Un cine hecho con herramientas libres y de fuentes abiertas
Jueves 27 de junio de 2013. Librería Traficantes de Sueños y El Solar de Lavapiés. Madrid
Diego Pardilla presenta la cámara de hardware libre ELPHEL
La primera de esa patas tiene que ver con el proyecto Apertus y con la cámara libre ELPHEL. Se proyecta primero el corto del brasileño Flavio Soares titulado Floresta Vermelha, primera película narrativa rodada con los estándares de cine digital, realizada con una cámara open hardware y editada con herramientas libres de vídeo y audio. El corto es un trabajo extraño, conceptual en muchos sentidos y escondido tras un cierto velo que no llega a descorrerse y que hace que su significado resulte totalmente interpretativo. Algo ha pasado en un lugar que huele a muerte. En lo técnico no hay diferencia de resultados con otras películas rodadas con productos privados.
Después Diego Pardilla, informático de una cooperativa tecnológica de Rivas, presenta el movimiento Apertus y la cámara con la que se ha rodado el corto. Explica que con la fotografía digital se ha perdido lo de trabajar en un cuarto oscuro. Es cierto que ahora las cámaras han aumentado la calidad, pero no podemos tocarlas por dentro. La conclusión de Diego es que hemos perdido. Apertus ha agrupado a una comunidad heterogénea que quiere recuperar las mismas sensaciones del cuarto oscuro pero con las nuevas tecnologías. Son una especie de artesanos de la fotografía. Para esa recuperación han desarrollado estándares y la cámara libre ELPHEL. Es semiprofesional, pero permite entrar en ella y manipularla. Después de desgranar los secretos técnicos de la cámara, Diego va mostrando en directo su funcionamiento.
Fotograma de la pieza Clase Magistral que forma parte de los Cuadernos de Audiovisual del proyecto Guardar como Films
La última de las patas de esta sesión es Carabanleft. Cuentan que en Carabanchel tuvieron un festival de cine español que se mantuvo vivo proyectando películas durante 35 años. Lo habían creado los vecinos y vecinas del barrio. Pero un día se dejó de hacer, quizá porque en las últimas tres ediciones se había institucionalizado y la participación ciudadana había desaparecido. Carabanleft surge de ese vacío y como una forma de reacción. Lo han construido con la participación de cinco espacios del barrio, todos ellos autogestionados, y proyectando siempre trabajos con licencias creative commons de forma gratuita. El Festival es totalmente autogestionado, sin subvenciones ni participación privada. Se celebra a finales de febrero durante diez días y éste año ha sido su segunda edición. Cuentan con una muestra de cine, talleres y un certamen de cortos realizados durante la misma semana.
En la sesión de noche, en el Solar de Lavapiés, se pudo ver Los encargados de los artistas Jorge Galindo y Santiago Sierra. El cortometraje forma parte de una exposición que también incluye siete obras pictóricas, diez fotografías y este corto. Su autores, grafiteros de los 80 que firmaban como Comando Madrid, siguen empeñados en hacernos mirar la verdad de las cosas. En blanco y negro y a ritmo del himno soviético de la Varsoviana desfilan por la Gran Vía madrileña un cortejo fúnebre. Los coches no cargan féretros, sino los retratos invertidos de los responsables políticos de esta crisis. No son otros que los «encargados», los que nos han gobernado tras la dictadura y que en palabras de Sierra no han hecho otra cosa que «representar los intereses de la banca, del Pentágono, de Roma, de los terratenientes, del ejército…». Esas caras visibles del régimen neoliberal que manda en España nos soliviantan. El corto actúa como un puñetazo en la retina del espectador. Ese señalamiento tan directo, tan franco y tan claro remueve la conciencia y no nos permite seguir callados ni un día más.
Cartel del mediometraje Historias como cuerpos, cristales como cielos
El título de la película se corresponde con un verso del poema Adolescente fui en días idénticos a nubes, de Luis Cernuda, y publicado en 1932 dentro de su poemario Donde habite el olvido. Si Cernuda nos hablaba del contraste que existe entre la adolescencia y la madurez, Useros utiliza ese momento de construcción interior que se experimenta en el cambio de etapa como un proceso más profundo y lo alarga al resto de la vida. En el fondo tiene que ver con el concepto de experiencia: con la mirada desde la asunción, el conocimiento y el entendimiento del camino seguido. Es cierto que hay una mirada íntima, pero de sus reflexiones va surgiendo despacio un hilo del que tirar. Sus pensamientos quedan perfectamente anudados y se desvanece la confusión inicial que acarrea todo uso de una poética, de una fragmentación, de una búsqueda. Vemos que las piezas van encajando y dan rotundidad a un mensaje que nunca estuvo perdido y que siempre caminó hacia un objetivo, pero lo hizo con el mismo paso de quien está mirándose desde dentro. Y lo curioso es que el espectador se deja llevar, deteniéndose en las coincidencias y las diferencias, juntando y separando, para construir ese «todo» del que estamos hechas las personas, esa conclusión de que construyendo el edificio de lo colectivo crecemos.
Historias como cuerpos, cristales como cielos es un interrogante, pero también un bálsamo lleno de dulzura que se agradece.
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