viernes, 14 de diciembre de 2012

Teatro de resistencia

Ha llegado a Madrid el neocabaret de La barraca del zurdo


Viernes 14 de diciembre de 2012. Sala Cuarta Pared. Madrid

Cartel de la obra de teatro La barraca del zurdo
Cartel de la obra de teatro La barraca del zurdo
¿Por qué? Un musical con ideología y emoción.
La compañía granadina Laví e Bel se ha empeñado en dotar al cabaret de una nueva identidad, modernizándolo, renovando el lenguaje artístico y creando un «neocabaret» propio. Llevan para ello veinte años subiéndose a los escenarios con esa revolución siempre a cuestas. Su última producción, La barraca del zurdo, demuestra que se puede hacer un excelente teatro musical que también contenga una carga ideológica profunda. El espectáculo ha conseguido un Premio Max 2012 a la Mejor Dirección Musical que se llevó su músico Alejandro Cruz Benavides.

La barraca del zurdo está hecha sobre números musicales, de variedades, de clown moderno, con coreografías… En ella treinta y siete personajes desfilan por el escenario para contarnos un siglo XX convulso en el que ganó más veces la barbarie que la razón. Nos habla del poso que deja en el corazón el dolor de ese tiempo, el totalitarismo que expulsa lo diferente, los anhelos aplazados, la asunción de aquello que resulta imposible de realizar, el compromiso con el género humano derrotado pero inquebrantable y también nos ofrece un pequeño ramillete de breves instantes plenos de felicidad individual. Para todo esto les basta con dos actores, dos actrices, un músico en directo y dos técnicos para la iluminación y el sonido.

Lo hacen arriesgado en las formas, con los actores intercambiándose los personajes, cruzando los diálogos, mezclando generaciones y con un lenguaje propio construido que sin embargo resulta natural. Ese riesgo que asumen funciona, principalmente por dos motivos. El primero es el trabajo intenso y constante que logra en todo el equipo una técnica perfecta. El segundo de los secretos está en establecer un vínculo emocionalmente intenso con el público, algo que consiguen cuidando un texto y una historia que mantiene la misma tensión desde el principio hasta el final.

La barraca del zurdo es una historia de amor, la de Aurora y «El zurdo», y la de una familia consagrada al mundo del espectáculo y comprometida con una forma de pensar. Participaron en las Misiones Pedagógicas porque la cultura pertenece y debe llegar al pueblo; actuaron en el frente para dar moral, apoyo y una sonrisa a los soldados republicanos; se exiliaron en América porque aquí nos quedamos sin futuro; volvieron a Europa sin poder pisar España; y regresaron al fin para culminar el siglo y la vida. Este espectáculo transmite un sentido homenaje a todos aquellos artistas de variedades con conciencia que mantuvieron su compromiso político cada día de su vida a través del trabajo y el desarrollo de su oficio. Dieron la cara y resistieron sin darse nunca por vencidos. Pero a su vez, la función también sirve como punto de reflexión sobre nuestro presente. Intenciones no le faltan.

Cuenta Emilio Goyanes, autor y director, que, entre otras muchas opciones, quizás escribió La barraca del zurdo por «la necesidad de decir, de gritar con una paz espasmódica que éste es nuestro oficio, que nadie nos va a desalojar de él, que vivimos en la resistencia, una resistencia alegre, jodida e inamovible, justo en este momento que la apisonadora de esta crisis fabricada a la medida del sistema nos pasa por encima».

«El zurdo» es anarquista y su ideología le acompaña en todo lo que emprende, pues el ser humano no puede dejar atrás su conciencia. Todo en la vida es política, cada detalle, por pequeño que sea, nos concierne y no sirve cruzarse de brazos y esperar que sean otros los que decidan y diseñen por nosotros el futuro. Siempre hay que pelear. Y la bandera republicana que aparece en una de las escenas nos lo recuerda al simbolizar esa democracia que nos quitaron por la fuerza entonces y que ahora, inertes, nos estamos dejando arrebatar de nuevo. Pero sin duda, lo que más me impresiona de la obra es el excelente tratamiento de la Memoria Histórica, con un sentido emotivo y revolucionario, que nos obliga a emprender un camino a través del exilio, un viaje que arranca y que quizá no encuentre nunca su final, en esa búsqueda de asentar la vida con las raíces perdidas, o robadas en este caso, en otro lugar que siempre será de paso.

Antonio Ramos Leiva, Larisa Ramos, Nerea Cordero y Piñaki Gómez en una escena de la obra de teatro La barraca del zurdo
Antonio Ramos Leiva, Larisa Ramos, Nerea Cordero y Piñaki Gómez en una escena de la obra de teatro La barraca del zurdo
Una historia coherente que hace que los números no sean estampas, sino que formen parte del todo que es la La barraca del zurdo. Me gusta esa estética de cabaret moderno, de luces y negros, de ropas oscuras que mezclan dos tiempos con sus pequeños detalles, de mirada nostálgica y de riesgos, que cuida la plasticidad. Me gustan los momentos cómicos, los números variados que rompen el tono y que nos dicen que en una misma vida caben muchas cosas. Me gustan los números musicales, los distintos estilos de cada uno de ellos, las voces hermosas, sus coreografías y la emoción que transmiten.

Increíble el trabajo de los cuatro intérpretes, Piñaki Gómez, Larisa Ramos, Nerea Cordero y Antonio Ramos Leiva, tanto por su versatilidad como por la capacidad de desdoblamiento que tienen durante cada instante de la función; pero sobre todo por la manera tan preciosa que tienen de transmitir todo el sentimiento que la obra atesora y que ellos y ellas regalan al público tan generosamente.

La barraca del zurdo es un obra estupenda, de las que difícilmente se olvidan, y que tiene un trabajo soberbio detrás. Además de encontrar un nuevo lenguaje la compañía Laví e Bel ha sabido dar con el espíritu de la Memoria y acercarlo al público. Una lástima que solo se hayan programado seis funciones en la Sala Cuarta Pared.

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