La Muestra de Lavapiés con el cine comprometido y desde un espacio liberado
Miércoles 26 de junio de 2013. El Solar de Lavapiés. Madrid
Cartel del cortometraje Algún lugar
Es cerca de las diez y media, con la luz del sol ya desaparecida y con otro lleno absoluto, cuando se abre la noche en el Solar. Se proyecta el cortometraje Algún lugar, de David Vallina. Arranca con una imagen estática, una conocida fotografía de Javier Bauluz en la que una pareja toma el sol en una playa española, mientras al fondo se puede ver el cuerpo sin vida de un inmigrante muerto al que la marea había arrastrado hasta la misma playa. Esa fotografía ilustra la indiferencia que Occidente siente ante la inmigración. Vallina gira la historia y al darle esa vuelta encierra toda su crítica para golpear al espectador con fuerza. En cierta manera nos obliga a ser empáticos con nosotros mismos como primer paso. Algún lugar es un corto impactante, de resultado efectivo y muy bien desarrollado que cumple esos objetivos de solidaridad.
Cuando se acaba llega el momento de la película documental Tous au Larzac, del francés Christian Rouaud. Se trata de una hermosa historia de lucha que cuenta como unos campesinos se atrevieron a defender sus tierras enfrentándose a los intereses del Estado Francés que con ellas quería extender los límites de uno de sus acuartelamientos militares. El origen de la historia son unas declaraciones en octubre de 1971 del ministro de defensa francés, Michel Debré, anunciando la ampliación del campo militar de Larzac desde las 3.000 hasta las 14.000 hectáreas. Sus palabras «escogimos el Larzac, es un país desheredado» resultaron tan ofensivas que se convirtieron en el detonante que cambió para siempre la actitud pacífica y desentendida de los habitantes de la comarca.
Cartel de la película Tous au Larzac
Reconozco que me descolocó al principio, sabía que se trataba de un documental, pero el tono divertido e incluso algo guasón de alguno de las personas que hablaban ante la cámara me hizo pensar por unos minutos que se trataba de una broma. La historia de unos maoístas agresivos y unos santurrones de la no-violencia, así lo hacía pensar. Lo mismo cuando describían los comités de apoyo que se iban formando por toda Francia, o las ocupaciones de hippies, objetores y pioneros que se fueron uniendo a la causa. Pinceladas entre la irrealidad y lo absurdo, pero que sin embargo resultan ser pura verdad. Los protagonistas de aquella revuelta eran, y siguen siendo así. Una de esas personas que nos cuenta su experiencia en aquellar revueltas es José Bové, quien tras negarse a realizar el servicio militar se desplazó a Larzac para unirse al movimiento antimilitarista y, desde el sindicalismo agrario, inició una carrera que le llevó a presentarse a las elecciones presidenciales de 2007, agrupando en una candidatura común a la «izquierda de la izquierda».
La película no trata de proponer una fórmula, en Lazarc encontraron la suya, y solo funcionó por eso. No sirvieron otros modelos. Valió agruparse desde lo que les unía y no dejar que lo que les diferenciaba enturbiase el objetivo compartido.Tous au Larzac nos muestra la capacidad de encontrar las armas propias ante cada enfrentamiento, porque luchar es inventar.
No es extraño que la película gustase y se llevara la mayor ovación del público hasta el momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario