Cartel de la película Asier eta biok
Cartel de la película Asier eta biok
Cuando se proyecta Asier eta biok ya nadie mira al cielo. Es una película que capta rápidamente al espectador, jugando un poco con la nostalgia, la juventud y el humor. A mí la película me gustó. Creo que está hecha con mucha inteligencia y construida para llevarnos con suavidad a un terreno del que no es fácil hablar. Asier Aranguren y Aitor Merino crecieron juntos convertidos en dos amigos inseparables durante la adolescencia. Aitor se vino a Madrid para ser actor y Asier se quedó en Pamplona, haciéndose insumiso y luchando desde los grupos antimilitaristas de principios de los 90. Aitor Merino hace nuevos amigos en Madrid que nada tienen con ver con lo eskaldún, y le resulta difícil explicar el conflicto de Esukal Herria. Más incomprensión aún despierta el hecho de que tenga un amigo en ETA al que quiere muchísimo. Con ese pretexto, el de hacerse entender por sus amigos de Madrid, y aprovechando la salida de Asier de la cárcel de París tras cumplir su condena, decide rodar un documental con Asier como protagonista.

Los Merino no justifican a ETA, ni los atentados, ni la violencia como solución a nada. Se ve claramente la distancia que hay. Pero también son capaces de mostrarnos que una persona, o muchas, pueden llegar a esa conclusión del uso de la violencia de una forma racional. No se ampara en el debate simplista de un conflicto entre «buenos» y «malos», sino que busca las aristas, aquello a lo que los medios españoles no quieren llegar. Se trata de debatir, de hablar, de pensar, de dialogar… Todo eso hace que podamos acercarnos al conflicto de Esukal Herria desde una perspectiva más real y sobre todo menos contaminada por la versión oficial de nuestros políticos.

El documental es honesto. En el proceso de construirlo, Aitor Merino fue consciente de que las imágenes grabadas no contaban el Asier idílico que el buscaba mostrar. La película que pensó al principio no podía estar allí y se desvanecía. La realidad gana. Asier eta biok cobró vida para dejar hablar. Algo que se ve claramente en el montaje donde se diferencian dos partes. En la primera, de contextualizacón, el propio Merino tiene el papel de protagonista para contar su idea de Asier y su visión de él. La segunda, por el contrario, es más directa, tiene planos más largos donde vamos viendo expresarse a Asier con sus propias palabras. Quizá Asier no salga favorecido. Su posición y el documental le colocan siempre en un lugar de difícil equilibrio y muchas veces imposible de compartir.


Trailer de la película Asier eta biok
Asier eta biok habla de las fronteras, las territoriales y también las morales. Las físicas definen la «tierra donde se habla el euskera». Ese es el significado literal de Euskal Herria y el conflicto por resolver. La segunda es una frontera moral de Aitor Merino, una línea entre defender la independencia y matar. La admisión de la violencia es el elemento que separa a los dos amigos. No es justificable quien pasa esa línea. Asier reconoce públicamente ser miembro de ETA. No ha participado en ningún atentado. Pero la coherencia con sus ideas le lleva a asumir como propias las acciones de ETA, incluso aquellas con las que no comulga. Reconoce la violencia como método, pero señala que ahora han decidido otra vía diferente, la de la paz y asumir un reto política desde el que cambiar la situación.

Asier eta biok no se ha podido ver en muchos cines, los exhibidores del circuito comercial no han querido distribuirla y en Madrid, por ejemplo, solo se ha proyectado en el Artistic Metropol. En realidad todas esas puertas cerradas están fortaleciendo la película, mitificándola y despertando mayor interés en una minoría que quiere estar bien informada para formarse sus propias conclusiones. Los Merino y su productora persisten, insisten en que se vea, en crear debate, en abrir grietas en el pensamiento único, en hablar con el público. Así ocurre, tras la película llueven las preguntas, las opiniones, las interpretaciones…

Se hizo tarde y un vecino salió a su ventana para decirnos amablemente que mañana tenía que madrugar. Se quitó la megafonía, pero aún había muchas preguntas más para Aitor y Ainhoa, a las que en voz baja fueron dando respuesta. Después tocó recoger entre los vecinos y vecinas, barrer y guardarlo todo, porque al día siguiente el cine en la calle empezará de nuevo.

No hay comentarios: