sábado, 20 de abril de 2013

Isabel Coixet inaugura el 16 Festival de Málaga Cine Español

Ayer no termina nunca no ha tenido una acogida unánime


Sábado 20 de abril de 2013. En el Festival de Málaga Cine Español. Málaga

Últimos retoques en los cines Albeniz antes del primer pase de prensa (Foto: Toni Gutiérrez)
Últimos retoques en los cines Albeniz antes del primer pase de prensa (Foto: Toni Gutiérrez)
La magia de regresar a un festival de cine es que cada año es distinto, pero sin embargo perviven una serie de elementos iguales que te hacen volver a sentir como en casa. Son esas pequeñas cosas que equivalen a ponerse las zapatillas para sentirse cómodo. Vivimos malos tiempos en lo económico que nos están devastando también en lo cultural. Y eso se nota. A la programación de este año del Festival de Málaga Cine Español no han llegado tantos grandes títulos como en otras ocasiones y elegir se hace más complicado que otros años.

Hoy es un día grande, Isabel Coixet presenta a concurso en la Sección Ofical su película Ayer no termina nunca con la que se inaugura esta edición. Es una apuesta arriesgada por parte de una directora consagrada que sigue exponiéndose con cada uno de sus trabajos. Escuchándola hablar lo que me encuentro es a una mujer tímida que siente verdadera pasión por contar historias. No sé qué hubiera sido de ella si no se hubiera cruzado el cine en su camino. Coixet es ingeniosa, pero no le gusta tener que enfrentarse ante los medios y eso se le nota. La película ya se ha proyectado y habla por sí sola, así que no entiende esa necesidad de contarla en rueda de prensa. No ve la hora en la que se termine todo esto. Solo le interesa rodar, el resto del tiempo parece que siente que lo pierde.

Ayer no termina nunca es una película rara, de esas de las que es mejor no contar nada. El espectador debe enfrentarse a la historia sin conocer lo más mínimo de su argumento, estar limpio de cualquier prejuicio para que se siente y se deje llevar, encerrado en la magia de la sala y cara a cara enfrentado a los personajes. Ver cine es cruzar una puerta que te lleva a otro lugar, un sitio donde puede ocurrir casi de todo.

A mí no me gusta Ayer no termina nunca. Me resulta un tanto claustrofóbica y eso que hay escenas en espacios abiertos. Son las conversaciones entre los dos protagonistas, Candela Peña y Javier Cámara, lo que me encierra en el interior de su historia y lo hace sin dejarme aire, ni escapatoria. El zigzag de su charla se mueve dando coletazos para sacar lo profundo, la esencia que esconde un ser humano roto por su propia tragedia. Pero esa extracción requiere su tiempo, su parsimonia y ese lento proceso para que afloren las verdades. Coixet apuesta porque toda la historia transcurra en tiempo real, salvo tres o cuatro pequeñas elipses temporales, y con largas secuencias que permitan expresarse a los personajes descargando todo el peso que llevan dentro.

Isabel Coixet durante la rueda de prensa de Ayer no termina nunca (Foto: Toni Gutiérrez)
Isabel Coixet durante la rueda de prensa de Ayer no termina nunca (Foto: Toni Gutiérrez)
La posición de la cámara y el encuadre en algunos momentos me va dejando dudas, pues no sé cuál es ese lugar de confidente desde el que se nos cuenta la historia de un hombre y una mujer frente a frente y solos, fuera de su entorno. Coixet juega más a ofrecernos una mirada cinematográfica nueva en cada toma, apoyándose en lo estético pero sin querer remarcar el contenido con la forma, como imitando los movimientos que ella misma haría como espectadora en el sofá de su casa. Tengo una sensación de juego, de estar frente a una película sin terminar nunca de entrar en ella, que no se me va. Eso es lo que no me gusta. Por el contrario, me agrada que Coixet no haya huido de dar su punto de vista sobre la crisis, de mostrarla dentro de su película de una forma cotidiana, pero tal vez la coloca en un plano un tanto literalizado y la muestra desde un futuro apocalíptico. La crisis ha producido consecuencias en los personajes, forma parte de su esencia, y sin embargo no termino de verla integrada en la historia, como si crisis y personas estuvieran en planos separados. Hay otro juego más: frente a lo que los personajes dicen aparece lo que callan, lo que no se han dicho. Es cierto que enriquece y describe mejor que otra técnica el pensamiento oculto y los sentimientos silenciados, pero vuelve a mostrar la historia sobre otros dos planos separados abriendo demasiadas posibilidades.

Para ir terminando con mi opinión señalar un único punto más: la interpretación de Candela Peña y Javier Cámara me ha parecido brillante. Dan vida a unos personajes profundamente dolidos, que quieren cerrar en paz una etapa de su vida. Se han hecho daño y necesitan revolver en su interior y entender esas explicaciones del otro que les permita a cada cual seguir su vida desde ese punto. No es fácil sostener una película así y los dos lo consiguen.

Coixet dice que que la película tiene tres patas, y cuando comienza a enumerarlas le salen cuatro. La primera es la obra de teatro de Lot Vekemans titulada Antes te gustaba la lluvia y cuya adaptación es la base de Ayer no termina nunca. Para contar la segunda Coixet explica que que la película está dedicada a Cristina y Jaime, una pareja que tuvo una gran pérdida en su vida y de quienes la directora recibió testimonio de todo el proceso que siguieron para volver a salir a flote. Reconoce que su historia es una lección de vida de la que que ha aprendido. La tercera de las patas es lo que vivimos cada día en esta sociedad y este mundo, inmersos en una crisis económica feroz de la que Coixet no ha querido evadirse. Señala que le ha costado hablar de las cosas que tenía cerca pero que quería plasmar el paisaje político y social de ahora con las contradicciones que estamos viviendo y mostrar su propia perplejidad ante la situación. Es un manifiesto de su confusión. Finalmente como cuarto elemento citó a los actores, Candela Peña y Javier Cámara, sin los que no podría haber hecho esta película.

Dice que Ayer no termina nunca es una historia de amor, mucho más que en las anteriores, y que acaba como tenía que acabar. Luego habla de otro elemento importante: el hecho de traer el pasado con respecto al presente, poniéndolo en el ahora y el aquí. Hay mucho texto en la película, pues los silencios han estado presentes en los personajes desde hace bastante tiempo, y cuando se reencuentran necesitan muchas palabras, todas las que fueron pensando durante esos cinco años en los que no se han visto. La directora reconoce que ella misma no tiene la capacidad para sobreponerse al dolor, es cobardica, pero usa las películas como un exorcismo poniendo a sus personajes en lo peor para ver que es lo que pasa. Tal vez sea sadismo.

Candela Peña durante la rueda de prensa de Ayer no termina nunca (Foto: Toni Gutiérrez)
Candela Peña durante la rueda de prensa de Ayer no termina nunca (Foto: Toni Gutiérrez)
Confiesa Candela Peña que para ella este papel ha sido un regalo. Reconoce que los actores son herramientas de trabajo que el director utiliza para contar su cine. Dice que ahora ve a Coixet satisfecha porque la película se acerca a lo que soñó. Así que todo está bien. Se siente otra actriz gracias a este personaje porque ha llegado a un sitio donde nunca antes había llegado.

El productor, Adolfo Blanco, dice que lo de AltaFilms es triste porque defiende un cine diferente y sus salas son un referente. Significa mucho y seríamos insensatos si no estuviéramos profundamente preocupados. Quiere hablar del problema de fondo que tenemos en nuestro cine y para ello explica que antes de que surgiera la piratería o tuvieramos la subida del IVA, ya sabían que había menos espectadores en las salas. Hay una generación que se está perdiendo, que no va al cine. Y eso, señala, tiene que ver con la educación. Sin duda hay una correlación entre los bajos índices en la educación y esa deserción de las pantallas. Nada hace tanta afición al cine como ver buenas películas. El espacio en las televisiones para el cine es mínimo, y si no se programan, no estaremos fomentando esa afición. Hay que ir a la raíz del problema e inyectar el gusanillo del cine a los jóvenes, porque esta generación en ningún sondeo va a poner el cine entre sus aficiones. Blanco expresa su deseo para que las buenas películas españolas tengan las misma oportunidades que otras no tan buenas pero con mayor gasto en promoción.

Coixet dice que ella seguirá contando historias como sea. Cuando pasea por su barrio y ve las luces encendidas en las casas, las mira y piensa en cuantas historias hay aún por contar, seguro que una por cada lucecita.

Pero lo mejor de la rueda de prensa es escuchar a Candela. Le preguntan por el Goya y responde que prefiere que no le den nada, que le den trabajo. Recuerda una entrevista que le hicieron posteriormente para una revista. Le mandaron las preguntas por correo electrónico para que las contestara ella misma. Se ve sentada en su cocina, con sus tres Goyas a los que ha puesto pestañas postizas, sin un duro, bebiendo leche de la marca DIA y haciendo el trabajo del periodista. Sabe que ella no tiene el perfil ni el dinero de las chicas que salen en esa revista. No hay espacio para el talento, así que hubiera preferido tener menos y que le hubieran dado el premio Max Factor a la cara más bonita porque viviría más tranquila y le iría bien haciendo campañas publicitarias. Reconoce que vive en un mundo que no sabe cual es, sin poder decir mucho porque le dan palos. Pensaba que había libertad de expresión, pero la verdad es que se respeta poco a quien piensa diferente. Confiaba en la bondad de los desconocidos. Pero ya no, ahora no es tan naif y ve venir a los carroñeros. Se hace preguntas. Piensa en la PAH, las preferentes y solo espera que pase este gobierno y que llegue otro que crea en la cultura. Si le preguntan como se ve dentro de cinco años responde que peleando por todo esto; con nosotros no van a poder. Dice que su profesión es sagrada y la respeta como nada en el mundo. Por ella seguirá peleando, por trabajar y que le paguen mejor.

Cartel de la película documental Silvio Rodríguez Ojalá
Cartel de la película documental Silvio Rodríguez Ojalá de Nico García
Dentro de la sección de Documentales del Festival de Málaga Cine Español se presenta a concurso Silvio Rodríguez Ojalá de Nico García. Un buen trabajo que emociona mientras nos va acercando la inmensa persona que hay detrás del cantautor Silvio Rodríguez. El documental está construido a un tiempo con devoción y con una hermosa mirada limpia. Silvio es ese cantante al que cada vez que toca una de sus canciones se le aplaude al menos dos veces. La primera cuando suenan los primeros acordes y el público, con esa pequeña pista, reconoce el tema. La segunda, cuando la canción se acaba para agradecérsela. No hay muchos artistas de los que se pueda decir eso, ni tampoco que logren en el público el embeleso con el que se le escucha a él.

Silvio aprendió a tocar la guitarra a escondidas mientras hacía el servicio militar. De esa época aparecen en el documental muchas imágenes. Es entonces un jovencito con flequillo infatigable que no para de componer y que va encontrando su lugar y su propia voz. Él, junto con Pablo Milanés y Noel Nicola, formaron ese movimiento cultural y musical que fue la Nueva Trova Cubana. Pero el documental no quiere irse siempre hacia atrás, así que abunda en el presente, pues Silvio, después de 45 años de carrera, sigue en activo. Su estudio, Ojalá, mantiene el compromiso con la cultura y desde él sigue apoyando nuevos talentos cubanos. Él mismo sigue subiéndose a los escenarios y actuando. Ahora anda inmerso en otra de sus iniciativas, es la Gira por los barrios, una serie de pequeños conciertos que el cantautor va realizando por los barrios más desfavorecidos de Cuba porque la cultura también tiene una obligación con ellos.

Silvio llama a las cosas por su nombre, sin rehuir nunca de dar su opinión. Eso hace tan interesante escucharle hablar, tanto como oírle cantar. Esas dos virtudes las sabe combinar Nico García en el documental. Las canciones suenan completas, como una banda sonora que va subiendo y bajando de volumen según la intensidad de lo que explica, dejándoles su tiempo verdadero para que se expresen por sí mismas. Las palabras nos describen un tiempo y una ideas revolucionarias. La Cuba que aparece, con sus limitaciones, pero con esa alegría contagiosa de los cubanos, es la que encuentra cualquier visitante que busque algo más que el sol de la playa.

La proyección de esta sesión es doble, así que haciendo acompañamiento a Silvio Rodríguez Ojalá, se presenta Habana Flou (Calle Real 70), de Juan Carlos de la Rubia, un documental que no se sostiene por resultar maniqueo y sectario pues manifiesta una intención clara de sacar de contexto las opiniones de una generación de músicos underground cubanos dedicados al hip hop, buscando dar una imagen determinada, la que apoya el grupo PRISA, de la situación social y política de la isla.

En la Sección de Territorio Latinoamericano se puede ver la película peruana Casa dentro de la directora Joanna Lombardi Pollarolo, hija del reputado director de cine Francisco Lombardi. Es un film lento que nos muestra la convivencia familiar en una casa de una anciana acomodada; cada cual en su sitio y con cada puerta cerrada con su llave. Con el paso de los años se ha distanciado de sus hijas y en lo afectivo es su perra la que ocupa toda su atención. Ni siquiera una bisnieta puede hacerle competencia al animal. Si me preguntan si pasó algo en la película, diré que no. Joanna Lombardi ya lo advirtió antes de comenzar, no es una película fácil ni superdivertida. Lo que es es un retrato de un mundo pequeño, una mirada distante pero con cierta ternura hacia una clase envejecida y adinerada que mantiene en la rutina su vida.

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