Una carísima película para adolescentes apoyada en el 3D y los efectos digitales
Cartel de «Avatar»
Cuando se invade un planeta (Pandora) es como cuando se «libera» un país (Afganistán, Iraq...), que realmente la cultura que hay sobre él no influye en las decisiones; la población civil en general resulta un estorbo, están equivocados en sus planteamientos radicales e integristas y además son incapaces de entender el progreso que representa un libremercado feroz regido por teorías neoliberales que a su vez son el trasfondo de la democracia capitalista, ya que por ignorancia desconocen que el beneficio de las empresas debe supeditar cualquier otra realidad o derecho. Es así como crecen los países.
No digo que «Avatar» comparta este mensaje, pero sí que lo dibuja como telón y punto de partida, donde alguno de estos conceptos los discutirá y otros los asume con naturalidad incuestionable. La ciencia-ficción es lo que tiene que habla de nuestras realidades y miedos sin explicitarlos.
Una escena de «Avatar»
El 3D y los efectos digitales son técnicas y como tales se usan en la película; sirven para plasmar como reales puras virtualizaciones imaginadas. El objetivo se cumple, tenemos un universo construido con coherencia con una hermosa selva, un árbol algo más que gigante sirviendo de hogar, con cascadas idílicas y montañas que flotan. Donde los indígenas montan caballos salvajes y vuelan sobre banshees un cielo que está dominado por un predador de la especie de los leonopteryx que da origen a una de las leyendas o simplemente pasean románticamente. Danzas y rituales, pero sobre todo bondad, son los elementos que, unidos a una especie de conector al final del pelo recogido en una cola, permiten la comunión con la madre naturaleza. Simbiosis que necesita protección con la llegada de los humanos para subsistir.
Pero no todo es un canto a la armonía, hay una gran parte del presupuesto que se dedica a las dos épicas batallas, con cierto sabor a «La guerra de las galaxias» que permiten el mayor despliegue de efectos y sonoridad de la película. Se ha trabajado en ellas a conciencia, en cada uno de los detalles, para su lucimiento, por puro sentido del espectáculo y sin duda sus imágenes se fijan en la retina. Es aquí dónde más se nota la mano del director, guionista, productor y editor James Cameron que deja ver con nitidez tanto sus deseos como su concepción del cine.
Los indígenas y los avatares no llevan actores de carne y hueso dentro, pero sí que han sido grabados previamente por actores que se han encargado después de sus voces, lo que ha permitido generar las escenas. Las personas humanas, dentro de la trama, resultan demasiado caricaturizadas. Dos ejemplos claros son el malísimo Coronel Miles Quaritch (Stephen Lang) que más parece por su look un personaje de videojuego o el codicioso Carter Selfridge (Giovanni Ribisi) que bien en un futuro podría ser uno de los malvados de Batman. Algo más humanos resultan los personajes de la doctora Grace Augustine (Sigourney Weaver) y la piloto Trudy Chacon (Michelle Rodriguez).
Si me preguntan a quién le podría gustar, diría que es una película muy orientada a un público adolescente, no sólo por los efectos y la tecnología que la envuelve, sino por su ritmo y mensaje desgranado en píldoras elementales de consignas sencillas. Con concesiones abundantes a dicho público, buscando una estética cercana a los videojuegos, exagerando las caricaturas en los personajes de comportamiento ruín y con una sensualidad latente que va desde el desprecio pasando a la ternura y desembocando en una una historia de amor de libro clásico. Destaca lo especialmente cuidado del lenguaje que en ningún momento resulta sexista.
Para terminar con mi opinión, confesar que se me hizo larga, además de serlo, por la sencillez del argumento, y porque llegados a un punto los efectos, aunque sigan siendo excelentes, ya no me engatusaban de la misma manera. Sí que me gustó la estética, que me llevó incluso a encontrarles su punto a los indígenas a los que había definido al principio de feos.
A modo de pequeño anecdotario: Detrás de esta película no sólo está la creación de una escenografía y unos seres. También se trató de crear todos los detalles propios de su cultura. De esta forma el lingüista Paul Frommer colaboró con Cameron para crear el idioma de los Na’vi. Buscaban un lenguaje original que a su vez resultase familiar e identificable, así que comenzaron con unos tipos de sonidos básicos sobre los que elaborar la paleta del lenguaje. Después se establecieron las propiedades estructurales del idioma, las normas de pronunciación y la construcción de las palabras. El vocabulario final consta de mil palabras y tiene su propia gramática.
Para la creación de movimientos se contó con Terry Notary, una ex protagonista del Cirque du Soleil, y el coreógrafo Lula Washington que aportó los pasos de los bailarines Na’vi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario