Amigos de Mieres fue una asociación con fines culturales que se mantuvo activa desde 1968 hasta 1991. El libro de Francisco José Faraldo recoge la crónica del surgimiento y vida de este movimiento asociativo
Portada del libro Asociación Amigos de Mieres
Tras recorrer diferentes poblaciones asturianas se presenta en Madrid el libro
Asociación Amigos de Mieres, una publicación de la
Fundación Juan Muñiz Zapico y la
editorial KRK que supone el primero de los títulos de la colección titulada
Cultura popular y lucha por la Democracia en Asturias.
Jaime Ruiz Reig, presidente de la sección de educación del Ateneo de Madrid, comenzó el acto presentando a la mesa de ponentes y comentando a los amigos que se habían acercado al acto la mucha falta que hacen libros de este tipo. La Asociación de Amigos de Mieres se convirtió en un referente para todo el país, incluso desde Madrid se conocían sus actividades. Fue una promotora de actos culturales y de encuentro entre gentes que buscaban un margen de libertad, un lugar en el que hablar, opinar, proponer y resolver alguna iniciativa. A la vez de todo esto, trataba de ser un foro a través del que mostrar las contradicciones del régimen del general Franco ante la sociedad que vivía aquel momento. La Asociación responde a un movimiento ciudadano vinculado a la cultura y comparte el momento de eclosión de este tipo de organizaciones que comenzaban a florecer en Asturias (cuatro en Gijón y varias más en las cuencas mineras) a la luz de la promulgación en 1964 de la Ley de Asociación y que permitieron empezar a construir el futuro. Recuerda Ruiz las excursiones que se organizaban, así como el cine y el teatro, pero sobre todo se acuerda de la excepcional biblioteca que tenía para uso de sus socios, tanto por volumen como porque había libros que no se podían encontrar en ningún otro sitio.
Para cerrar su intervención se pregunta cómo es posible que aquello que vivió las peores épocas se extinguió con la llegada de la Democracia. Un espíritu que no ha vuelto a recuperarse como puede verse en nuestro presente, donde los centros culturales no son masivamente visitados.
La mesa compuesta por Francisco Caño, Jaime Ruiz Reig, Francisco Faraldo, Rafael Hernández y Benjamín Gutiérrez presentando el libro Asociación Amigos de Mieres (foto Toni Gutiérrez)
Benjamín Gutiérrez, director de la Fundación Juan Muñiz Zapico, comenzó agradeciendo al Ateneo que les haya permitido salir de su ámbito para llevar la historia de Asturias a otros lugares. Dio las gracias también al Club de Amigos de la Unesco de Madrid y a la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid ya que representan ambos organismos la unión de asociaciones que trabajan por la difusión de la cultura. A continuación explicó que representa a una fundación de Comisiones Obreras de Asturias que tiene el honor de llevar el nombre del líder sindical
Juan Muñiz Zapico, Juanín. La Fundación se ocupa de la memoria, pero de la de las clases obreras, de los que luchan desde abajo. Dentro de este concepto se han preocupado de recoger la historia de la Asociación de Amigos de Mieres y ahora están trabajando de igual manera con la Asociación de Amigos del Nalón. Ambas fueron un referente de la lucha antifranquista desde el ámbito de la cultura. Aquel fue un espacio primordial que sirvió para enseñar lecciones de democracia, algo que hoy en día vamos olvidando.
Amigos de Mieres nació con la referencia del Club de Amigos de la Unesco de Madrid para desarrollar su actividad, y este libro es una crónica de aquella historia nuestra. A Benjamín Gutiérrez le gusta pensar que aquello tiene un final abierto, ya que puede dar origen a nuevas asociaciones que acerquen la cultura a todas las personas. Comenta que hoy en día no existen asociaciones que realicen el volumen de actividades que entonces fomentaban los Amigos de Mieres.
Francisco Caño, expresidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid, dice que el libro es una historia reciente y a la vez un pensamiento de futuro. Habla entonces de la Federación de Asociaciones de Vecinos que agrupa a 260 asociaciones y que se articuló como un movimiento vecinal que buscaba formar células y piquetes que permitieran un cierto aperturismo del Régimen.
Repasando el libro encuentra muchas similitudes entre los Amigos de Mieres y las asociaciones de vecinos madrileñas. Comparten un componente claramente antifranquista, ambas sufrieron una fuerte represión y, sin duda, las dos tenían las mismas ilusiones. Hay otras maneras de vivir que la cultura nos enseña, nos muestra la fuerza de la palabra. Lo mismo ocurre con el deporte y con el resto de actividades que a través de la convivencia abrían una ventana en el paisaje opresor de la Dictadura, un instante donde se imponía el compartir.
Caño recuerda de aquellos tiempos la emoción de luchar contra lo prohibido, contra lo tutelado por el rígido estado dictatorial que gobernaba. La palpitación de rebelarse a fin de cuentas. Aquellas organizaciones son ejemplos que se deben poner en valor, ya que nuestro futuro se labrará desde el presente con el conocimiento del pasado, de aquellas estrategias con políticas de alianzas entre organizaciones afines.
Francisco Caño y Jaime Ruiz Reig durante la presentación del libro Asociación Amigos de Mieres (foto Toni Gutiérrez)
Aquella lucha significó mucho para quienes lo vivieron y hay que saber mantener la luz. Sin embargo, piensa Caño que hoy no hay el suficiente empuje en la sociedad para repetirlo, y eso aunque las condiciones actuales son similares, pues de nuevo nos encontramos sin espacios de participación democrática. Hoy en día los movimientos sociales se estructuran en torno a las empresas y los sindicatos y también mediante las O.N.G.
Habla de los años noventa, cuando las diferentes asociaciones se vieron mermadas e incluso cercenadas, en un lento camino con el fin de ser expulsadas de los espacios democráticos para permitir la entrada de los nuevos agentes sociales articulados a través de los partidos políticos. Unas veces vivieron la escasez de recursos y otras decisiones políticas directas. No fueron las únicas causas, también se dieron casos de falta de capacidad organizativa y de una perdida progresiva del contacto con la calle. Pero no vale lamentarse, es necesario seguir luchando y trabajando para que este tipo de asociaciones vuelvan a funcionar. No se puede dejar que la historia la escriban los de siempre. Los grandes cambios se han movido desde abajo, por impulso de la gente corriente. Hay que promover estas pequeñas historias, que a su vez son la gran historia del Pueblo.
Rafael Hernández, expresidente del Club de Amigos de la Unesco de Madrid (C.A.U.M.), indicó que el C.A.U.M. fue uno de los animadores en la creación del Amigos de Mieres y que ellos siempre han estado apoyando al movimiento obrero de Asturias. Después recordó los orígenes del Club. Habló de antes de formalizarse, cuando eran simples reuniones de amigos obreros en el barrio. Contó que surge como contestación de los largos años de represión que la Dictadura impuso a los movimientos sociales. El C.A.U.M., primero de todos los Club de Amigos de la Unesco en España, se convierte en una corriente importante por su entusiasmo para luchar contra el régimen entonces y contra el capitalismo imperante ahora. Dice Hernández que encontraron muchas causas que pueden considerarse el apoyo moral que necesitaban para surgir. Habla de algunos indirectos como la Revolución cubana, o de la aparición de Kruschev con su doctrina de
la Coexistencia Pacífica que impulsaba su
programa y proyecto de un desarme completo y de otros más próximos, como el surgimiento de las primeras Comisiones Obreras y de los 1º de Mayo que se organizaban con participación popular en diferentes provincias. Otro factor importante fue el nacimiento de un movimiento ciudadano activo que fue formado las primeras asociaciones vecinales, donde unos se apoyaban en otros. Había sobrados motivos de índole político y social. Todos estos factores les animaron para crear una plataforma contra la falta de cultura y de derechos públicos que la Dictadura limitaba.
Rafael Hernández y Benjamín Gutiérrez durante la presentación del libro Asociación Amigos de Mieres (foto Toni Gutiérrez)
LLegó entonces la Transacción que es como llama Hernández a la Transición y lo que vino con ella fue el desánimo, ya que no pudo cumplir las expectativas al convertirse en una mera negociación, donde se mercadeaba con la legalización de algunas organizaciones a cambio de poder entrar en Europa. La Transacción fue una etapa que sirvió para desmembrar y que después «logró» que hayan ido desapareciendo muchas cosas conquistadas con la lucha obrera y ciudadana. El Club se mantiene activo y sería necesario hacer renacer Amigos de Mieres. Dice Hernández que les conoció a través de compañeros de Comisiones y posteriormente en los actos del día de la Cultura que se celebraba en Gijón anualmente, celebraciones en las que el pueblo tomaba la calle.
A continuación intervino el autor del libro, Francisco José Faraldo. Dijo que la mesa estaba compuesta por personas muy relacionadas con el tema del libro: vecinos, ateneos, C.A.U.M. y Fundación Juan Muñiz Zapico, lo cual, además de pertinente, para él resultaba una gran satisfacción. Del Ateneo de Madrid guarda grandes recuerdos, no en vano cuando era niño su padre venía aquí a preparar sus estudios y a él le traía mientras tanto para que fuera haciendo sus tareas escolares.
Arranca recordando que también este libro es Memoria Histórica fundamental, pues trata de dar a conocer nuestro pasado más reciente y fijarlo para que también lo conozcan las generaciones que vengan detrás. Comenta que el trabajo que realizó está entre la crónica y el reportaje y que para ello se documentó en los archivos de la Policía y en el de Mieres, así como se entrevistó con las personas que vivieron aquella época. Tuvo casos de testimonios contrarios, entonces suprimía los dos porque quería ser riguroso y que todo lo escrito en el libro esté documentado.
Amigos de Mieres nace por inspiración del C.A.U.M. En un principio se pensó en ser un Club de Amigos de la Unesco, pero no fue posible. Tuvo un origen de movimiento vecinal para intentar resolver los problemas que ocasionaban los camiones en las barriadas obreras de San Pedro y Santa Marina. Con este propósito surgen las primeras reuniones de comerciantes. Buscando hablar con más sosiego de los problemas ciudadanos se crea una plataforma compuesta por pequeños comerciantes comunistas y algún socialista y que posteriormente, aprovechando los resquicios de la nueva ley de Asociaciones, se convierte en una asociación cultural. Se crea una hoja para darse a conocer a los vecinos, luego una promotora cuyo primer acto es la la conferencia del filósofo Gustavo Bueno en el teatro Capitol que tenía un aforo de 500 personas. La gente acude en masa para escuchar hablar del
Desarrollo de la Humanidad, lo que crea una gran alarma en la Policía. Para la segunda conferencia de Bueno hay una gran movilización y un gran despliegue policial. Es en la sede de la Asociación y como no caben todos hay que colocar altavoces para que se pueda seguir desde la calle. Desde Gobernación mandaron a los policías más ilustrados para realizar informes en los que también daban sus opiniones. Lee el autor uno de estos informes porque resulta curioso e interesante el tono adoptado.
La Asociación despertó muchas esperanzas, pues la clase obrera de allí era leída, con tendencia al debate, no siempre pacífico. Pronto se distribuye la actividad en departamentos y comienza a crecer de forma desmedida. Se celebran concursos de pintura y dibujo al aire libre a los que la Administración pone trabas, pero no consigue limitar la participación popular. En aquella época ser socio podía ocasionar muchos problemas, incluso participar en uno de estos concursos, y por lo tanto asociarse resultaba un compromiso muy fuerte. Se crea un intercambio de estudiantes de secundaria con institutos franceses. Surge el Cine Club Buñuel que llega a realizar una proyección diaria. Allí se verán documentales llegados a través de las embajadas, mucho cine que consiguió eludir todas las prohibiciones. La sección de teatro consiguió que por allí pasaran todos los grupos de teatro independiente de la época.
Célebre es la historia del homenaje a Alfonso Camín al volver de México. Al solicitarlo la Asociación, Gobernación lo prohíbe. La extrema derecha, sin embargo, pide que se permita, pues Camín es una personalidad que había llegado a donar más de 5.000 libros a la biblioteca, libros que en su mayoría el Régimen no permitía. Jaime Huelga, falangista reconocido, intenta dar otro sesgo al acto, llenándolo de gaitas y patriotismo. Al final el acto se realiza y la Asociación consigue introducir también un componente conmemorativo y de recuerdo social.
Francisco Faraldo durante la presentación de su libro Asociación Amigos de Mieres (foto Toni Gutiérrez)
Los actos de la Amigos de Mieres consiguen gran afluencia popular y se alcanzan los 4.000 socios. Se sufren tres cierres gubernativos, pero la trayectoria sigue boyante hasta la muerte de Franco. A partir de ese momento comienza una época más difusa. Al crearse nuevas plataformas legales, algunos de los asociados se van yendo a los partidos políticos y a los sindicatos. También son unos tiempos con ciertos problemas dentro del Partido Comunista Asturiano donde surgen ciertas desavenencias. Uniendo todos estos factores se entiende el deterioro y el camino que se emprende después de mucho languidecer hacia la conversión en otra plataforma para otros intereses. Hoy es una emisora portavoz del Ayuntamiento, muerta como tal la Asociación.
Faraldo la considera una escuela donde los jóvenes aprendieron valores como solidaridad y democracia a la vez que adquirían un conocimiento del mundo. Por eso resulta absolutamente urgente que sigamos investigando para recuperar esta parte de nuestro pasado. Sin duda nos haría a todos mucho mejores y partícipes de nuestra historia.
Cerrada su intervención, retoma la palabra el anfitrión Jaime Ruiz Reig para animar primeramente al C.A.U.M a que realice una labor similar que permita recuperar su historia. Pide que se haga pronto, pues corremos el riesgo de perder mucha memoria viva si lo retrasamos. Puntualiza que la Historia necesita de la Memoria para hacerse más próxima y que sin ella no sirve para ser transmitida a las siguientes generaciones. Recuerda que es necesario colocar el punto de vista desde otra óptica, la de los vencidos, porque no se nos regaló nada y a pesar de las dificultades hubo gente que se empeñó en trabajar en un futuro mejor para todos. Algo que no se debe olvidar.
Se abre aquí un debate entre la mesa y el público, que en primer lugar se interesó por cómo se transmiten estos valores a los jóvenes. Tomó la palabra Benjamín Gutiérrez para explicar el método que sigue la Fundación Juan Muñiz Zapico: han elaborado una
guía didáctica que presentan en los institutos no con la intención de que los jóvenes lean, sino para que empiecen a curiosear. Plantea preguntas para que busquen las respuestas en Google, para que vean vídeos de Youtube que les orienten. Es necesario trasladar la Memoria Histórica a los institutos y llevar su planteamiento, pero hay que hacerlo aprovechando las nuevas tecnologías.
Como se le preguntó sobre las labores de la Fundación, Benjamín explicó que son una fundación modesta, que dependen de un patronato y que están ligados a Comisiones. No tienen asambleas y su dedicación es la de sacar libros de historiadores e investigadores jóvenes sobre la historia contemporánea relacionada con la clase obrera asturiana.
Comenzaron aquí diferentes puntos de vista del público que agradeció contar con este tipo de memoria, pues el testimonio es un referente que nos ha convertido en los ciudadanos que somos y que muestran la capacidad de lucha del ser humano. Hubo tiempo de anécdotas, de decir que hay una nueva ofensiva desde la derecha que está tensionando la política con un lenguaje que pensábamos desaparecido y de anunciar que el Ateneo había firmado un acuerdo con la Fundación Juan Muñiz Zapico para que vengan a presentar sus nuevas publicaciones.
Contraportada del libro: La promulgación en 1964 de la Ley de Asociación abrió la posibilidad de nuevos espacios culturales. Los resquicios legales del régimen fueron aprovechados para el surgimiento de asociaciones que, como Amigos de Mieres, se convirtieron en espacios de libertad y lucha contra la dictadura. En Asturias este movimiento asociativo jugó un relevante papel. En este sentido, Amigos de Mieres (1968 a 1991) fue una entidad de referencia no solo en la Cuenca del Caudal. Nuestra historia reciente no se entendería sin conocer la actividad sociopolítica de estas asociaciones, promotoras de buena parte de las actividades culturales, deportivas... desarrolladas desde el voluntarismo y sorteando los obstáculos represivos.