viernes, 21 de junio de 2013

Por una información libre, veraz y plural

El conflicto de los trabajadores de Telemadrid inaugura la Muestra de Cine de Lavapiés con la proyección de tres documentales realizados por el equipo de Telemadrid en el Exilio


Viernes 21 de junio de 2013. Cine Doré - Filmoteca Nacional. Madrid

Cartel de la 10 Muestra de Cine de Lavapiés
Cartel de la 10 Muestra de Cine de Lavapiés
La Muestra de Cine de Lavapiés cumple diez años. Toda una década peleando porque la cultura salga a la calle, a tomar sus espacios de encuentro naturales y porque lo haga de una forma accesible para quienes quieran participar. Es una Muestra que se hace con la ilusión militante de acercar el cine para, a través de él, hacer barrio. Un festival hecho desde el entendimiento de una cultura horizontal que apuesta por un compromiso social participativo y equilibrado y con el deseo de construir sociedades que tengan conciencia. La Muestra es un canal de difusión y distribución para ese cine autoproducido y bajo licencias libres, unas películas que, a pesar de su calidad, tienen difícil encontrar una pantalla donde ser proyectadas. Pero no es un festival ecléctico sino que está abierto a todos los públicos y por eso programa también películas que han pasado por los circuitos comerciales donde han obtenido un cierto reconocimiento. Unas y otras conviven porque un barrio son muchos mundos y un mundo muchos barrios.

Con estas ideas no es extraño que la inauguración sea en el Cine Doré, nuestra Filmoteca Nacional, el más público de nuestros cines, el que nos pertenece a toda la ciudadanía. Esta es la única proyección en el Festival que no es gratuita, aunque no resulta difícil hacerse con una invitación. Con un mínimo retraso sobre la hora programada, una voz nos da la bienvenida a la 10 Muestra de Cine de Lavapiés. Después se apagan las luces y se proyectan las 8 cortinillas de las Muestras anteriores. Son una mirada nostálgica, de memoria, a un barrio que apenas ha cambiado en esta década. Sigue estando lleno de color, contagiado de multiculturalidad, repleto de pensamientos diversos que a menudo confluyen y manteniendo el mismo descuido institucional por parte del Ayuntamiento de Madrid que parece como si hace años que quisiera mantenerlo en el olvido.

Tras el repaso, los organizadores, formando una fila ante el escenario, presentan la Muestra de este año. Es un discurso breve, en defensa de la cultura y la participación, del barrio que queremos los que allí vivimos. También hay tiempo de presentar la cortinilla de esta décima edición, un año más realizada por el colectivo audiovisual Calipso Films, y dar paso a Luis Azanza, Alberto Alcalá y Gustavo Vallecas, del equipo de Telemadrid en el Exilio, la televisión creada por extrabajadores de Telemadrid. Ellos son los autores de los tres documentales que se van a proyectar. Antes de verlos, nos hablan sobre del conflicto laboral que vivieron en Telemadrid y de ese ERE que afectó a cerca de 900 trabajadores de la plantilla. Siempre fueron conscientes de que los despidos no respondían a causas económicas, sino a una posición ideológica con intención de terminar con el empleo público y el trabajo digno, pues se ha echado a la calle a quienes aprobaron su oposición y se ha dejado dentro a quienes fueron elegidos a dedo desde el gobierno de la Comunidad de Madrid.

Una escena del documental Telemadrid: del ERE al despido improcedente
Una escena del documental Telemadrid: del ERE al despido improcedente
Cuentan los antiguos empleados de Telemadrid que la información no se contrasta, solo se da paso a aquella que sirve a las intenciones políticas de quienes gobiernan y si es preciso se manipula para que convenga a esos intereses. Este descenso de calidad en la información no ha sido algo casual, sino que ha sido el resultado de un concienzudo proceso de degradación que se había fijado como objetivo el desmantelamiento de la televisión pública madrileña. Viene de lejos esa transformación de Telemadrid en una televisión sectaria y al gusto del PP. Pero muchos de sus trabajadores pelearon porque no fuera así y se estableció un pulso. Como estorbaban a esos intereses había que despedirlos. Así se ha ido robando a los madrileños el derecho a ser informados de verdad y cuando te tocan una televisión que apesta lo que dice la gente es que la apaguen. Por eso su lucha ha sido muy difícil. Los medios no les han escuchado, ni cuentan lo que han salido a reivindicar, así que agradecen esta oportunidad de mostrar su trabajo y visibilizar su problema ante el público. Gustavo Vallecas explica que lo que está en juego es el derecho a una información pública y que ésta tiene que ser libre, veraz y plural. Vivimos en la desmemoria porque al poder le interesa que así sea. Les molesta que grabemos todo lo que no quieren que se vea y tratan de borrarlo y hacerlo desparecer cuando aún así se hace.

Los tres documentales que forman esta sesión son de este tipo, de los que guardan para la memoria todas esas imágenes que quienes mandan no quieren que veamos. Ninguno de ellos va firmado más que por la cortinilla de Telemadrid en el Exilio al final, porque ellos son un colectivo y su trabajo responde al esfuerzo de todas las personas que lo forman, sin distinciones de ningún tipo.

El primero de los documentales se titula Sube la marea y nos muestra los preparativos para la gran Marea Ciudadana del 23-F. Allí confluyó la protesta de una ciudadanía afectada por los recortes que han venido impulsados como medidas necesarias detrás de la estafa de la crisis. El documental es un retrato de las actividades de preparación de aquella manifestación y de las ideas de algunos de los cientos de grupos que forman parte de cada una de las Mareas. Organizaciones y asambleas que están vertebrado redes y tendido puentes ciudadanos para construir una democracia más participativa, pero que también han salido a la calle para pedir cuentas a los que nos gobiernan en un grito tan mudo como pacífico. Es nuestro derecho legítimo. Es hora de ejercerlo con contundencia.

El milagro de Borromeo surgió de una iniciativa por la que cada trabajador de Telemadrid amenazado por un ERE aportó un kilo de comida para donar a quienes lo necesitaran. Así reunieron 925 kilos que decidieron entregar a la parroquia de San Carlos Borromeo. La parroquia lo empleó en el Gallinero, un poblado marginal en Entrevías que acoge a una población procedente de Rumanía. De aquella experiencia, de la que fueron testigos en Telemadrid en el Exiliio, desarrollaron este pequeño documental. Su objetivo es tratar de explicar, desde lo emotivo, la problemática del Gallinero y la actividad que la parroquia sigue llevando a cabo hoy en día con los marginados, los desfavorecidos y los presos. Los curas obreros de los 50 y los 60 que se movilizaron para ayudar en los guetos de pobreza que se formaban en los poblados de chabolas, que en los 70 trabajaron con el resto de organizaciones para traer la democracia a este país, y en los 80 sirvieron de apoyo a los drogodependientes, siguen teniendo su espacio en esta sociedad del siglo XXI.


Documental Telemadrid: del ERE al despido improcedente
Entre los dos anteriores se proyectó Telemadrid: del ERE al despido improcedente un documental que quiero destacar. En él Gustavo Vallecas realiza un trabajo desde la distancia de un periodista empotrado para cubrir el asunto. Es un documental crudo, en el que abundan los datos y la información contrastada para contarnos como vivieron los trabajadores de Telemadrid esos 137 días que han estado saliendo a la calle para denunciar el ERE. Nos habla de los directivos y de los acólitos de la redacción paralela que juntos emprendieron el camino que ha ido destrozando la credibilidad de los informativos de la cadena. En una década han cambiado información por partidismo y manipulación. En la película, al gobierno de la Comunidad de Madrid se le ve el plumero, su modelo de privatización y desinformación exige una bajada de audiencia previa para que la gente deje de preocuparse y hasta sienta un cierto alivio cuando lo privaticen, que suspire por el peso que le han quitado de encima. Pero no han sido sus trabajadores quienes han hundido Telemadrid, lo han hehco Esperanza Aguirre e Ignacio González.

Muchos de los días que se retratan son tristes, de agonía, y sin embargo se observa que el ánimo fluye porque cada una de las personas que trabajaban en Telemadrid se han unido para forma un único colectivo impulsado por la ilusión de salvar una televisión pública, de volver a informar como se debe. Es sin duda un reportaje imprescindible que retrata hechos, se hace preguntas y nos muestra la realidad tal como ha sido. Tras el juicio que declaró improcedentes los despidos del ERE, resulta vergonzoso escuchar a Ignacio Gonzáles en los informativos de Telemadrid diciendo que el juez ha dicho que los despidos han sido correctos. Es la manipulación torticera de quien siente que está por encima del bien y del mal, de quien no tiene remordimientos por mentir con descaro a la ciudadanía.

Tras las proyecciones se abre un turno de palabra donde van hablando cada uno de los representantes presentes. El cura de la parroquia de San Carlos Borromeo, Javier Baeza, dice que ante esta crisis dolorosa, que no debemos aguar, nada podemos esperar del poder (político, económico y eclesiástico). Lo que se ha conseguido es que las luchas se socialicen. En ese sentido, la solidaridad mueve montañas y permite que se esté buscando la justicia social. Debemos creer el uno en el otro, tener fe en lo humano. Yolanda, representante de las Mareas Ciudadanas, nos cuenta que las Mareas incluyen muchas luchas, porque hay recortes en todo, también en nuestra democracia. Ante eso hay que resistir y seguir uniéndonos ante la adversidad. Es la ciudadanía la que debe tomar la palabra y la calle. Mae Lozano, experiodista de Telemadrid y miembro de la Plataforma Salvemos Telemadrid, nos recuerda que solo hay un camino, seguir adelante. La lucha en defensa de la Sanidad pública en Madrid ha conseguido que Güemes y Lamela hayan sido imputados por el desmantelamiento de la Sanidad madrileña en su proceso de privatización. Cuando surgió el ERE de Telemadrid, la mayoría de los madrileños estaban a favor de su hundimiento, pues era una televisión sin la menor capacidad de servicio público. La lucha de los trabajadores ha servido para cambiar la imagen y darle la vuelta a esa tendencia.

Al final el público abandonó la sala con esperanza y gritando con fuerza «sí se puede».

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