martes, 10 de marzo de 2009

Urtain

Viernes 6 de marzo de 2009. En el Teatro Juan Bravo. Segovia

Escena de la obraA «Animalario» la definición de teatro se les queda muy corta. Sus espectáculos son otra cosa, convirtiéndose en algo que trasciende más allá de los actores, la historia, la sala, el público... transformándose en una apuesta personal cargada de ética, humanidad y vida. «Urtain» es una obra maestra, de esas que no te importa dejarte las manos aplaudiendo en pie.

Tragedia en estado puro, sorprende desde el arranque, ya que se inicia partiendo del final, cuando Urtain se suicida, sin que el autor haya escondido ninguna de las cartas de la baraja. El boxeador, abandonado, persigue la foto que se le hizo en el Pardo con Franco como símbolo de sus victorias y esperanza de un reconocimiento que precisa para poder seguir viviendo. Y cuando la tiene es su poder y la exhibe no sirve más que para burlas. Su pasado se va haciendo presente y así continúa hasta que se termina o empieza, según gustos, con el día de su nacimiento. El camino por el que nos conduce el autor resulta original y está bien trazado, no aparecerán errores si rebobinamos. Es sin duda una apuesta por descubrir las causas que convierten a Urtain en Urtain y a nuestra sociedad en lo que ha resultado ser. La obra da un paso por encima del personaje para ahondar en nuestra historia reciente, la de esa España que salió del franquismo sin abandonarlo y se embarcó a bombo y platillo en su famosa transición que cerró con la traca de los faustuosos festejos de las Olimpiadas de Barcelona 92. Urtain es otra marca más, un símbolo camino del naufragio, del que resulta mejor olvidarse. Y ese olvido le destruye y nos destruye.

El escenario es el ring sobre el que pasa la vida. Sirve tanto para el combate pugilístico como para ser una taberna, un piso del madrileño barrio del Pilar o una redacción deportiva, pues en todos estos lugares se reparte cada una de las peleas diarias de Urtain consigo mismo.

Escena de la obraMemoria viva, la obra mantiene el ritmo durante las dos horas y no permite al espectador bajar la guardia. Muy destacable la capacidad de convertir nuestra etapa de transición democrática en un videoclip musical, eso sí, contada de delante hacia atrás e insistiendo en las hostias que se repartían en la calle. Sobresaliente la forma de insinuar.

Soberbias interpretaciones de actores que se dejan la piel en sus personajes. Magistral Roberto Álamo, con el registro perfecto que corresponde a cada instante de su personaje: bruto, o indefenso, o alcoholizado o abandonado o engañado o sin recursos que le permitan orientar su vida... sorprendente el portento físico en el que ha convertido su cuerpo, brillante el acento vasco de caserío perdido. Excelente el alegato cargado de crítica realizado por Luis Callejo que nos deja sin resuello. Divertidísimo Luis Bermejo con sus parodias de Raphael o del médico privado de Franco. Llenas de ternura y comprensión las dos mujeres de Urtain que se convierten en el único sostén humano durante su vida.



Nota: El autor Cavestany y los actores Roberto Álamo y Luis Bermejo, coincidieron en el 2001 dentro del corto de Miguel Bardem «Soberano, el Rey Canalla». Después Cavestany se encargó del guión de la famosa gala de los premios Goya del «No a la guerra». Otro dato para curiosos de Urtain es que en 1969 Manuel Summers realizó una personal película con el título «Urtain, el rey de la selva... o así».


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Cartel de la obra Reparto: Roberto Álamo, Raúl Arévalo, Luis Bermejo, Luis Callejo, Alfonso Lara, María Morales, Estefanía de los Santos y Luz Valdenebro
Dirección: Andrés Lima
Autor: Juan Cavestany
Compañía: Animalario
Ayudante de dirección: Celia León
Escenografía y vestuario: Beatriz San Juan
Música: Nick Powell
Iluminación: Valentín Álvarez y Pedro Yagüe
Producción: Joseba Gil y Esther Fernández

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