jueves, 12 de junio de 2014

Gisela Werler, la atracadora enamorada

Banklady se proyecta en el Festival de Cine Alemán de Madrid

Jueves 12 de junio de 2014. Festival de Cine Alemán de Madrid. Cine Palafox. Madrid

Cartel de la película Banklady
Cartel de la película Banklady
No hay muchas oportunidades de ver cine alemán en España. Nuestras distribuidoras, salvo excepciones, no suelen apostar por un cine diferente al que las majors estadounidenses nos imponen. La cartelera se copa semana tras semana del cine vacío que nos viene de Hollywood, convirtiendo a cualquier otra alternativa en un cine minoritario de salas pequeñas y pocas semanas de proyección. Por eso resulta importante el Festival de Cine Alemán de Madrid que convierte durante estos días al cine Palafox en el expositor del cine que se está haciendo en ese país. Hay otro cine y tiene cabida en nuestras pantallas. Banklady, de Christian Alvart, es una más de las propuestas que nos trae la edición de este año.

La película es un biopic, basado en la historia real de Gisela Werler, la que fuera la primera mujer atracadora de bancos de Alemania. Banklady es una película de género, con mucha acción, rápida y ágil, que mezcla el drama con la comedia. La conjunción de esos elementos funciona, sin embargo Alvart toma otra decisión más, prefiere contarla como una historia de amor y esa elección del director nos desvía de las conclusiones importantes. Al priorizar la relación sentimental como el auténtico motor de este drama, lo que podría ser un buen ejemplo de la liberación sexual de la mujer alemana en los años sesenta no termina de poder leerse en esa dirección, pues sigue situando al hombre en el centro, convertido en el deseo y en el impulsor de las acciones de la mujer. Gisela no llega por decisión propia, sino por pura casualidad y eso la película lo paga.

Hay dos tipos de personas, las que se beben la vida y las que se conforman con verla pasar. Estas segundas no esperan de la vida otra que no cosa que no se rompa, que puedan seguir con la misma rutina porque se han acostumbrado y tienen domesticados los sueños. Gisela pertenece a este grupo. Es una mujer de origen humilde, que siempre ha estado sometida a una estructura familiar machista, autoritaria y opresora. Ha cumplido los treinta. Sigue soltera, sin que se vislumbre un compromiso formal. Mira de reojo los símbolos de la liberación: una barra de labios que resalta la feminidad y que dice que los labios rojos están para besarlos, un paquete de tabaco que acentúa la transgresión de lo prohibido y las portadas de las revistas que representan los sueños de otra vida mejor, en Capri quizá. Ese mundo le está vedado, muy lejos de ella, de ese padre que la desprecia y de esa madre con los nervios rotos y hacia la que sus pasos la encaminan. Y luego la monotonía que supone su trabajo en un fábrica de papeles pintados, manejando la misma máquina a diario. Son las miradas desde ese vacío que es su vida lo mejor de la película, el punto que como espectadores nos subleva y nos empuja. Peter es lo contrario, quiere disfrutar, bailar, divertirse. Y además roba bancos. Cuando los dos se cruzan se produce un choque de trenes.


Trailer del 16 Festival de Cine Alemán de Madrid
Atracar bancos despierta el instinto de Gisela, abriéndole una puerta inesperada a través de la que puede visualizar una capacidad nueva que le permitirá llegar a su verdadero lugar, el de sus sueños. De pronto se siente viva. Con una pistola en la mano, tras su disfraz, robando con dureza, pero sin perder la dulzura y amabilidad femeninas, desarrolla una segunda personalidad que se contrapone a la mujer rutinaria y condicionada que se sentía. Su vida cambia. Ahora tiene objetivos y metas. Se desenvuelve con soltura. Esa bipolaridad que se establece en la protagonista enriquece la película que gana con esas dos Giselas que surgen y se enfrentan sin salir del mismo cuerpo. Por un lado la Gisela fuerte y decidida, por otro la loca enamorada que depende de conseguir a su amor. Y aquí surge la primera astilla molesta que se nos clava, en realidad descubrimos que ninguna de las dos son mujeres es libre. La adrenalina del peligro con la que disfruta los atracos deja de tener sentido en sí misma para ella y este nuevo mundo intrépido se transforma simplemente en el punto de unión con el hombre al que quiere, la forma de retenerlo a su lado y el único camino que le lleva a completar el amor que siente. Banklady se convierte en una película de ilusiones, las que Gisela se ha hecho y su pelea por convertirlas en realidad. Ya no hay una actitud intrépida, sino entregada y conformista. Es una ilusa, y los atracos un decorado, los márgenes que la limitan, el pensamiento inmaterial con el que sostener una relación. La realidad pasa a ser un engranaje circunstancial. El éxito y el fracaso cambian sus roles.

Brilla Nadeshda Brennicke en su interpretación de Gisela Werler. Ella sola la sostiene y consigue darle vida, inquietud y corazón. Charly Hübner no se queda atrás con un buen trabajo que sirve de contrapeso, de ese otro mundo y también del cartón-piedra con el que está hecho en realidad.

Christian Alvart, con un par de rodajes en los Estados Unidos, impone a Banklady el estilo de Hollywood, especialmente en el sentido de la simplificación del mensaje. Confieso que, aunque la película tiene elementos que aprecio, no me ha gustado mucho. No son un acierto el tratamiento de la luz, el exceso de primeros planos, las pantallas partidas, el intento de confundir al espectador -sobre todo cuando se hace mal-, las tomas con planos desde demasiados puntos que se van intercalando en la misma secuencia, el amasijo en que se convierte la forma de contarla y la parte cursi con que se empapa toda la cinta. Pero sobre todo no me gusta porque se queda en poco y podría ser mucho más. No da lo que promete. En cierta forma la película encalla. Echo de menos la Banklady que Alvart no nos ha contado, esa otra película que se detiene más en una Gisela inteligente y meticulosa que va preparando cada uno de los atracos, la que todo lo controla, la valiente, la que no tiene límites, la que es libre, la que corta el hipo, la que pone al hombre en su lugar, la apasionada de verdad, la que se convirtió en un icono de la liberación de la mujer.

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