jueves, 10 de marzo de 2005

El estatuto de los trabajadores


Obreros trabajandoPara empezar un aniversario. Hoy se celebra el veinticinco aniversario del Estatuto de los trabajadores. A mí me parecía que lo teníamos desde hace un centenar de años, pero no es así la legislación sobre los derechos y deberes de los trabajadores es aún muy reciente. Debemos recapacitar en estos días sobre quién ha impulsado los avances en la defensa de la clase obrera. La sociedad actual plantea dos modelos a seguir. El primero es una lucha individual del trabajador defendiéndose a sí mismo a través de acuerdos y concesiones directas negociadas con el empresario para el que trabaja (el empresario paternalista defiende que se consigue mucho más por esta vía). El segundo es la asociación dentro de las organizaciones sindicales. El primero se basa en lo magnamidad de nuestra casta empresarial, se consiguen beneficios temporales, según los márgenes que el empresario estime oportuno y hasta que decida cancelarlos; no es equitativo generalmente, suelen ser ventajas que ya recoge el convenio del sector pero que no estaban en uso dentro de la empresa, su aplicación no es continua, por lo que no mejora la lucha sindical, y tiene un pequeño matiz egoista ya que lo que alcance cada uno se venderá como un logro de sus méritos. El segundo se apoya en la capacidad de nuestros dirigentes sindicales. Desde hace años yo aposté por lo segundo, soy afiliado a CC.OO. y me siento muy orgulloso de ello. Cierto que los representantes sindicales no gozan en este momento de buena prensa entre los propios trabajadores y se les cuelgan muchas etiquetas, pero creo que es el único camino útil para mejorar la situación de cada uno de nosotros, tanto individual como colectivamente. Nos restan demasiadas luchas como para tirar la toalla: el pleno empleo, la jornada de treinta y cinco horas, la humanización del trabajo... ¡Queda tanto camino por recorrer!

Para terminar una noticia, se ha presentado la lista de las cinco novelas aspirantes al premio de la Fundación José Manuel Lara Hernández. Este galardón lo concede la alianza de once grandes editoriales literarias españolas. A este premio cada una de las editoriales presenta un total de tres novelas que considera las más importantes del año. En esta edición los finalistas son: 2066, de Roberto Bolaño (Anagrama); Memoria de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez (Mondadori); Castillos de cartón, de Almudena Grandes (Tusquets); Al morir don Quijote, de Andrés Trapiello (Destino) y La mosca soldado, de Marcio Veloz (Siruela)

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