En el libro Invisibles, Juan Diego Botto desanda el camino para volver a la verdad que se ocultó tras la ficción de Un trozo invisible de este mundo
Martes 16 de abril de 2013. Teatro Español. Madrid
Melani Olivares, Montxo Armendáriz, Juan Diego Botto y Pablo Rodríguez el Pampa presentando el libro Invisibles (Foto: Toni Gutiérrez)
El director navarro aprovechó su intervención para explicar que cuando se lee un libro cada cual saca diferentes conclusiones porque se analiza desde distintos puntos de vista. Armendáriz ha encontrado tres lecturas posibles. En la primera fue navegando por el trayecto de Juan Diego Botto por el exilio, desde la desaparición de su padre hasta el presente. Un segundo nivel se correspondería con la catarsis personal de Botto con respecto a lo que ha sido su existencia, algo que el director destaca por la generosidad con la que el autor que se ha desnudado a través de un texto personal, cargado y duro. La última de las lecturas tendría que ver con la propia obra de teatro y supone un complemento que explica la génesis y el desarrollo del texto dramático.
Montxo Armendáriz presentando el libro de Juan Diego Botto (Foto: Toni Gutiérrez)
Pablo Rodríguez, el Pampa, pertenece a la Red de apoyo Ferrocarril Clandestino. Contó de Invisibles que es un libro que nos invita a indagar dentro del mundo de la inmigración. Para la Administración los inmigrantes son sólo números, pero en el libro encontramos las personas que hay tras esas cifras, como ocurre con Samba Martine, la mujer congoleña que falleció en diciembre de 2011 mientras se encontraba prisionera en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche. Samba representa a los desplazados de Colombia por las empresas transnacionales o de Sri Lanka por los intereses hoteleros a la hora de aprovechar la costa tras el tsunami. También en Samba vemos a la población de Níger, donde la explotación de su petróleo está haciendo que haya constantes tragedias del mismo tipo que la del Prestige. Representa a las mujeres y niños que son traídos a Europa para la explotación sexual y laboral; a los «piratas» somalíes a los que expoliamos sus mares por el interés de nuestras grandes compañías pesqueras; a los futuros hombres y mujeres a los que se detendrá ante la mera posibilidad de que decidan emigrar y a quienes se encarcelará en la prisión que España está construyendo en Mauritania; a tantos muertos y desaparecidos por las políticas de inmigración.
El viaje de Samba está lleno de legitimidad y nos muestra por un lado la violencia que ejercen los países para que la gente se vaya y por otro la dignidad de muchas de éstas luchas. Por ejemplo la de quienes están peleando ahora porque la Sanidad sea universal, o por los derechos de las trabajadoras domésticas o contra las redadas dirigidas por la policía hacia aquellos que tienen otro color de piel. Esas estrategias considerábamos que eran para los de fuera, así que no nos movimos de la silla, pero ahora vemos que se han extendido hacia nosotros. El Pampa afirmó que el mundo está hecho una mierda, así que es necesario que levantemos el culo para cambiarlo.
Juan Diego Botto durante la presentación (Foto: Toni Gutiérrez)
Regresando al libro, Botto explicó que tiene dos patas y ambas son personales. La primera es una llamada de su tío informándole que se iba a celebrar el segundo megajuicio sobre las torturas y desapariciones ocurridas durante la dictadura argentina en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), y que el caso de su padre iba a formar parte del juicio. La segunda de las patas surge con otra llamada, en este caso la de El Pampa para asistir al funeral de Samba Martine. En el taxi que les llevaba hasta allí, le fue contando todo el caso, cada uno de los detalles: once visitas a consulta médica, solo una vez con traductor, no le hicieron mucho caso hasta que murió. Tenía SIDA, pero en el CIE de Aluche no se lo llegaron a diagnosticar, aunque hubiera bastado para ello un simple análisis de sangre. Ahora se conoce que en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) en el que había estado antes ya se lo habían detectado, pero que esa información no viajó a Madrid. Una muerte a todas luces evitable. En el entierro, la madre se aferraba al ataúd cerrado de su hija gritando «yo que te parí, no te puedo abrazar. Yo que te vi crecer, no te puedo abrazar». La imagen, por lo contundente, la tiene grabada y fue uno de los motores que le llevaron a escribir la obra de teatro.
Hablar de inmigración es hacerlo del desarraigo y la soledad, pero sobre todo de dos elementos que laten con fuerza y con una tendencia cada vez más acentuada: desigualdad y abuso. El autor lo ha ido constando con personas que saben del tema a las que ha ido conociendo; personas que le han dejado entrar en sus vidas y que le han ido contando sus historias personales. Esa proximidad establecida, confesó Botto, es la que ha llevado a la obra a ser lo que fue. Cuando Santos López le planteó el libro comenzó a desandar el camino para volver a la verdad que se ocultó tras la ficción.
Melani Olivares lee el principio de Invisibles (Foto: Toni Gutiérrez)
Para finalizar la presentación, Melani Olivares leyó el principio del libro. Imposible no emocionarse con esas palabras tan sentidas. Ella lo hizo y Juan Diego Botto la miró con ternura, intercambiaron una sonrisa y siguió con el texto. Al finalizar, la actriz le miró dándole las gracias por «habernos enseñado un trocito visible de tu mundo».
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