Nota: En el Coleópteros y Otros Virus (la revista de la Facultad de Informática), me creé varios seudónimos. Me gustaba jugar con ellos, hasta el punto que unos tenían que describir a los otros. Hoy recupero para este blog la descripción que hizo Ana del Berro de Basi Vos.
lunes, 12 de diciembre de 2005
Basi Vos visto por Ana del Berro
Nota: En el Coleópteros y Otros Virus (la revista de la Facultad de Informática), me creé varios seudónimos. Me gustaba jugar con ellos, hasta el punto que unos tenían que describir a los otros. Hoy recupero para este blog la descripción que hizo Ana del Berro de Basi Vos.
jueves, 20 de octubre de 2005
El poder y el gobierno
Nota: A pesar de haber matado a Basi Vos allá por el año 1994, lo cierto es que en junio de 2004 no pude resistirme a volver a utilizarle en otro nuevo texto de opinión política en uno de nuestros juegos del Taller Literario Oktubre 2003. En aquella ocasión teníamos que escribir un relato de ocupase menos de una página donde tuviera lugar una cena y un fuego. Este artículo que hoy recojo en este blog fue el resultado.
Mis labores de mayordomo me mantuvieron ocupado toda la semana; especialmente difícil me resultó convencer a Miss Margaret de que la sopa de cebolla debía desaparecer del menú, por mucho que ésta fuese su especialidad. La cocinera utilizaba su sordera como un muro y blandía su vejez como la experiencia infinita para imponer qué se debía hacer y qué no.
- No soy un advenedizo, Miss Margaret. Conozco todas las puertas y llaves que abren o cierran el protocolo, la idiosincrasia que se mueve bajo cualquier palacio y la elegancia de cambiar un florero por un búcaro sin mover un solo objeto. Así que no puedo permitir que sirvamos su sopa de cebolla francesa para celebrar una onomástica de un monarca mitad londinense, mitad romano.
No hubo sopa de cebolla, aunque sí se sirviese un consomé con cierto aroma similar. Antes de los postres, Lord Vran me llamó para presentarme a los comensales como una atracción de feria. Golpeó la copa con la cucharilla del postre, engoló su voz y comenzó:
- Quería agradecer al mayordomo Basi Vos su esfuerzo para lograr hacer de esta humilde cena una velada irrepetible. Por cierto, no creo que conozcan ustedes el temperamento filosófico de este hombre; en los últimos meses se ha convertido en mi consejero de cámara. Basi Vos, ¿qué opina sobre que los conservadores debamos dejar el gobierno de la nación a la izquierda? ¿No le parece una aberración?
En el tono de la pregunta entendí que me tendía una trampa en la que caer. Tal vez Lord Vran desconociese mis tendencias sexuales, pero estaba seguro de que sabía perfectamente mi filiación política. Cauteloso pensé si descubrir las cartas del noble y lanzar sobre la mesa la teoría de que gobierno y poder son dos cosas diferentes, que cuando se tiene bien atado el poder no importa quien gobierne; pero en el fondo, tal estrategia favorecía al lord. Así que mentí:
- No entiendo que tenga para ustedes interés mis palabras. Desconozco grandemente el efecto de un gobierno sobre los muros de esta noble morada, pues dentro de sus paredes la bonanza y el positivismo no se extingue. Las órdenes de Lord Vran son las únicas que ejecuto. Cierto es que alguna vez, para consideraciones de poca entidad me es permitido tomar iniciativas y paliar resultados previsiblemente molestos; pequeños detalles como desplazar un ornamento para colocar en su lugar otro. Nada más. Presiento que izquierda y conservadurismo, fuera de esta casa, sean términos opuestos, pero ambos prescindibles para cualquiera de mis labores.
No añadí nada más, no era momento de comenzar una revolución, ni de dejar descuidadamente un cigarro habano encendido, al pie de la mesa y tocando el mantel para que con un leve impulso se incendiase y produjese un fuego en la cena. Me retiré discretamente a mis aposentos a disfrutar de las habilidades sexuales de mi eunuco, donde, entre polvo y polvo, fui empezando a sentir el olor del humo del incendio. Aunque para fuego en aquella cena, el nuestro. Chinchín, mi amor.
domingo, 18 de septiembre de 2005
Suicidio y muerte
Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso dar vida a algún personajes extrovertido y todo el mundo onírico que le rodeaba. Todo para hacer un poquito de opinión desde otro punto de vista. El artículo que hoy recojo en este blog, fue escrito en septiembre de 1993 y publicado en el número 18 de dicha revista. Fue la última vez que Basi Vos y el resto de habitantes de la isla inexistente aparecieron en aquellas páginas.
Así pues estoy haciendo mi maleta para escapar como un ladrón por la buhardilla que da al tejado. Huir tristemente calle abajo, hacia el muelle, y abandonar para siempre esta isla inexistente. Por mi parte ya no habitaré más en la mansión de Lord Vran.
Basi Vos ha huido de esta isla: se ha cortado las venas en el interior de la bañera. No podría morir de otra manera, pues nunca fue capaz de sufrir: el dolor le espantaba.
Ahora empiezo a notar su vacío, el frío de esta mansión sin sus sabios consejos, ni su extraña forma de ver el mundo. Ya no oigo sus palabras y me siento solo, incapaz de seguir adelante. No estoy preparado para el mundo exterior.
El mundo me comerá y algún paleontólogo soñador encontrará los restos del festín dentro de miles de años. El paleontólogo creará su teoría y volverá a resucitar una vez más. Tal vez entonces me faltará un brazo también.
No he podido hacer nada; mis pies no eran capaces de realizar ningún movimiento. Lord Vran sacó un revólver de su casaca roja y se disparó en la cabeza. Ahora yace muerto. ¡Maldito hijo de puta que nos abandona! Somos plebe sin cultura, esclavos sin un amo condenados a vagar atados por la cadena de la insuficiencia e incapaces de pensar y decidir por nuestra cuenta.
También el mayordomo, ese tirano político, se ha suicidado. En eso he tenido suerte: no volverá a joderme.
¿A quién seguir ahora? ¿Por quién votar si no nos queda cacique ni demagogo?
Afortunadamente mi sordera se confunde con ceguera y todo ello con locura. ¡Qué estupidez! Siempre se demuestra que los más viejos viven más por lo que saben callar que por otra cosa, pura tautología. Si a Miguel Servet le hubiesen cortado la lengua al nacer, hubiera muerto de viejo tranquilamente sobre su cama. Basi Vos diría que mi postura reaccionaria va contra el progreso y qué sería del hombre sin evolución. No sé, yo desconozco las respuestas a mis cuestiones ontológicas: ser o no ser sin progreso. Tampoco tengo interés en contestármelas pues creer en el dios católico me exime de ello: nunca hay que confundir la tierra con el paraíso. De esta manera poco me importa esperar al próximo amo de esta mansión.
De esta forma he matado a todos mis personajes, pues tras el suicidio de Basi Vos y el Lord, desplomé una pared sobre el ama de llaves e hice que tres salteadores apuñalaran al eunuco. Soy cruel, no obstante, qué más da si al final siempre hay un cabrón que se salta un semáforo y te mata.
martes, 16 de agosto de 2005
Filósofo
Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso dar vida a algún personajes extrovertido y todo el mundo onírico que le rodeaba. Todo para hacer un poquito de opinión desde otro punto de vista. El artículo que hoy recojo en este blog, fue escrito en enero de 1994 y publicado en el número 16 de dicha revista.
Hago sonar una campanita y acuden. Ya reunidos en el salón carraspeo -por hacerme resaltar- y comienzo mi Basi Vos Perorata:
- Pienso en el hombre y veo una alimaña pequeña y revoltosa que salta y huye por el bosque. Otras veces es un oso enorme puesto en pie y chillando. Pero no es eso de lo que queréis que diserte. Es más bien, en si el hombre debe luchar por la evolución, como amo del mundo, de su especie o debe morir como individuo. Hablar de prosperidad colectiva es indicar la necesidad de un proceso escalonado -de piedra sobre piedra-, es sugerir la continuidad entre unos y los siguientes, apostar por el compromiso. Sí, es necesaria la transmisión de conocimiento para comprender el mundo. Aunque también puede ser que queráis preguntar si el hombre es el fin de la cadena -un fin en si mismo-. Lo cierto es que no necesita de un ente «superior» para vivir su vida; todo, absolutamente todo, está a su alcance. No hay respuestas fuera del hombre. No hay milagros. Ha de conformarse con lo que tiene: labrar la tierra con sus propias manos para que sea fértil, regar con su propia inteligencia. Nada cae del cielo, ni el futuro está escrito, se va construyendo día a día.
Concluido mi discurso, abandoné el salón para que ellos reflexionaran. Supongo que dentro de unas horas me llamarán de nuevo para interrogarme sobre la muerte. Pero esa ha de ser otra disertación, en la que habré de fundir la nada u el silencio, para luego confundirlos en la perfección absoluta de la inmovilidad. Hermosos discursos metafísicos, pero más hermosos es practicar el sexo oral con mi eunuco. Así que no os extrañe que escrito esto Basi Vos desaparezca durante algunas horas.
jueves, 14 de julio de 2005
Reflexiones
Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso dar vida a algún personajes extrovertido y todo el mundo onírico que le rodeaba. Todo para hacer un poquito de opinión desde otro punto de vista. El artículo que hoy recojo en este blog, fue escrito en octubre de 1993 y publicado en el número 15 de dicha revista.
Es así que ves largas colas de ellos ante la taquilla de un cine, y en el cine de enfrente no hay nadie. No tienen sentido de la simetría. La simetría es el arte del equilibrio aplicado. Simetría es mi eunuco cuando duerme con su pijama rayado a franjas melocotón y fresa. Pero dejemos de pensar en él o tendremos una Basi Vos Excitación.
Silba la tetera en la cocina. Sin duda el té está listo. Tomo las tazas con dinosaurios y preparo el servicio para Lord Vran. Acaricio su puerta y entro para servirle. Me sorprendo, pues Lord Vran ha redecorado su cuarto con feos mamut, diplodocos y otros bichos cuyos nombres desconozco. Me sorprendo de nuevo, pues Lord Vran no viste su casaca roja ni su hermosa camisa con chorreras blancas; lo que viste es un horrible dinosaurio con una inscripción: Jurasic Park.
- Por favor, dame tu Basi Vos Opinión de mi nuevo aspecto juvenil.
- Lo siento, mi lord, pero siempre he odiado las seudo culturas del desconocimiento. Me muevo incómodo en esta loca pasión sobre la genética de bichos desaparecidos durante el cuaternario. Siento nostalgia por Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, pero no por el DNA o ADN reconstruido, ni por el sueño de repoblar un planeta con dinosaurios. Me duele fuertemente el negocio descarado de ese Spielberg; con los sueños de los niños no han de jugar los mayores.
Me di la vuelta y con mi desaire abandoné la estancia. Me crucé con Miss Margaret en el pasillo y sonriendo le dije:
- Maldito consumismo norteamericano.
Ella, que desafortunadamente es sorda, también con una sonrisa, me contestó:
- A planchar la ropa, Basi, a planchar la ropa.
domingo, 12 de junio de 2005
Palabras
Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso dar vida a algún personajes extrovertido y todo el mundo onírico que le rodeaba. Todo para hacer un poquito de opinión desde otro punto de vista. El artículo que hoy recojo en este blog, fue escrito a finales de marzo de 1993 y publicado en el número 14 de dicha revista. Fue la presentación de Basi Vos en sociedad.
Lord Vran se ha levantado con el pie izquierdo, como todos los días, pues Lord Vran perdió su pie derecho en la guerra de los cien años y ahora lo que tiene es un taquito de madera. Toca la campanilla y grita:
- Basi Vos Mayordomo.
Y aquí estoy yo, su mayordomo. Mirándome -Lord Vran a mí- fríamente a los ojos me pregunta:
- ¿En qué se diferencia alguien nacido en nuestra isla inexistente de un persona que llega, pongamos por ejemplo, del Norte de África e intenta hacer vida entre nosotros? Dame tu Basi Vos Opinión.
Cruzo los brazos. Carraspeo por dos veces con intención de aclarar mi voz y digo:
- Querido Lord Vran, no es fácil hallar distinciones viéndoles de lejos, pues físicamente tenemos condiciones semejantes (como vos sabéis, la especie es la misma, aunque diferimos en el color, vos sois verde y yo naranja, ellos son ausencia de color). Más de cerca, veréis que hablan otras lenguas y su cultura -desde nuestra óptica- es más primitiva que la nuestra -llegado hasta aquí, abandoné toda mi arrogancia insustancial y, bajando la voz, continué-. Luego viene lo de nuestra intransigencia, les tomamos injustamente por enemigos y les apartamos de nuestro lado; les aislamos no permitiendo la mezcla étnica, ni les dejamos que se acerquen a nuestras casas. Decimos «No son nuestro problema» y damos un portazo. ¡Qué equivocados estamos, mi lord! Vienen, muertos de hambre, por un trozo de pan y les negamos hasta la mirada. Pobres esclavos huyendo de la muerte a los que les matamos hasta la ilusión -o la esperanza- de un futuro mejor para sus hijos. Pobres abandonados en el metro a los que molemos a palos con nuestra policía y nuestra indiferencia, con nuestra xenofobia y nuestro odio -llegado hasta aquí, recuperé mi habitual arrogancia insustancial y, subiendo el tono, proseguí-. Pero no os preocupéis, el baño de mi señor está preparado con el agua a su gusto.
Abandoné la sala y con el alma tranquila -acallada- por mi perorata me fui a las habitaciones de mi eunuco y me dediqué horas y horas al amor.
martes, 10 de mayo de 2005
Cuestionario a Javi Álvarez y sus seudónimos
Nota: Unos años después de mi etapa en el Coleópteros y Otros Virus (la revista de la Facultad de Informática), alguien me preguntó con cuántos nombres había firmado durante ese tiempo. Le dije que cuatro. Se sorprendió pensando que aquella ensalada de nombres debía resultar todo un lío. Respondí: «No, en absoluto. Cada uno de ellos habita espacios diferentes y se comporta como una persona distinta». Me volvía casa un tanto dubitativo, así que puse a cada ante un papel y estos son los cuestionarios que resultaron y que hoy recupero para este blog.
Edad: Soy del babyboom del 68 y del «La, la, la» de Massiel por el que luego se organizó el tan traído «mayo del 68».
Sexo: Masculino.
Domicilio: En Madrid, en mitad del rastro.
Profesión: Informático, llevando proyectos y equipos pequeños de trabajo.
Vestimenta: Me encantan los pantalones a cuadros y las chaquetas con cremalleras. Mucha lana y algodón.
Comportamiento: Algo obsesivo con la puntualidad, hasta tal punto que llego siempre con demasiado tiempo de antelación. Estoy viendo de qué manera curármelo.
Aficiones: Las normales que contesta todo el mundo (viajes, cine, teatro, lectura...), pero me gusta mezclarlas, así que mi favorita es viajar a ver Festivales de cine (La Habana, Huelva, San Sebastián, Gijón, Valladolid...). También soy adicto a La semana negra de Gijón.
Rasgo identificativo: Apariencia tranquila, pero sólo eso, apariencia.
Profesión: Mayordomo.
Edad: Desconocida, aunque debe rondar los seisicientos años, pues existe constancia de que en 1453 forma parte de las tropas de Carlos VII de Francia que recuperan la ciudad de Burdeos.
Sexo: Masculino, con claras tendencias homosexuales que sacia con un eunuco que habita en la mansión.
Color de piel: Naranja, aunque no presente un tono muy intenso.
Vestimenta: Viste uniforme de mayordomo, habitualmente con librea verde y botones dorados.
Comportamiento: Muerde, con frecuencia, una pipa larga traida de las tribus indias del norte de América que nadie ha visto nunca encendida.
Fobia: Al agua, huye de ella desapavorido. Cuenta el eunuco, que en el baño de su habitación, tiene trozos de lienzo tapando las bocas de los grifos.
Familiares más cercanos: No se le conocen.
Domicilio: El último conocido en Madrid, en el barrio de Aluche.
Profesión: Eterno estudiante de informática.
Edad: Se debió quedar en los veintitrés o veinticuatro.
Sexo: Masculino.
Vestimenta: Un guadapolvo azul que se agita con el viento.
Comportamiento: Es una persona tímida e indecisa, que se aisla fácilmente cuando comparte mesa y diálogo con más de tres personas. En esos casos su mirada huye a paisajes que el absorbentes y desaparece.
Fobias: A casi todo en general y en particular al ruido.
Estado: Desaparecido.
Domicilio: En Madrid, aunque descozco a qué barrio se habrá mudado cuando dejó el barrio de las letras.
Profesión: Lo dicho, ejecutiva de una firma multinacional.
Edad: Ayer cumplió treinta y cinco.
Sexo: Femenino.
Vestimenta: Entonces, camisetas multicolores con mensajes políticos, faldas cortas y vaporosos.
Comportamiento: Juguetear con el bolígrafo entre los dedos, haciéndolo girar sobre el índice, mientras distraída mira a la pizarra.
Rasgo identificativo: Una pequeña cicatriz que termina sobre su ceja derecha. Según contaba, cuando nació su hermano pequeño, en casa dejaron de hacerle caso, así que se subió al marmol de la cocina y diciéndole a su madre «mira como vuelo» saltó de cabeza.
Fobia: No soporta las grandes aglomeraciones de gente. En el momento que se encuentra en una mesa con más de seis personas, se calla y cierra los ojos, mientras susurra una pequeña letanía apenas perceptible.
Su gran secreto: Durante su infancia quería dedicarse al mundo de los toros y creo que con doce o trece años logró ingresar en una reputada escuela de toreo.
La situación más embarazosa: La pillaron haciendo el amor en un ascensor.
Estado civil: Casada con un prometedor banquero diez años mayor que ella.
sábado, 23 de abril de 2005
Entrevistas en la isla inexistente: al escritor...
Aunque la entrevista no está completa, ya que sólo una de la hojas estaba en condiciones de ser leída, y a pesar de que desconozca a quién es entrevistado y a la persona que le entrevista, creo que os sorprenderá como a mí. Si alguién puede darme luz sobre este documento, que no dude un instante en ponerse en contacto conmigo.
Periodista: ¿Es cierto que todas sus novelas son autobiográficas?
Escritor: No, no lo es. Toda esa leyenda es simplemente una estrategia que ha difundido mi editor. Creo que piensa que aumentando la intriga sobre mi vida personal las ventas crecen y lo malo es que parece tener razón.
P: Sus personajes son crueles, ¿comparte con ellos esa visión de la vida?
E: Es una pregunta difícil. Mis personajes viven situaciones extremas que no son cotidianas. Su comportamiento, por tanto, no puede ser considerado como normal. Es cierto que en mis relatos aparece la tortura con frecuencia como forma de ejercer el poder o coaccionar a los que opinan de forma diferente. Puede considerarse como una forma estilística que utilizo para suplir al diálogo. En mi opinión la impotencia de no tener la razón produce grandes torturadores.
P: Acaba de citar el diálogo y me ha dado la impresión de que lo señala como un elemento a reducir o, al menos, alterar por otro tipo de construcciones. Sin embargo, sus novelas están repletas de diálogos.
E: No, tampoco es para tanto. En general me sirven como un elemento de confrontación, son momentos en que el narrador se esconde para que sean los personajes los que se expresen y compitan unos con otros. Me gusta utilizar el diálogo sutilmente, deslizándolo dentro de las descripciones y la acción, como un complemento más. Mientras los interlocutores hablan se van moviendo, cambian de postura, fuman, piensan, mienten… todo eso es lo que voy contando entre los diálogos. Pero no, mi opinión es que mis personajes son seres muy callados y con un gran aprecio por el silencio.
P: Al hilo de lo que me cuenta, en su última novela «La tierra de los otros» el protagonista es un asesino profesional mudo. ¿Por qué?
E: Ernesto es mudo de nacimiento, por lo que estuvo excluido de la mayoría de los juegos infantiles. Ha tenido que ser muy tenaz para lograr integrarse en esta sociedad tan ruidosa. Su silencio le ha hecho madurar desde otro prisma convirtiéndole en una persona muy reflexiva. A todo le da mil vueltas y lo analiza metódicamente. Para mí era una característica necesaria para aislar al personaje del resto del mundo. Creo que su comportamiento futuro requería esa condición pasada.
P: A pesar de todo lo que me ha contado, no aparece una sola línea sobre la infancia de Ernesto en la novela.
P: En «La tierra de los otros» se nos conduce por caminos de soledad constantemente, nadie está acompañado en ningún momento salvo la persona a la que le han encargado asesinar. Es el único emparejado y además feliz. ¿Es una opinión suya que la felicidad en esta sociedad es motivo de condena?
E: Aunque no me resulta nueva la pregunta, todavía no he dado con la respuesta perfecta. Le contestaré con sinceridad: creo que no; incluso me alegro por ese tipo de personas. Por otro lado y desde una perspectiva exclusivamente moral, entre tanta injusticia social y tanto egoísmo, y respondiendo como escritor comprometido, tengo que estar de acuerdo en encarcelar a todos los inconscientes que se sienten bien con el mundo en el que viven y que además lo demuestran. Son muy sospechosos, ¿no cree?
P: Todos tenemos derecho a una pequeña parcela de felicidad y estamos obligados a contagiársela al resto. En su respuesta anterior, veo que para usted el hecho de escribir conlleva un propósito moral.
E: Sí, cada palabra que escribo ha sido colocada expresamente para cumplir un propósito. Toda novela debe tener una justificación, ya sea tanto moral como social, y debe conducir al ser humano a un objetivo. Yo sigo esta máxima y por eso cada uno de mis renglones son un juicio sumarísimo a la historia que nos ha traído desde el pasado a nuestro pobre presente.
P: Sin embargo, en su obra, los malvados viven y los buenos mueren. Parece que la condena a los culpables es seguir viviendo.
E: No en todas, pero sí en la mayoría. Considero que la única forma digna y honesta de huir de esta sociedad es con una bala en la cabeza. De la misma forma, el mayor sufrimiento es continuar viviendo. Espero no asustarle siendo tan franco.
P: En absoluto, yo, por el contrario, no me rijo por ninguna norma moral a la hora de invitar a mis entrevistados. ¿Por qué opina que vale más la sinceridad que cualquier otro valor si resulta siempre más dañina?
E: Porque soy muy débil físicamente y de alguna manera tengo que doblegar a los que son más
La entrevista se corta en mitad de esta frase y en ella nace el deseo imposible de conocer el resto.
martes, 22 de marzo de 2005
El escribiente de Gorkel (I)
I. Dentro del castillo.
- La tierra es lenta, absurdamente lenta -con estas palabras Dádemo, el filósofo, hablaba a su discípulo Garamiel.
Dicen de Dádemo, en esta tierra de Gorkel, que es un griego -de la Grecia de Sócrates- y que un rayo cósmico le ha transportado a través del tiempo. No obstante, yo, el narrador omnisciente, sé que es falso. Dádemo nació en esta tierra oscura de Gorkel una tarde de mayo, hace cuarenta y dos años. Era una tarde calurosa que convirtió el parto en puro dolor -la parturienta, tras dar a luz, murió-. Así, abandonado en el bosque creció lejos de todos, sin ser visto.
Una tarde, ya cumplidos los diez años, apareció desnudo en la plaza del pueblo. Los vecinos perplejos le examinaron de arriba a abajo; le hicieron miles de preguntas, pero Dádemo aún no sabía hablar, así que levantó su largo dedo índice y señaló hacia el sol. De esta forma se escribió la primera página de su leyenda. Dádemo, divertido con ella, jamás desmintió una sola palabra.
Garamiel, mientras, se arañaba con sus dedos la cabeza en un intento de repetir el gesto de su maestro al mesarse los cabellos. Tomó aire e interrogó:
- ¿Por qué?
La pregunta no sorprendió al maestro que se levantó y mirando al discípulo dijo:
- Cambian los hombres, pero la tierra es siempre la misma. Tal vez existan entes estáticos y entes dinámicos y otros intermedios. La tierra es lenta, mucho más que la mano que la labra. Ahora vámonos, falta poco para que anochezca.
Aquellos fueron días de oscuras entelequias para Garamiel. El nada sabía -ni le importaba- de su futuro, el cual, la Corte -o el castillo si hablamos con palabras de Garamiel- había decidido. Sólo recuerda un caballero que detiene su caballo frente a la choza de sus padres, que desmonta y que le habla en susurros a su madre. Dos noches después Dádemo se acerca y la madre le entrega a su hijo:
- Ve con él y obedécele en todo.
No hubo lágrimas, pues a fin de cuentas era una boca menos que alimentar en tiempos difíciles. Dádemo condujo en silencio al muchacho hasta su casa: otra triste choza, tan pobre como la de sus padres, con el fuego de la chimenea casi muerto; le señaló un jergón con una manta y se fue dejándole solo. Garamiel no logró dormir aquella noche, los ojos abiertos como platos examinaban su nuevo hogar. Rincones sucios, desorden, mugre... Al fin amaneció y Dádemo regresó.
- Nada temes de mí, pues no has huido -dijo blandiendo su largo dedo índice.
Cierto es, Garamiel no huyó a pesar de que su cabeza se obstinaba en decirle que aquel lugar no sería el hogar donde saciaría su hambre.
- ¿No podrías darme algo de comer?
La voz suena indecisa y el tono es casi un susurro; pero Dádemo no se compadece, sabe que para ser un buen maestro debe mostrarse tan duro como una roca. Al menos al principio. La roca cae desde las alturas de una torre para entrar con fuerza en el agua del río que baja salvaje haciendo remolinos. Eso pensaba mayestático.
- No tengo nada que darte, salvo mis palabras y alguna que otra paliza si persistes en no entenderlas.
Garamiel cubrió sus ojos con las manos, pues no quería que le vieran llorar. Le dolía en el alma aquella falta de sentimientos y pensó que ya nunca más volvería a tener la suerte de su lado, pues su destino -escrito en las estrellas que soñaba con un día poder leer- se había vuelto lúgubre; tan negro como el corazón del propio Dádemo- ¡Qué equivocado estaba!
lunes, 21 de marzo de 2005
El alma
Hola,
te envío esta carta que espero sea breve para contarte que creo haber encontrado el alma. No es que la buscase especialmente, pero...
Me han contado que en Berlín han abierto un restaurante para personas anoréxicas y bulímicas, me han dicho que el sitio se llama Sehnsucht(1). Dirás que qué tiene esto que ver con el alma, dame algo más de tiempo(2) para proveerme de todos los ingredientes y cocinar toda la historia.
No estoy especialmente interesado en la anorexia ni en la bulimia, ni en trastorno digestivo alguno; pero si me atraen las noticias curiosas y en particular los restaurantes originales o al menos diferentes(3). Así que, ni corto ni perezoso(4) busqué toda la información que pudiese hallar(5). Entre aquella marabunta(6) de páginas estaba la carta de platos. Con descuido comencé a leerla; al principio sin mucha pasión, hasta que percibí un destello de ironía llamando «hambre de lobo» a un plato de faldilla de cordero. Más abajo, casi al final, me encontré con el «alma». Avariciosamente me interesé al instante por su contenido, el alma para Katja(7) y Claudia(8) es una crema de capuchino con una galletita. Una sonrisa cruzó mi rostro. Para mí también.
Allí mismo, sin moverme de mi habitación, había encontrado que las otras almas(9) ya no pueden existir ni como concepto(10).
Un beso muy fuerte, entre el corazón y la boca.
Roberto Carpio(11)
(1)Ya sé que tu alemán no es muy bueno así que te cuento que la traducción al castellano es «nostalgia». Intentaré no escribir nada más en esta carta que no sea castellano.
(2)En realidad espacio, las palabras escritas se extienden en el espacio más que en el tiempo.
(3)Ya conoces mi necesidad de probar sabores nuevos.
(4)Esta expresión es más poética que realista. A mí me espanta la poesía pero, en este caso, me ayuda a enfatizar el punto al que quiero llegar o, en realidad, alargarlo.
(5)hallar. (Del fallar). 1. tr. Dar con alguien o algo que se busca. 2. tr. Dar con alguien o algo sin buscarlo. 3. tr. Descubrir con ingenio algo hasta entonces desconocido. 4. tr. Ver, observar, notar. 5. tr. Descubrir la verdad de algo. 6. tr. Dar con una tierra o país de que antes no había noticia. 7. tr. Conocer, entender después de una reflexión. 8. prnl. Estar presente. 9. prnl. Estar en cierto estado. Hallarse atado, perdido, alegre, enfermo. (Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua). Es curioso ver que la primera acepción es la contraria de la segunda. Pero no quería hablar de eso sino que pretendo proponerte un juego: adivina cuál de las nueve posibilidades es la que he querido usar.
(6)marabunta. (De or. inc.). 1. f. Población masiva de ciertas hormigas migratorias, que devoran a su paso todo lo comestible que encuentran. 2. f. Conjunto de gente alborotada y tumultuosa. (Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua). Cómo ves yo también uso el lenguaje como me da la gana. Para algo se inventaron los símiles, metáforas, metonimias…
(7)La propietaria de la «nostalgia».
(8)La cocinera de la «nostalgia».
(9)Me refiero a esas que dicen que:
(10)Cuando encontramos algo tangible renegamos de lo abstracto, pues lo tangible podemos recordarlo y lo abstracto –¿qué podemos hacer con ello?-. Siendo algo más filosófico podríamos decir que cuando encontramos una explicación para lo sobrenatural deja de ser sobrenatural.
(11)Desalmado de profesión.
viernes, 18 de marzo de 2005
Desmantelando símbolos franquistas
En la madrugada del 17 de marzo se procedió a desmontar la estatua ecuestre del dictador Franco que se encontraba en Madrid. He visto a la extrema derecha rendir tributo a «su héroe» y reconozco que me ha causado sonrojo y sorpresa. Siempre respeto la libertad de expresión, pero se me hace muy difícil comprender a los que tienen las manos manchadas con sangre.
Soy de los que defienden la opción de desmantelar nuestras ciudades de símbolos franquistas y no acepto la idea que transmite la derecha de «vamos a olvidarlo todo que la transición salió muy bien». Creo que hay muchas cosas que recordar, debemos devolver la memoria a nuestros soldados republicanos y resarcir a los presos políticos y a todos los represaliados durante los cuarenta años de dictadura que vivimos. Estamos obligados a recuperar la república como forma de gobierno en nuestro país pues fue la que elegimos mediante sufragio universal.
Esa noche, unas horas antes, Santiago Carrillo cumplía noventa años y parece ser que el gobierno aprovechó la fecha. Se le brindó un homenaje que desde las diferentes cadenas de televisión se le ha dado un tinte socialista. He releído sobre este tema en internet y curiosamente me he encontrado con artículos mayoritariamente en contra del dirigente político, en el que se le dibuja con rabo, cuernos y tridente -tal como se nos pintaba durante el franquismo-.
Nota: la fotografía del pedestal es obra de Olalla Cernuda y apareció publicada en el diario digital El mundo.
jueves, 17 de marzo de 2005
Actualizando mi irrealidad virtual
Este es el nuevo aspecto que tiene la portada de mis páginas personales. En ellas recojo mis escritos, catalogados por relatos, versos, opiniones y cajón de sastre.
El nombre que le he puesto a este espacio es irrealidad virtual para reflejar un poco la amalgama digital que presenta.
Siempre se le plantean dudas a un escritor cuando sube algo a la red, el fantasma del plagio sobrevuela y ronda la cabeza con su voz tipo conciencia que dice «eres un idiota». Mi opinión se inclina a compartir, a distribuir, a permitir, a vivir y sí, a ser un idiota.
miércoles, 16 de marzo de 2005
Método para escribir un cuento
Soy muy obsesivo en casi todo, pero especialmente a la hora de escribir. He ido perfeccionando lo que he dado en llamar «mi método». Lo primero, tengo que prever es un estado inicial del que partir y un estado final al que la historia debe llegar.
Luego le pongo título al relato -me ayuda mucho para cuando me pierdo y no me importa cambiarlo mientras voy escribiendo la historia, pero está ahí, en la cabecera de todas las páginas-.
También para ayudarme y para crear un ambiente más lúdico he fijado una serie de normas que cumplo para la mayoría de los relatos que escribo:
(Es curioso ver luego que la gente que ha leído mis relatos no se ha dado cuenta de que existen esas reglas y se cumplen. Para mí es un salvavidas que a fin de cuentas tampoco influye en lo que narro).
Con ésto hemos cerrado la parte de ambiente, y ya puedo comenzar a escribir el primer párrafo (otra manía: no puede ser un día de fin de semana) y lo releo haciendo ya correcciones.
Escribo el segundo y releo los dos haciendo correcciones.
Así con cada párrafo hasta el final. Cuando en una de estas pasadas no modifico nada de un párrafo puede ser por dos cosas:
Todo esto que he contado es el primer día, en el que espero haber escrito la mitad del relato. Lo dejo dormir una semana y lo recupero (tampoco puede ser un día de fin de semana). Lo leo sin ánimo corrector y escribo el siguiente párrafo. Vuelvo a aplicar la técnica de las pasadas. Este segundo día lo termino. Y lo dejo dormir hasta el fin de semana siguiente. El fin de semana es para corregirlo definitivamente.
De todas formas no soy tan obtuso como para no saltármelo alguna vez:
Puntos de no retorno es un claro ejemplo de todo lo aquí expuesto.
martes, 15 de marzo de 2005
El miedo
El miedo nos impide hacer -o decir- muchas de aquellas tareas que deberíamos haber convertido en realidad. Nos produce una insatisfación con el camino que hemos elegido después de cada duda. Es tan atroz, que cada uno de nosotros quiere vivir sin miedo. Existen muchos tipos: unos propios y otros colectivos, unos reales y otros ficticios, unos instintivos y otros adquiridos. De la misma forma, creamos nuestras defensas para poder soportarlos y convivir con ellos. A veces son mecanismos incocentes, como el hecho de cantar cuando estamos a oscuras, tanto para infundirnos ánimos como para poder asustar al imaginario atacante. Otras son más sofisticados, la compra de armas como medio de autodefensa, los barrotes en las ventanas, los seguros de vida...
Las sociedades capitalistas han agudizado la crisis del miedo al introducir un nuevo factor: el dinero, en concreto sus fluctuaciones en mercados de futuros y en las inversiones, tanto en las más arriesgadas como en las de carácter conservador. De pronto, la sociedad nos acosa con el miedo a perderlo todo, a encontrarnos vagando por las calles sin nada.
Los gobiernos consiguen maniatar a los pueblos a través de soluciones parciales -o apaños- a sus miedos: invierten en seguridad, defensa, en medicina, en televisión... Estados Unidos recorta las libertades de sus ciudadanos -y de los inmigrantes especialmente- a cambio de asegurarles que viven en una nación más segura.
Personalmente creo que abusan de nosotros y que debemos comenzar a plantearnos algunos interrogantes. ¿Qué tenemos que sacrificar en el altar de nuestros miedos cada día para poder llegar al final de la jornada?, ¿la honestidad?, ¿los principios?, ¿el sentido común?... ¿Dónde está el límite que podemos soportar?
Ayer tuvimos reunión del taller literario. Hicimos lo de siempre, comimos y bebimos, hablamos de nosotros -de cómo nos cambia el mundo y cómo lo cambiamos-, leímos nuestros deberes y los criticamos -siempre constructivamente-. En realidad, el grupo juega un papel de lastre -en el buen sentido: tirar de nosotros- en nuestras vidas: nos obliga a escribir, a socializarnos en un entorno cultural, a compartir motivos y técnicas para mejorar nuestra pasión de escritores, y, en el fondo, a encontrarnos los unos con los otros. En realidad, el taller, es la manera de matar nuestros miedos durante tres horas.
lunes, 14 de marzo de 2005
De vuelta de Bilbao
He pasado el fin de semana en Bilbao. Me fui a tomar unos «pintxos». Era la primera vez que estaba y me impresionó encontrarme con una ciudad tan grande en la que vivir se hace de una forma sencilla. Donde los paseos se llenan de gente que va y viene, mira y espera, ríe y camina. Es una ciudad moderna y alegre, en construcción -como nos pasa siempre en Madrid-, con sus bares rellenos de saber gastronómico y conversaciones de futbol. Caminar por sus calles y plazas es una delicia, sobre todo si acompaña el sol. No encontré ninguna tensión, no vi por ningún lado esa ciudad crispada y dividida por el plan Ibarretxe y el terrorismo que intentan reflejar en la televisión. Creo que los vascos han encontrado el camino de vivir su vida, como la quieren y como se merecen. No sé si lo ha enseñado la ría, que separaba en dos la ciudad y que hoy en día es un hilo conductor que mezcla y confunde ambos márgenes. Entre una orilla y otra siempre hay un puente que cruzar.
Caminé mucho en dos días para poder respirar el aire de tantos sitios con encanto, para verlo todo. Lo único malo, lo cansado que estoy hoy.
viernes, 11 de marzo de 2005
Habana blues
Ayer tuve la suerte de ver el preestreno de la nueva película de Benito Zambrano. Se titula Habana Blues y cuenta la historia de dos músicos cubanos. En realidad habla de raíces y de las decisiones que tomamos cada día, de lo que elegimos y de lo que dejamos atrás. Nos presenta la isla de Cuba de manera realista -ese es un gran logro-, enseñándonos una Cuba difícil de vivir pero no imposible, con sus valores y toda su humanidad. Vemos diferentes actitudes ante la vida y vemos constantemente a cada uno de los personajes escoger y decidir por sí mismos. Es una película llena de valores, comprometida y de esas que merece la pena ver para no olvidarmos de quienes somos.
La banda sonora también es muy buena, mezcla de gran variedad de estilos: rock, hip hop, heavy... -todo hecho en la isla con músicos de allí-. Hasta aquí no nos había llegado toda esa riqueza, por eso ha sido todo un descubrimiento para mí.
jueves, 10 de marzo de 2005
El estatuto de los trabajadores
Para empezar un aniversario. Hoy se celebra el veinticinco aniversario del Estatuto de los trabajadores. A mí me parecía que lo teníamos desde hace un centenar de años, pero no es así la legislación sobre los derechos y deberes de los trabajadores es aún muy reciente. Debemos recapacitar en estos días sobre quién ha impulsado los avances en la defensa de la clase obrera. La sociedad actual plantea dos modelos a seguir. El primero es una lucha individual del trabajador defendiéndose a sí mismo a través de acuerdos y concesiones directas negociadas con el empresario para el que trabaja (el empresario paternalista defiende que se consigue mucho más por esta vía). El segundo es la asociación dentro de las organizaciones sindicales. El primero se basa en lo magnamidad de nuestra casta empresarial, se consiguen beneficios temporales, según los márgenes que el empresario estime oportuno y hasta que decida cancelarlos; no es equitativo generalmente, suelen ser ventajas que ya recoge el convenio del sector pero que no estaban en uso dentro de la empresa, su aplicación no es continua, por lo que no mejora la lucha sindical, y tiene un pequeño matiz egoista ya que lo que alcance cada uno se venderá como un logro de sus méritos. El segundo se apoya en la capacidad de nuestros dirigentes sindicales. Desde hace años yo aposté por lo segundo, soy afiliado a CC.OO. y me siento muy orgulloso de ello. Cierto que los representantes sindicales no gozan en este momento de buena prensa entre los propios trabajadores y se les cuelgan muchas etiquetas, pero creo que es el único camino útil para mejorar la situación de cada uno de nosotros, tanto individual como colectivamente. Nos restan demasiadas luchas como para tirar la toalla: el pleno empleo, la jornada de treinta y cinco horas, la humanización del trabajo... ¡Queda tanto camino por recorrer!
Para terminar una noticia, se ha presentado la lista de las cinco novelas aspirantes al premio de la Fundación José Manuel Lara Hernández. Este galardón lo concede la alianza de once grandes editoriales literarias españolas. A este premio cada una de las editoriales presenta un total de tres novelas que considera las más importantes del año. En esta edición los finalistas son: 2066, de Roberto Bolaño (Anagrama); Memoria de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez (Mondadori); Castillos de cartón, de Almudena Grandes (Tusquets); Al morir don Quijote, de Andrés Trapiello (Destino) y La mosca soldado, de Marcio Veloz (Siruela)
miércoles, 9 de marzo de 2005
«Malentendido»
Hoy me he puesto con los deberes para el taller literario. Esta quincena tenemos que trabajar sobre «un malentendido». He empezado a tejer la historia de un boxeador que llegó a campeón del mundo, pero que no le dieron el título. En realidad no hubo ningún malentendido, sino que su apodo es «Malentendido». He mezclado demasiado. He descrito una historia trágica de la guerra que marca la infancia del protagonista y la rabia que le motiva a boxear. He contado la facilidad con la que vence en todos los combates. He presentado a la hija del entrenador como punto de inflexión para la revancha del pasado. Le ha dado felicidad con ella y le he vuelto a golpear para que de nuevo pierda todo lo que tiene.
Escribiendo todo esto me han venido muchas dudas sobre la historia, qué necesita y qué le sobra. ¿De verdad necesito que le hayan negado el título mundial? ¿Por qué se lo han negado -no encuentro una historia coherente-? ¿Por qué tengo que conseguir que sea feliz por un instante? ¿No es mejor un ambiente sordido durante todo el tiempo? Mañana le daré otra vuelta.
Anoche terminé La sustancia interior de Lorenzo Silva. Es una novela muy simbólica, llena de posibles lecturas y que es sencillo interpretar en ellas situaciones personales de cada uno.
martes, 8 de marzo de 2005
El panadero de mi pueblo
Hace dos semanas a estas horas estaba en un taller literario impartido por Luis Landero en la Casa Encendida. Nos propuso un tema para que comprobáramos que se puede escribir de cualquier asunto; de todos tenemos algo que decir. Nos dictó sólo una regla, que deberíamos comenzar el relato diciendo «el panadero de mi barrio».
Me resulta muy difícil escribir sobre mí mismo y «el panadero de mi pueblo» me trae a cuestas en sus cestos de pan mi infancia. Voy a intentar dibujar la historia. Nací en un pueblecito de la Ribera del Órbigo en León dónde viví hasta los tres años. Compartíamos casa con mis abuelos maternos. Mi nacimiento me había convertido en el primer nieto por ambas partes, lo que estableció un vínculo muy fuerte, especialmente con mi abuelo Elías (el padre de mi madre). Cuando cumplí tres años cambiamos de ciudad varias veces hasta que nos establecimos finalmente en León capital. Mis cuatro abuelos se quedaron en Carrizo.
El panadero de mi pueblo, el señor Antón, venía en su furgoneta citroên dos caballos a la capital dos veces por semana a vender su pan: los miércoles y los sábados. También pasaba por nuestra casa ya que nosotros le comprabamos a él nuestro pan.
Cuando cumplí seis o siete años Antón pasó a desempeñar un papel muy importante e ilusionante en mi vida que se repetiría hasta los doce o trece años. Muchos sábados, cuando llegaba la primavera, venía con él mi abuelo Elías. Recuerdo esos sábados en que Antón tocaba el timbre, gritaba «el panadero» y yo bajaba corriendo las escaleras, empujando a mi madre incluso, para ver si había venido mi abuelo. Si estaba significaba que había venido por mí para llevarme al pueblo. Todos hacíamos un poco el paripé, mi abuelo le decía «siento haber venido sin avisarte, pero me gustaría llevarme a Javi el fin de semana». Mi madre en principio se negaba, para que yo rogase un poco y al final cedía y me iba con ellos. Si todavía tenía colegio mis padres irían el domingo a recogerme, si por el contrario, estaba de vacaciones esas estancias solían prolongarse durante varias semanas y algunos años incluso todo el verano.
Recuerdo esos viajes en que yo me sentaba atrás, entre todo el pan, e íbamos recorriendo el resto de la ruta; de cómo abría la puerta de atrás y Antón me pedía hogazas o barras de pan que yo iba escogiendo y entregándole. «Una barra de pan que esté muy cocida» y me iba al cesto y buscaba la que mejor cumplía el requisito. Las señoras me hacían mimos y carantoñas, mientras mi abuelo me miraba y yo me reía. Creo que en aquellos momentos los ojos de mi abuelo me hacían sentirme importante y querido; me decían que yo podía ser feliz y llegar a donde quisiera.
Recuerdo también la amistad que se tenían ambos; aquellas mañanas en que íbamos los dos a verle hacer el pan. Recuerdo el olor de la harina, mis manos jugando con la masa como si fuera plastilina y sus voces, charlando siempre de política.
lunes, 7 de marzo de 2005
Los marines norteamericanos
Este fin de semana ha habido una noticia sobre todas, ha sido la liberación de la periodista italiana Giuliana Sgrena y el posterior ataque a su coche por parte de los marines norteamericanos. En dicho tiroteo murió el agente italiano Nicola Calipari.
La noticia del rescate me llenó de alegría, pero inmediatamente apareció la segunda, en la que se hablaba de un incicente con los soldados norteamericanos. Dice el alto mando militar yanki que el coche iba muy rápido al acercarse al puesto de control, que los soldados trataron de avisar al conductor para que se detuviera -con movimientos de manos y brazos, con luces y con disparos de advertencia delante del coche y al aire- y que como no se detuvo pensaron que era un coche kamikaze y se vieron obligados a abrir fuego sobre él. Sgrena y los militares italianos cuentan otra historia, que nadie les dio el alto, que el coche no iba rápido y que los disparos no salieron del puesto control. Si he de creer a alguien ha de ser a la periodista italiana. Esta es la verdad de Giuliana Sgrena.
Los soldados norteamericanos no deseaban que Sgrena saliera de Irak, tal vez porque no están de acuerdo con los pagos de rescates, o porque la vida de un periodista -más aún si trabaja para un diario extranjero y de orientación comunista- no vale nada. Esas eran las órdenes a cumplir. Sé que dispararán siempre primero y preguntarán después. En todo caso, su gobierno está para tapar estos incidentes. ¿Qué pasó con José Couso? Los militares no quieren testigos con capacidad para contar la verdad; ni en Irak, ni en ningún sitio donde vayan sus marines a pacificar y a prolongar el progreso del sistema capitalista.
Unos días antes de que todo esto ocurriera, el periódico para el que trabaja Sgrena -Il manifesto- publicó una entrevista a un sargento del tercer batallón de los marines durante la invasión a Irak. Esta entrevista fue realizada por Patrizia Lombroso y la ha traducido Gorka Larrabeiti para Rebelión y en ella se muestra el lado de la guerra que todos intuimos y que los gobiernos ocupantes tratan de ocultar.
viernes, 4 de marzo de 2005
Un paseo matutino
Esta mañana he salido un rato, he caminado por las hoy gélidas calles del centro hasta llegar a la plaza Mayor. No eran aún las diez, por lo que los camiones de reparto circulaban libremente y apenás un puñado de turistas habían comenzado a tomar fotografías. A esta hora se puede comprobar como las zonas de sombra van dejando paso a un sol que va subiendo y calentando lentamente el empedrado, basta con pararse diez minutos para comprobar el cambio. El cielo no estaba especialmente bonito, nubes tristes de día entristecido. Algún día contaré alguna historia sobre la plaza Mayor porque sé que cuando me vaya de aquí la echaré mucho de menos.
Por la calle me he cruzado con una mujer que llevaba el periódico gratuito ¡Qué! del grupo Recoletos. Lo llevaba doblado en tres partes, lo abrazaba sin que lo tuviera cogido con ninguna mano, y mostraba claramente la parte en la que figura la cabecera y el nombre del periódico. Nada especial, salvo que hace unos días me crucé con otra mujer que llevaba el mismo diario en la misma postura. Me ha dado por pensar que ambas mujeres han sido contratadas por Recoletos para hacer publicidad. Son las nuevas y modernas mujeres anuncio.
Hoy tengo mi última clase de cata, esta tarde-noche nos tocan los cavas. Ayer fueron los vinos dulces. Me dejó muy buen sabor de boca el San Emilio un vino con uva Pedro Ximénez de la bodega Lustau.
jueves, 3 de marzo de 2005
El deber de recordar
Acabo de leer el artículo de José Arturo Val del Olmo que se titula El deber de recordar y que hoy publica Rebelión. Es un artículo interesante, que remueve mis sentimientos. Me centraré en el origen del artículo: «los cinco asesinados en Vitoria-Gasteiz el 3 de marzo de 1976» y su petición: «tenemos el deber de no olvidar que un 3 de marzo la policía disolvió una Asamblea de Trabajadores disparando mas de 2.000 balas, asesinando a cinco trabajadores e hiriendo de gravedad a muchos más».
Hoy, en el vigésimo noveno aniversario de su muerte, yo también quiero rendirles un homenaje a esas cinco personas. He revisado documentación y he podido encontrar la suficiente para poder reconstruir la historia:
El 3 de marzo de 1976 se presenta en Vitoria como un día más de conflictos laborales generalizados. Ese día más de 5.000 personas, entre las que se encontraban niños y ancianos, se reunieron en asamblea en la parroquia de San Francisco, del barrio de Zaramaga. Esta circunstancia es conocida por los órganos gubernamentales, ordenando estos su desalojo. Para ello las dotaciones policiales lanzaron 26 botes de humo a través de los cristales del templo, lo que provocó situaciones de pánico. Las personas congregadas en la asamblea empezaron a romper cristales para poder respirar. Desde fuera -tras el cordón policial- la sensación era de alarma, ya que ante tanto humo se empezaba a pensar que la iglesia estaba ardiendo. Finalmente se abren las puertas, lo que permite a la gente que se encontraba en el interior intentar escapar del humo y poder respirar. En esos momentos y con este panorama, la Policía comienza a disparar con fuego real, provocando la muerte de los trabajadores: Francisco Aznar, de diecisiete años, Romualdo Barroso, de diecinueve años, Pedro MaríaMartínez Ocio, José Castillo y Bienvenido Perea, y heridas a muchas decenas de personas.
Pocas más palabras se pueden decir: que no se le puede echar la culpa al Generalísimo, que la transición no fue tan pacífica ni tan bienintencionada como se nos pintó, que todavía nos quedan muchas cosas que recordar...
La imagen que acompaña a este artículo está tomada del magnifico web de la Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores.
Cambiando de registro, la televisión ya está arreglada y en casa. Justamente hoy he leído en la cadena ser que según un estudio realizado por Yahoo! España «el 80% de los encuestados podría estar una semana sin ver la tele y un 68% no sería capaz de prescindir de su ordenador».
miércoles, 2 de marzo de 2005
Más perdido que un pez
Hoy es de esos días en que uno se siente tan perdido como un pez. Es un día extraño, parece que fuera ha vuelto el frío, pero yo no me he movido de casa. Veremos esta noche camino del curso de cata -hoy nos tocan los tintos-.
El silencio me ha acompañado todo la mañana, lo ha interrumpido Aute durante un ratito, mientras comía. También he hablado por teléfono con los que están arreglando la televisión. Me han dicho que han detectado el problema y que esperan poder ponerse con ella mañana. Pende la duda de si volverá a casa para el fin de semana. Echo mucho de menos la forma de arreglar las televisiones que se tiene fuera de Madrid. En León tú llamas al técnico, se acerca a tu casa y en un par de horas ya tienes la televisión otra vez funcionando. Cosas del progreso, en Madrid se llevan tu tele y te la secuestran. Me la imagino en una oscura estantería, con otras de su especie, todas calladas, sin apenas mirarse. Cada una meditando sus problemas. De vez en cuando un hombre se acerca, las observa todas y elige una que pasa a ser colocada sobre la mesa. La abre, con cierto cuidado, y va comprobando cada uno de los componentes hasta dar con el fallo. Luego busca en el almacén la pieza y la sustituye. Comprueba que funciona y la lleva a una nueva estantería.
Durante la mañana he estado trabajando en mi irrealidad virtual, pero no he subido los cambios al servidor. Todavía tengo que mejorar algunos detalles. Quiero tener una nueva versión para el día quince de este mes. Ya veremos.
martes, 1 de marzo de 2005
Cata de vinos
Anoche comencé un curso de cata de vinos. Tal vez sea un poco de snobismo por mi parte o tal vez una necesidad imperiosa de culturizarme a marchas forzadas. El sitio se llama AlQatar y está en próximo a la madrileña iglesia de La Paloma. Somos once alunmos los que comenzamos ayer, once narices rebuscando entre los quinientos aromas que puede tener una copa de vino. Todo un reto para este siglo y esta sociedad urbanita en la que vivo donde ya no se huele nada.
He empezado con esto sólo para hablar del frío que hacía al volver a casa a eso de las diez de la noche. El viento helado atravesaba cada uno de los poros de mi cara. Son pocos más de diez minutos los que hay hasta mi casa, pero sufiencientes para desear estar bajo el cobijo de mi dulce hogar y ver la ola de frío desde la ventana. Por cierto, un sentido más, toda la noche estuve escuchando el fuerte soplar del viento.
Una cena tranquila, con música, y un ratito de lectura al terminar. Estoy leyendo La sustancia interior de Lorenzo Silva. No llevo el libro demasiado avanzado, pero sí lo suficiente como para comprender que me quedan muchas lagunas a las interpretaciones que le doy. Silva habla de que este libro es un homaje a Kafka. Para mí se está conviertiendo en una metáfora sobre las jerarquías en el trabajo y el proceso que debe seguir todo nuevo recién incorporado. Aunque también habla de las relaciones humanas, de la incógnita que nos supene lo que esperan los demás de nosotros, de lo que escondemos... Vamos de la vida misma.
La tele sigue fuera, ni siquiera me han llamado para decirme qué tiene y cuánto me va a costar. Empiezo a convencerme de que tendré que vivir sin ella al menos hasta la semana que viene.
lunes, 28 de febrero de 2005
La televisión se rompió
Toda peripecia tienes sus orígenes. Anoche se me estropeó la tele y supongo que tendré que estar una temporada sin ella. Es una buena ocasión para empezar mi cuaderno de bitácora.
No soy una persona que escriba diarios, y que tal vez tampoco tenga mucho que contar. Me defino como un tanto autista, con cierta tendencia al comportamiento introvertido y muy poco sociable. Me imagino que tras esta diatriba pocos serán los que continuarán leyendo. Siempre tiro piedras contra mi tejado.
A ella, a la televisión, acudo como quien se bebe una botella de ron para anestesiarse pues le van a amputar una pierna y no hay nada más. No voy a entrar en juicios de valor sobre su calidad, pero si recalcaré la necesidad de ella que tengo.
Como en esto de los blogs se vive de anécdotas contaré la de hoy: mi televisor es de la marca Nokia, así que decidí llamar al teléfono de atención al usuario de dicha marca. Como todos estos números es una centralita automática que va ofrece cuatro alternativas; ninguna de ellas se acercaba a mis necesidades, pues la mayoría se encaminaban a temas de telfonía móvil y asociacionismo con el club Nokia. Deseaba hablar con un operador -que es como llaman técnicamente a las personas-, así que colgué y me puse a pensar. No me habían ofrecido la opción cero; volví a llamar y nada más comenzar la locución marqué el dígito y sí, como todas la centralita automáticas me pasó con un operador.
Por hoy creo que es sufiente, más pinceladas mañana.