El cortometraje Pecera de Carlos Bouvier y el largo 5 metros cuadrados de Max Lemcke inauguran la X Muestra de Cine y Trabajo para contarnos lo fácil que es quedarse sin trabajo y sin casa
Díptico de la X Muestra de Cine y Trabajo y el V Certamen de Cortometrajes Express que organizan la Fundación Ateneo Cultural 1º de Mayo de CC.OO.
Por su parte, Francisco Naranjo, secretario de Comunicación de CCOO de Madrid y miembro de su Comisión Ejecutiva, enumeró algunos números de la Muestra, como sus 120 películas estrenadas a lo largo de estos diez años. Informó que al V Certamen de Cortometrajes Express se habían presentado 21 participantes. Señaló que ambas iniciativas son una apuesta del sindicato por la cultura y que sirven para ofrecer una mayor conocimiento de la crisis y de los problemas que acucian a los trabajadores. Destacó que todas ellas son películas comprometidas con la clase obrera. Quiso hablar de las movilizaciones contra los recortes en las que CC.OO. está profundamente implicado, organizando y participando activamente en ellas porque es necesaria para la clase obrera el que dichos recortes y medidas sean revertidos. Recordó la próxima jornada de huelga en la enseñanza del próximo 22 de mayo. También indicó que desde Comisiones Obreras se anima y apoya las marchas del 12-M. Habló de la actualidad, como el vergonzoso asunto del juez Carlos Dívar o la casualidad de que la cantidad de dinero público necesario para salvar a Bankia coincida con la de los recortes a la Sanidad y la Educación.
Pecera, el corto más reivindicativo del año
Cartel del cortometraje Pecera
Ambientado en una empresa de trabajo temporal, Pecera es un corto impactante, que capta al espectador con fuerza y que le va llevando de un punto a otro para hacerle ver la realidad de una motivación empresarial que deshumaniza a las personas. Somos números que representan ganancias o pérdidas, un mero balance contable para quien toma las decisiones que nos atañen, las que nos pueden dejar un día en la calle y sin trabajo. Los mandos intermedios han dejado a un lado los sentimientos para simplemente aplicar sus cálculos orientados a minimizar el coste, manejando personas como si fueran fichas. Se extrema la formación para despedir en los departamentos de Recursos Humanos. Se engaña por norma, sin remordimientos, ocultando al trabajador sus derechos y hablando de que las cosas son así, que no hay otra opción. Así son los nuevos parámetros empresariales, donde el trabajador es siempre prescindible y resulta fácil encontrarle un recambio.
Para quienes no pudieron asistir a la proyección siempre les quedará la oportunidad de ver Pecera en internet, donde el propio director ha colgado el vídeo.
5 metros cuadrados, la vida soñada que explota como una burbuja
Cartel del largometraje 5 metros cuadrados
Una pareja joven comienza a hacer sus planes de boda. Llevan mucho tiempo de novios, así que deciden comprar un piso sobre plano y a las afueras de una gran ciudad. Con todos sus ahorros, a los que se han sumado los de sus suegros, logran pagar la entrada y meterse en una hipoteca a cuarenta años. Cuando tan sólo faltan unos meses para la entrega de los pisos, se paran las obras y se precinta la zona. Así arranca 5 metros cuadrados, una película que nos muestra la angustiosa búsqueda de una solución para conseguir tener su casa y la vida que siempre habían soñado en ella.
A su manera, la película nos habla de la imposibilidad del amor, o la fraternidad, en los tiempos de la especulación, de como nos consumen los nervios cuando somos víctimas, de la impotencia absoluta por resolver una situación tan perdida de antemano como injusta. Los problemas son personales, nunca hay un gobierno ni un estado que se preocupe de proteger al desvalido frente a la avaricia del poderoso, ese que con su dinero ha comprado voluntades y que después se lo niega a quien se lo debe. Al ciudadano medio, cuando le engañan, le toca comerse su rabia y buscar pequeñas tretas para llamar la atención y recuperar una pequeña parte de lo comprado y nunca disfrutado. 5 metros cuadrados nos habla de las luchas en pequeños grupos que no van a ningún lado, de los que se rinden, de los que se conforman, de los que se caen agotados porque no pueden más y de los que siguen peleando individualmente dentro de una espiral que se les ha descontralado, resquebrajados por dentro y con la vida ya perdida. Es la historia de una tragedia cotidiana, que florece a diario a nuestro alrededor, de una pesadilla demoledora que traza una infranqueable línea entre los poderosos y los demás.
La película de Lemcke también nos habla de ese sueño de la normalidad, de decirse a uno mismo propietario cuando se compra un inmueble y de regodearse del dulce sonido que esa palabra produce en los propios oídos, como si se hubiera alcanzado un nuevo estatús. Es la realidad del querer llegar y no poder la que, sin prisas, nos espera al otro lado. Un duro aviso de que nos podemos quedar sin nada porque los sueños son frágiles y se rompen a diario. No nos engañemos, la mala suerte se ceba siempre con los mismos y la crisis la terminan pagando los más débiles, los desprotegidos.
Excelente el reparto donde brillan sus dos protagonistas, Fernando Tejero y Malena Alterio, perfectos paradigmas de la clase trabajadora. La cara de la especulación y el poder local aliado la ponen con crudeza Emilio Gutiérrez Caba, Manuel Morón y Secun de la Rosa, un acelerado ejecutivo muy alejado de los papeles a los que nos tiene acostumbrados. También sobresale Jorge Bosch, en el papel del inconformista en este mundo que le ha tocado vivir.
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