martes, 16 de agosto de 2005

Filósofo



Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso dar vida a algún personajes extrovertido y todo el mundo onírico que le rodeaba. Todo para hacer un poquito de opinión desde otro punto de vista. El artículo que hoy recojo en este blog, fue escrito en enero de 1994 y publicado en el número 16 de dicha revista.

Retrato de Lord Vran de Milos y Gorverats
Retrato de Lord Vran de Milos y Gorverats
Lord Vran no ha conseguido dormir, así que pasea descalzo por el jardín. Dos mansiones más allá -hacia el mar, quiero decir- el Barón Anselmo Ñaspe hace lo mismo. Caminan los pies desnudos humedeciéndose del despertar de la hierba -hermosos rocío que invade las plantas (de los pies)-, piensan las cabezas cubiertas bajo los sombreros. Los unos andan en círculos y a pasos más o menos rápidos, mientras las otras reflexionan: «¿Es el hombre un fin en si mismo?». Oscuras palabras de nobles señores ociosos, que un mayordomo como yo ha de responder sin más dilación o ninguno de ellos dormirá esta noche.

Hago sonar una campanita y acuden. Ya reunidos en el salón carraspeo -por hacerme resaltar- y comienzo mi Basi Vos Perorata:

- Pienso en el hombre y veo una alimaña pequeña y revoltosa que salta y huye por el bosque. Otras veces es un oso enorme puesto en pie y chillando. Pero no es eso de lo que queréis que diserte. Es más bien, en si el hombre debe luchar por la evolución, como amo del mundo, de su especie o debe morir como individuo. Hablar de prosperidad colectiva es indicar la necesidad de un proceso escalonado -de piedra sobre piedra-, es sugerir la continuidad entre unos y los siguientes, apostar por el compromiso. Sí, es necesaria la transmisión de conocimiento para comprender el mundo. Aunque también puede ser que queráis preguntar si el hombre es el fin de la cadena -un fin en si mismo-. Lo cierto es que no necesita de un ente «superior» para vivir su vida; todo, absolutamente todo, está a su alcance. No hay respuestas fuera del hombre. No hay milagros. Ha de conformarse con lo que tiene: labrar la tierra con sus propias manos para que sea fértil, regar con su propia inteligencia. Nada cae del cielo, ni el futuro está escrito, se va construyendo día a día.

Concluido mi discurso, abandoné el salón para que ellos reflexionaran. Supongo que dentro de unas horas me llamarán de nuevo para interrogarme sobre la muerte. Pero esa ha de ser otra disertación, en la que habré de fundir la nada u el silencio, para luego confundirlos en la perfección absoluta de la inmovilidad. Hermosos discursos metafísicos, pero más hermosos es practicar el sexo oral con mi eunuco. Así que no os extrañe que escrito esto Basi Vos desaparezca durante algunas horas.

→ Basi Vos firma#

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