La Simpañía presenta un arriesgado montaje para meternos dentro del cerebro de un esquizofrénico
Domingo 5 de junio de 2011. La escalera de Jacob. Madrid
Cartel de la obra Esquizofrenia
Esquizofrenia no es una obra inocua, de esas que disfrazan los problemas para pintar una sociedad feliz. No va en busca de lo positivo pues trata de construirnos una instantánea fiel y dolorosa. Se adentra certera hacia los sentimientos. El miedo que sienten los personajes, su angustia sobrehumana y la soledad que su enfermedad les producen, se trasladan al espectador que los va digiriendo y haciendo suyos, creando lentamente un proceso de empatía con el que sufre, castigado por su enfermedad. Vemos sobre el escenario levantarse la culpa que les pesa, una rabia profunda incontrolable que les deshace, una impotencia que les atosiga y una marginación como seres sociales que les convierte en excluidos, tal como si no existieran.
Es un montaje arriesgado por lo directo, porque llama con fuerza al espectador al querer pintar un mundo para el que muchas veces las palabras no logran construirlo en su conjunto. Esquizofrenia transita por caminos diferentes, buscando lo sensorial, pero que no se pierde porque tiene claro su objetivo. El espectador encuentra historias lineales de los personajes que la obra va tejiendo y contando sobre una narrativa convencional.
El elenco de la obra Esquizofrenia: Begoña S. Somolinos, Estela Aguilar, Silvia Maya, Eva Redondo, Jorge Fuentes y Jonathan Rod
Me gusta la sencillez de un escenario en el que los objetos se vuelven polifacéticos, donde la propia enfermedad se hace presente, en el que vemos a los enfermos torturándose por dentro y queriendo escapar de una vida que se les va cargando de estigmas; a los cuidadores atentos o descuidados por una rutina que sirve de distancia; a los familiares incapaces de asumir los cambios; y a la propia sociedad, a la que curiosamente se ha representado en el texto con dos abogados rectos y serios.
De las enfermedades se huye. Así lo hace la sociedad, distante, temiendo por un contagio, mirando desde lejos, sin acercarse, sin involucrarse. Las que tienen que ver con la locura nos asustan más, que duda cabe, porque nos deshumanizan, nos llevan por pendientes que nos atemorizan. La muerte ronda toda enfermedad, como una solución para quien se deja vencer persuadido de haber perdido el enfrentamiento, sólo y sin apoyo. Pero la lucha en estos casos es más atroz, por incomprendida, porque incluso puede haber quien deje escapar un suspiro de alivio.
No es fácil interpretar personajes que han perdido el control, que viven en una frontera con una realidad intangible. Me sorprendieron los excelentes trabajos de todo el elenco, que hicieron presentes tanto a la propia locura y sus enfermos, como a los cuerdos. Del primer grupo me quedo con la sonrisa perversa de Begoña S. Somolinos, esquizofrenia pura o con el personaje atormentado que encarna Jonathan Rod por su capacidad de acercarnos la enfermedad o con la dulce bailarina que intepreta Estela Aguilar, capaz de transmitirnos un mundo interior complejo y aislado con unos pocos gestos, con sus impulsos. De los cuerdos me encanta la soltura, profundidad y distancia con las que Eva Redondo teje sus personajes, la frialdad numérica y el temor a la enfermedad que tan bien plasma Jorge Fuentes o la cotidianidad y el embelesamiento con los que construye los suyos Silvia Maya.
Es una obra que se disfruta, a pesar de que se sufre viéndola, pues ha logrado meternos dentro del cerebro de un esquizofrénico. Con Esquizofrenia, el espectador recupera la necesidad de ir al teatro a sentir emociones, a pasar por estados de ánimo semejantes a los de un esquizofrénico. Teatro de emociones que nos ayuda a comprender el mundo.
A modo de pequeño anecdotario: El grupo de teatro La Simpañía nació en 2006. Sus componentes se conocieron en la Fundación Shakespeare y poco después decidieron seguir el aprendizaje uniéndolo a la práctica. Debutaron con Menú del día y más tarde estrenaron la también comedia Misterio en Crimetown y otras dos gracias, premiada en el Festival de Pequeño Teatro de la Ciudad de Valencia. Predatoria, su tercer montaje, es un drama, con abundante humor negro. Hace año y medio se incorporó a La Simpañía la actriz Eva Redondo, quien se ha encargado de escribir el texto, dirigir y actuar en su cuarta obra Esquizofrenia. De la formación original permanecen Íñigo Cavia y Jorge Fuentes.
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