No todo han sido largos en el Festival, también hemos tenido la oportunidad de ver algunos cortos, unos precediendo a la película principal y otros en proyecciones estrictamente de cortometrajes. El mundo del corto, dentro del SEFF, es aún un espacio emergente y básicamente autóctono.
[Sección Oficial. «Le Meraviglie». Alice Rohrwacher. Italia, Suiza y Alemania] Un mundo que se deshace
Maria Alexandra Lungu, actriz, y Alice Rohrwacher, directora, presentando su película Le Meraviglie. Foto Toni Gutiérrez
«Le Meraviglie», en mi opinión, es la mejor película que he visto en este festival. Estoy seguro que sus imágenes seguirán en mi retina durante mucho tiempo. El cine italiano de esta nueva hornada, me ha dejado un buen sabor de boca. «Le Meraviglie» es una película hecha desde la ternura y que encierra un magnetismo muy especial, de los que es difícil describir. Habla del mundo rural, con sus ritmos y sus esclavitudes, y de crecer allí, dentro de ese ambiente tan duro. Alice Rohrwacher con su película nos hace mirar hacia un mundo natural, honesto y auténtico en peligro de extinción. En un caserón en medio de la Toscana y dentro de una familia que vive de la apicultura, Gelsomina, una niña de 14 años, empieza a hacerse preguntas sobre el mundo que le rodea y los modelos que vislumbra más lejos.
Rohrwacher empieza su rueda de prensa diciendo que no es una película autobiográfica. Reconoce que siempre dice lo mismo, pero que no le hacen mucho caso. Añade que es una película muy personal, pero eso es porque conoce muy bien a los personajes que ha retratado en ella. No cuenta su historia, pero se rodó en su mundo, el de las abejas.
Cuando le preguntan sobre las jóvenes actrices y el maravilloso trabajo que han hecho, la directora confiesa que le gustaría contarnos secretos increíbles, pero que en realidad lo único que han hecho es ensayar mucho. Alexandra, la actriz protagonistas, no conocía el mundo de la apicultura, y sin embargo ha llegado a hacer cosas con las abejas que la propia directora no sabe hacer, no sabe si ha sido de forma inconsciente o simplemente porque es una joven muy valiente. El casting supuso un proceso largo, pero cuando vio a sus actrices, las reconoció de inmediato.
La directora ha vuelto a esa región después de haber estado mucho tiempo fuera. Ahora hay monocultivos, muchos extranjeros que compran casas y una sensación de estar dentro de un parque temático. Lo que ha visto es que todo aquello que aún no se ha destruido se está intentando transformar en un museo de las bonitas tradiciones. Cuando se reestructura con ese objetivo, significa quedarse en un estrato y destruir todo lo anterior y lo posterior. Nuestras casas no eran así, tenían diferentes estratos, restos de todos aquellos por los que se ha ido pasando. La familia retratada en la película es verdadera.
Al interrogarla sobre el final, explica que la historia va hasta el momento en que la protagonista tiene capacidad de mirar su mundo con ternura y ya sin severidad. En realidad es una manera de decirle que toda la angustia, el caos, las montañas altísimas y la dureza de esa vida, pasará. Dice que ha tratado de no subrayar, sino de que sea el espectador quien tome percepciones sin que éstas sean evidentes. La película es el espacio del espectador. Podemos intuir en ese final que los cazadores se han ido, que el lugar ha vencido. Explica también que es la historia de un sitio más fuerte que todos los personajes que puedan pasar por él, porque son los lugares los que habitan a las personas.
También se habla de la figura paterna, dice que no es un tema importante en la película. Explica que le parece un hombre justo que no sabe hacer las cosas. Por eso está siempre equivocado. No trata de psicoanalizarlo, pero señala que no habla el idioma, que tiene siempre que estar traduciendo lo que piensa a palabras y que estas no le salen. No tiene una intención negativa, pero le falta capacidad. Ese aislamiento justifica que sea tan rudo. Lo importante, señala, es el gesto de perdón de la hija que es más fuerte que él y que ha aprendido a leer el mundo a través de la figura de su padre y ver más allá. Ese gesto desprende mucha ternura. Añade la directora que ella se identifica con el personaje paterno, que en cierta forma es ella.
Sobre la televisión de su país, explica que es sencillo criticarla. Italia lleva 30 años de genocidio cultural, en particular por la televisión. Todo el mundo lo sabe. El mundo de la televisión que sale en la película sirve para que la protagonista lo vea como algo del más allá, que sea una nave espacial a la que quiere subirse. En esa contraposición, ella misma descubrirá que la gente de la televisión no es especial, son personas del mismo barco.
[Sección Oficial. «Aimer, boire et chanter». Alain Resnais. Francia] Un divertimento
Cartel del largometraje Aimer, boire et chanter
«Aimer, boire et chanter» es la película póstuma de Alain Resnais, su despedida. A un hombre, que no sale en la película, le queda ya poco de vida y sus amigos deciden ayudarle a pasar esos últimos meses. El largometraje habla de cómo los demás, su comportamiento, nos afecta más de lo que queremos. Habla de nosotros, de la cortesía, de lo que callamos, de lo que de verdad nos queremos… Son cosas simples, pequeños detalles, los que nos hacen felices y sin embargo los dejamos escapar. Es la mirada de los otros la que nos hace darnos cuentas de lo verdaderamente importante para nuestras vidas.
«Aimer, boire et chanter» es un divertimento hecho con mucho gusto. Todo está cuidado, medido al milímetro, pensado de antemano: sus colores, las estaciones que pasan, y ese ambiente costumbrista. Resnais juega con los símbolos para hacer teatro dentro del cine y hablar de la condición humana.
[Las nuevas olas. «L'abri». Fernand Melgar. Suiza] El país de los Rolex
Cartel del largometraje L'abri
Si hablamos de condición humana, el ser humano no sale bien parado en el nuevo documental de Fernand Melgar. En
«L'abri» nos asfixiamos dentro de un refugio suizo para inmigrantes. Pasar la noche, con derecho a cama, ducha, cena y desayuno cuesta 5 francos a personas que no tienen nada. Cada noche se llena y quedan fuera personas a las que por capacidad del lugar no pueden atender. Dormirán en la calle, con frío, lluvia y nieve. En Senegal llaman a Suiza «el país de los Rolex», pero la riqueza no se comparte.
Si no hay trabajo, no hay dinero. Esa es la verdadera exclusión, la línea que divide quién puede vivir en Suiza o no. Encontrar un trabajo se convierte en un camino sin final. Se trata de que los excluidos se vayan, sin ejercer presión, dejando que sea la propia inclemencia climática, la burocracia infranqueable y la imposibilidad de que las cosas cambien quienes les echen. Las autoridades no ejercen fuerzan, pero la ayuda es escasa y las propias personas que pernoctan rechazan el ambiente.
Melgar no habla, se limita a mirar, a enseñarnos la manera de vivir, a mostrarnos los tropiezos, la desesperación, lo imposible. No está la voz oficial de las instituciones suizas, pero su actitud se trasluce en el documental.
Sorprende ver que esa inmigración llega en un alto porcentaje a través de España. Latinos y africanos a los que la crisis ha echado de sus trabajos y de nuestras calles, que han tenido que irse de nuestro país para sobrevivir. Lo que se ve es que Suiza no será el destino final, sino otro país de paso.