La Comunidad de Madrid organiza una semana para proyectar los cortometrajes que ha apoyado durante el 2009.
Miércoles 10 de marzo de 2010. Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes. Madrid
Cartel anunciador de la 12 Semana del Cortometraje de la Comunidad de Madrid
En la sesión de las 17:30 del Círculo de Bellas Artes se proyectaron los cortos Alegría de Pablo Blanco, La vida en común de Inma Luna y Rosa Blas Traisac, Levedad de Lucía del Río y Vecinos de Gabi Martín. Si algo mostraban los cuatros era un concepto de despertar conciencias que apoyaban sobre una idea como único soporte. Pero al cine no le basta la intención, es necesario vestirlo aplicando un lenguaje cinematográfico y no fue ésta una de las cualidades que abundara en ellos.
Alegría es un trabajo documental que retrata las reuniones de los sábados, mantenidas por una asociación que ayuda a personas discapacitadas. Retrata lo gratificante que les resulta a los monitores compartir el tiempo de esas citas y lanza un claro mensaje de búsqueda para que lleguen nuevos voluntarios que tomen el relevo. Filma algunas de las actividades y la charla de dos de estos monitores mientras repasan fotografías.
La vida en común habla del desgaste de una relación con la vida cotidiana. Un desgaste que termina en silencio y canciones escuchadas por la radio. Es una especie de estar muerto sentado en un sillón, viendo la televisión y sin otro aliciente. Como idea bien, pero a la hora de plasmarlo se queda en una sensación interior de la protagonista que no llega a cuajar en el corto. Uno se queda más bien frío, cuando la intención inicial sin duda habría sido la de remover conciencias.
Una escena del corto Levedad
De Vecinos esperaba algo más. Me recordó, por su fotografía y decorados, a la gloriosa película francesa Delicatessen. Hay algo de ella en cómo trabaja su director con lo absurdo, con los sonidos, con las tomas, con un humor entreverado... Vivimos un mundo, o una comunidad de vecinos, en la que nadie entiende a nadie, que cerramos las puertas de nuestras casas para permanecer incomunicados, pero aunque las abriéramos no sabríamos comprendernos pues en el fondo hablamos lenguajes diferentes que nos conducen hacia la destrucción.
No quería cerrar la crónica sin hablar de la organización de la Comunidad de Madrid de estos pases. Como casi siempre es descuidada, de barullo y orientada a la publicidad del evento más que al acto en sí, como si lo único que contara fuera colgarse medallas de cuánto hacemos por los madrileños y no de lo bien que lo hacemos. El problema del que quiero hablar es que no resulta posible asistir a dos sesiones seguidas porque si bien la entrada es libre hasta completar el aforo, hay que retirar el pase en taquilla y sólo se reparten media hora antes de cada sesión. Por lo que si estás dentro te quedarás sin ver la siguiente proyección. Aunque visto lo visto, a lo mejor me hicieron un favor.
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