Diversidad de gustos y salas repletas a todas horas
Con tanta lluvia que ha caído hoy en Gijón, con tanto ir bajo el paraguas por sus calles entre sesión y sesión, me he dado cuenta de que el artilugio resulta tan relajante como la ducha, porque en ambos sale nuestro yo más creativo. A salvo de la lluvia, escuchando su repiquetear a uno se le va la cabeza a sus cosas y sin querer se ve a sí mismo silbando la melodía de Cantando bajo la lluvia. El cine es así, un paraguas gigante que nos mantiene protegidos de todas las adversidades, y a la vez un refugio desde el que reflexionar, donde sentirse individuo con derechos y deberes de esta sociedad nuestra.
Noto que últimamente abunda un cine que trata de llevar a las pantallas la realidad más cotidiana, lo digo porque sigo dándole vueltas a la película de anoche I’m still here, en la que me encontré con el lado contrario, cuando es la ficción la que intenta convertirse en realidad, usurpándola y continuándola. En todos los corrillos se hablaba hoy de ella, pues nos picaba la curiosidad o la interpretación de qué podía ser verdad y qué ficción.
Pensé que la lluvia, tan propicia para la pereza y las tardes caseras de sofá y manta, dejaría huecos en las salas. Me equivoqué, el agua, por fuerte que caiga, no hace parar a las gentes de esta ciudad. Largas colas en las taquillas, salas repletas donde se ocupaban hasta las butacas de la primera fila… Festival Internacional de Cine de Gijón es una gran fiesta que disfrutar.
Sangre, el espacio de la memoria
Algunas de las sesiones programadas son de entrada libre, basta recoger el mismo día las localidades en la sala que se proyecta, porque hay un cine más necesario que otro, tanto que debe estar al alcance de todos. Es el que habla de nuestra memoria. El FICXixón fomenta este tipo de encuentros, como el de esta tarde con el director Ramón Lluís Bande. Estrenaba su corto Sangre que se presenta en la sección Llendes.
Se trata de una reconstrucción de una vivencia de Manolín «el de Llorío» el último fugado vivo de Asturias. Para contar Sangre basta con dos actores, el paisaje y una cámara. Ver al abuelo contando al nieto su pasado escondido emociona. Conocer cada una de esas historias familiares es un deber que tenemos pendiente de verdad, justicia y reparación.
En el corto, la cámara se queda quieta, alejada de cada escena, estática como si fuera un vouyer escondido y asustado, como si tuviera miedo a escuchar la verdad. Con esta distancia, el director nos priva de primeros planos del abuelo, tal vez crea que la palabra posee tanta fuerza que sobran los gestos.
Mammuth, el repaso de la vida de un hombre simple que interpreta Gérard Depardieu
Mammuth, la película francesa de la sección oficial dirigida por Benoît Delépine y Gustave de Kervern, destaca por mostrarnos de cerca a los raros, los diferentes, las personas más simples. Nos los enseña con sentido del humor y, a la vez con un cierto dolor, enfrentando al espectador con los dos lados de la balanza. De quienes se aprovecharon entonces, veremos hoy que tampoco les valió para mucho, que siguen igual o peor. Del simple terminaremos por encontrar el sosiego de quienes nada tienen de qué avergonzarse, por muy ridícula que desde fuera pueda parecer su vida. Depardieu nos lleva a lomos de su moto, por bucólicas carreteras, para retroceder con él a otro tiempo, el de sus primeros años laborales y abordarlos con la perspectiva de quien ya se jubila.
Todas las canciones hablan de mí, la película de Jonás Trueba
De los chicos tristes e inteligentes que viven sin proezas, con la pesadumbre de unos tiempos salvajes que imponen prototipos, valores y metas, no hablan muchas películas. Jonás Trueba lo hace con su película Todas las canciones hablan de mí que compite en la Sección oficial. Son personajes agobiados por no encontrar la felicidad que la publicidad les dice que tienen al alcance de sus manos, pero que viene envuelta y sin libro de instrucciones. Unos chicos tristes como muchos, que sienten que todas las canciones hablan de ellos, porque les hablan de las ilusiones que tuvieron pero que han perdido y de aquellas pocas batallas que una vez se ganaron.
La película me gusta, porque me siento identificado: en las sensaciones por las que he pasado, en las mismas calles que recorro a diario, en el amor por los libros, en el caminar rápido con una prisa autoimpuesta e innecesaria, en la longitud de un abrigo que es un tres cuartos y en lo difícil e incompleto de contar los sentimientos. Es una gran película. Fue una larga ovación la que el Jovellanos le entregó, tal vez por esa timidez desde la que se alza para hablar de fracasos e insatisfacciones, capaz de tocar muchos corazones.
¿Dónde está el secreto? En la mirada de Ramiro (Oriol Vila). En la templanza de Andrea (Bárbara Lennie) tan confundida como él pero que parece tenerlo todo más claro, como si caminara un paso por delante. En el ritmo tan personal. En las discusiones. En las contradicciones. O en la voz en off del propio Jonás para descubrirnos lo que los personajes se callan, o para llevarnos hacia atrás rellenando los espacios que el presente necesita recordar. Una voz que nos aproxima a donde no quisieron ir y a los espacios íntimos.
Contaba Jonás por la mañana, en la rueda de prensa, que se reconoce en la película porque responde a él en un momento determinado. Confiesa que no es un retrato generacional, que son retazos de gente que conoce, de sus amigos. Se mostró muy contento con el reparto, porque una película vale lo que luce el trabajo de sus intérpretes.
Jonás es tímido, algo que no le impide expresarse con claridad y asumir todo el peso de las preguntas de la prensa. Dice que siempre ha querido dirigir, que de niño pensaba que haría su primera película con 17 años, pero confiesa que tuvo la suerte de no hacerlo y de ponerse a escribir guiones. Hay muchos libros en esta película donde la literatura aparece fluida y ordenada en fragmentos, como a él le gusta. Así que usó recursos literarios para construirla.
No faltó la pregunta sobre su familia a la que respondió que se lleva muy bien tanto con su padre como con su tío, con los que habla a menudo de cine, pero que él ha querido siempre mantenerse independiente en todos los sentidos. Les ha dado el guión a leer y ellos han opinado, pero se han mantenido a distancia para dejarle hacer a él su película.
La crudeza de la vida carcelaria
En la sección Rellumes se presentó la película danesa R de los directores Michael Noer y Tobías Lindholm. Es una cinta cruda que nos muestra una realidad carcelaria que sobrecoge. La dificultad para sobrevivir y la dignidad que se va perdiendo por los desagües de las letrinas cada día. Es una película con mucha fuerza, donde la violencia aparece en escenas contadas, pero que avisa al espectador.
R es una película sin concesiones, donde el realismo se sobrepone a una terminología de ética, amistad y valores profundos muy utilizada en muchas otras cintas de este género. Habla de drogas, de reglas masculinas, de humillación y sobre todo del castigo a quien se salta esas reglas, las que imponen los más fuertes en una estructura piramidal que marca las jerarquías y también los odios.
La venganza está justificada sólo como principio básico para sostener esa pirámide y siempre se ejerce desde lo alto de la pirámide, porque cada uno tiene su sitio y no va dejar que se lo roben.
Noto que últimamente abunda un cine que trata de llevar a las pantallas la realidad más cotidiana, lo digo porque sigo dándole vueltas a la película de anoche I’m still here, en la que me encontré con el lado contrario, cuando es la ficción la que intenta convertirse en realidad, usurpándola y continuándola. En todos los corrillos se hablaba hoy de ella, pues nos picaba la curiosidad o la interpretación de qué podía ser verdad y qué ficción.
Pensé que la lluvia, tan propicia para la pereza y las tardes caseras de sofá y manta, dejaría huecos en las salas. Me equivoqué, el agua, por fuerte que caiga, no hace parar a las gentes de esta ciudad. Largas colas en las taquillas, salas repletas donde se ocupaban hasta las butacas de la primera fila… Festival Internacional de Cine de Gijón es una gran fiesta que disfrutar.
Carlos Álvarez Novoa y Félix Corcuera Llano en una escena del corto Sangre
Algunas de las sesiones programadas son de entrada libre, basta recoger el mismo día las localidades en la sala que se proyecta, porque hay un cine más necesario que otro, tanto que debe estar al alcance de todos. Es el que habla de nuestra memoria. El FICXixón fomenta este tipo de encuentros, como el de esta tarde con el director Ramón Lluís Bande. Estrenaba su corto Sangre que se presenta en la sección Llendes.
Se trata de una reconstrucción de una vivencia de Manolín «el de Llorío» el último fugado vivo de Asturias. Para contar Sangre basta con dos actores, el paisaje y una cámara. Ver al abuelo contando al nieto su pasado escondido emociona. Conocer cada una de esas historias familiares es un deber que tenemos pendiente de verdad, justicia y reparación.
En el corto, la cámara se queda quieta, alejada de cada escena, estática como si fuera un vouyer escondido y asustado, como si tuviera miedo a escuchar la verdad. Con esta distancia, el director nos priva de primeros planos del abuelo, tal vez crea que la palabra posee tanta fuerza que sobran los gestos.
Mammuth, el repaso de la vida de un hombre simple que interpreta Gérard Depardieu
Mammuth, la película francesa de la sección oficial dirigida por Benoît Delépine y Gustave de Kervern, destaca por mostrarnos de cerca a los raros, los diferentes, las personas más simples. Nos los enseña con sentido del humor y, a la vez con un cierto dolor, enfrentando al espectador con los dos lados de la balanza. De quienes se aprovecharon entonces, veremos hoy que tampoco les valió para mucho, que siguen igual o peor. Del simple terminaremos por encontrar el sosiego de quienes nada tienen de qué avergonzarse, por muy ridícula que desde fuera pueda parecer su vida. Depardieu nos lleva a lomos de su moto, por bucólicas carreteras, para retroceder con él a otro tiempo, el de sus primeros años laborales y abordarlos con la perspectiva de quien ya se jubila.
Jonás Trueba, Bárbara Lennie y Gerando Herrero en la rueda de prensa de Todas las canciones hablan de mí
De los chicos tristes e inteligentes que viven sin proezas, con la pesadumbre de unos tiempos salvajes que imponen prototipos, valores y metas, no hablan muchas películas. Jonás Trueba lo hace con su película Todas las canciones hablan de mí que compite en la Sección oficial. Son personajes agobiados por no encontrar la felicidad que la publicidad les dice que tienen al alcance de sus manos, pero que viene envuelta y sin libro de instrucciones. Unos chicos tristes como muchos, que sienten que todas las canciones hablan de ellos, porque les hablan de las ilusiones que tuvieron pero que han perdido y de aquellas pocas batallas que una vez se ganaron.
La película me gusta, porque me siento identificado: en las sensaciones por las que he pasado, en las mismas calles que recorro a diario, en el amor por los libros, en el caminar rápido con una prisa autoimpuesta e innecesaria, en la longitud de un abrigo que es un tres cuartos y en lo difícil e incompleto de contar los sentimientos. Es una gran película. Fue una larga ovación la que el Jovellanos le entregó, tal vez por esa timidez desde la que se alza para hablar de fracasos e insatisfacciones, capaz de tocar muchos corazones.
¿Dónde está el secreto? En la mirada de Ramiro (Oriol Vila). En la templanza de Andrea (Bárbara Lennie) tan confundida como él pero que parece tenerlo todo más claro, como si caminara un paso por delante. En el ritmo tan personal. En las discusiones. En las contradicciones. O en la voz en off del propio Jonás para descubrirnos lo que los personajes se callan, o para llevarnos hacia atrás rellenando los espacios que el presente necesita recordar. Una voz que nos aproxima a donde no quisieron ir y a los espacios íntimos.
Contaba Jonás por la mañana, en la rueda de prensa, que se reconoce en la película porque responde a él en un momento determinado. Confiesa que no es un retrato generacional, que son retazos de gente que conoce, de sus amigos. Se mostró muy contento con el reparto, porque una película vale lo que luce el trabajo de sus intérpretes.
Jonás es tímido, algo que no le impide expresarse con claridad y asumir todo el peso de las preguntas de la prensa. Dice que siempre ha querido dirigir, que de niño pensaba que haría su primera película con 17 años, pero confiesa que tuvo la suerte de no hacerlo y de ponerse a escribir guiones. Hay muchos libros en esta película donde la literatura aparece fluida y ordenada en fragmentos, como a él le gusta. Así que usó recursos literarios para construirla.
No faltó la pregunta sobre su familia a la que respondió que se lleva muy bien tanto con su padre como con su tío, con los que habla a menudo de cine, pero que él ha querido siempre mantenerse independiente en todos los sentidos. Les ha dado el guión a leer y ellos han opinado, pero se han mantenido a distancia para dejarle hacer a él su película.
Cartel de la película R
En la sección Rellumes se presentó la película danesa R de los directores Michael Noer y Tobías Lindholm. Es una cinta cruda que nos muestra una realidad carcelaria que sobrecoge. La dificultad para sobrevivir y la dignidad que se va perdiendo por los desagües de las letrinas cada día. Es una película con mucha fuerza, donde la violencia aparece en escenas contadas, pero que avisa al espectador.
R es una película sin concesiones, donde el realismo se sobrepone a una terminología de ética, amistad y valores profundos muy utilizada en muchas otras cintas de este género. Habla de drogas, de reglas masculinas, de humillación y sobre todo del castigo a quien se salta esas reglas, las que imponen los más fuertes en una estructura piramidal que marca las jerarquías y también los odios.
La venganza está justificada sólo como principio básico para sostener esa pirámide y siempre se ejerce desde lo alto de la pirámide, porque cada uno tiene su sitio y no va dejar que se lo roben.
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