«Remine» se estrena en el SEFF
Lunes 10 de noviembre de 2014. Festival de Cine Europeo de Sevilla. Sevilla
Cartel del largometraje Remine
Hablar de «Remine» es hacerlo de sentimientos, dignidad, humanidad y lucha obrera por un futuro que nos permita seguir viviendo con la honradez del trabajo hecho con nuestras propias manos, aunque sea de la dureza que exige arrancar el carbón de la tierra. Marcos M. Merino ha retratado en este documental el último conflicto minero en Asturias, la fuerza de su pelea y las razones que determinan su resistencia. Su trabajo saca a la luz todo eso y lo hace mostrándonos a las personas desde el lado de las emociones.
No es un documental fácil, sin otros puntos de apoyo para el espectador que la propia palabra de sus protagonistas, sus gestos y sus sentimientos que van aflorando e intensificándose. La emoción se convierte en la principal correa de transmisión y nos trae un aire que necesitamos para respirar, que durante cien minutos nos despierta de nuestro estado amnésico y que nos hace preocuparnos por nuestra sociedad y albergar un rayito de esperanza. La cámara se coloca frente a estos hombres y mujeres que luchan por su pan y el de las generaciones que vendrán después, y mientras lo hace se va convirtiendo en un compañero más que nos acerca miradas, que explica comportamientos y que contagia un deseo enorme de luchar al lado de los mineros, de levantarse y tomar la tierra por asalto. Razones nos sobran. Especial es el momento de la llegada de la marcha minera a Madrid, las caras de asombro de los mineros ante el recibimiento de los madrileños, de gratitud con la gente que supo entenderles. Perdieron, es cierto, pero lucharon y nos dieron el ejemplo de resistencia que necesitábamos, nos explicaron que cambiar las cosas tiene un precio, pero que unidos y con coraje podemos pagarlo.
Cuenta Marcos M. Merino durante la presentación que el conflicto de la minería en nuestro país está repleto de aristas políticas. Pero no ha sido su idea ponerlas en primer plano, sino que ha optado porque la gente participara y que el equipo que les filmaba hablase lo menos posible. No hay voces en off, ni carteles guiando al espectador, es el propio público el que debe sacar su lectura de lo visto y debe hacerlo escuchando y conviviendo con los hombres y mujeres del carbón. Reconoce que fue un trabajo de paciencia, respeto y mucho tiempo, trabajando con ellos de día y de noche durante largas jornadas. Para llegar a las emociones se necesitaba la proximidad. Luego fue todo dejarse llevar. De los mineros dice que es una gente muy especial y generosa. Señala que mantiene el contacto con la mayoría de ellos y que esta semana muchos irán al estreno en Asturias, en el Niemeyer.
Marcos M. Merino presentando su documental en el SEFF
(foto: Toni Gutiérrez)
(foto: Toni Gutiérrez)
El documental está yendo por festivales, especialmente en Latinoamérica (Uruguay, Argentina, México…), pero también ha estado en San Petesburgo. Merino señala que en todos esos lugares, las preguntas que le han hecho y las emociones que se han vivido son las mismas. Explica que es porque el mundo está jodido en muchos sitios. Y en todos, ver gente que lucha da ánimo y esperanza.
Cuando le preguntan por cómo terminó todo, señala que los meses posteriores fueron terribles, que en los días siguientes echaron a la calle a la mitad y que la minería privada ha pagado un precio muy alto en despidos y cierres. Pero se acabaron los voladores (cohetes) y ya no interesa a los medios de comunicación. Explica que desde el arranque del conflicto se ha generado un debate tratando el asunto como un problema de rentabilidad económica y como sociedad hemos asumido esos términos. Señala Merino que quienes ganan son unos pocos, las compañías eléctricas que traen carbón de fuera más barato. El director se pregunta sin embargo por la rentabilidad social del carbón en las comarcas mineras.
Preguntado por su próximo trabajo señala que está pensando en varios proyectos que tratan de la resistencia del ser humano ante las dificultades. Le asombra esa decisión de pelea sin plantearse la victoria segura, como el camino para mantener la dignidad personal.
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