jueves, 31 de marzo de 2011

Los que hemos amado, contar una historia sin moraleja

Willy Uribe presenta una novela verídica, llena de claves personales escondidas y que le remite a su propia realidad.


Lunes 28 de marzo de 2011. Librería Estudio Escarlata. Madrid


Willy Uribe durante la presentación de su novela Los que hemos amado
Willy Uribe durante la presentación de su novela Los que hemos amado
Dijo Carlos Salem a bocajarro que, aunque le gusta como escribe Willy Uribe, pensó que Los que hemos amado no le iba a gustar. No le apetecía una historia de veinteañeros. Pero Willy Uribe no cae en los tópicos, no respeta los cánones y retrata la sociedad de alrededor como sin querer. Ya todos sabemos que vivimos en un mundo que no es justo, nos lo cuentan a diario los medios; así que la novela del siglo XXI no necesita tener la obligación de ser netamente social. Aseguró Salem que el gran mérito de Los que hemos amado es que está contado como si no importara y sin embargo cada palabra importa; al autor ha impregnado la novela de una economía de las palabras que la enriquece. También destacó la fabulosa capacidad de Willy Uribe para recrear la realidad con sus ambientes. Los personajes se ven con una gran proximidad y ahí se encuentra el horror que te golpea, pues el lector se da cuenta de que podría ser cualquiera de ellos. Señaló que la novela tiene sorpresas, cada vuelta de tuerca no es gratuita: en la novela ocurre lo que tiene que ocurrir, aunque no te lo esperes. Afirmó después que volverá a leerla porque merece la pena hacerlo de nuevo.

Willy Uribe explicó que con 18 años eres invencible, es una edad en la que no existe el fracaso y en la que además no te importa lo que pase en el futuro. No necesitó plantearse la historia porque conoce a los personajes. Reconoció que todo lo que escribe resulta una interpretación literaria de lo que él ha vivido. Los que hemos amado es una novela de aventuras clásica, de viajes y de carretera, de un amor difícil de comprender e incluso de descifrar porque supone una sumisión. Sergio, uno de sus dos protagonistas, es un personaje desgraciado, en plena huida, con el que el autor se reconoce. Pero la novela tiene muchas más cosas: se describe lo que se siente practicando surf; se cuentan los años 80 en Getxo, una población que compagina las viviendas más caras con otra realidad más cruda y obrera; la violencia de aquellos años en el País Vasco -ETA, la oposición a la central de Lemóniz, los asesinatos- aparece de telón de fondo... El autor insistió que no quiere que la violencia y el terrorismo contamine su obra, por eso no son el tema central, sino que lo que aparece en Los que hemos amado es la incorporación de esa violencia como parte de su experiencia. Espera que algún día no quede ni siquiera ese rastro y pueda hablar de otras cosas. Lo de ETA se podrá contar dentro de 20 o 30 años. La novela también pasa sobre el 23-F con distancia, la misma que recuerda que se vivió desde el País Vasco aquel día.

Cuando Willy Uribe quiso definir Los que hemos amado dijo que es una novela verídica, un tanto autobiográfica, llena de claves personales escondidas, y que le remite a su propia realidad. Mientras el autor más avanza en la escritura más se va desnudando, una sensación que le va gustando cada vez más.

Portada de la novela Los que hemos amado de Willy Uribe
Portada de la novela Los que hemos amado de Willy Uribe
Los paisajes que pinta en la novela los conoce de siempre, aunque aseguró que aparecen muchos sitios que también son de Ramiro Pinilla, autor que ha ambientado su narrativa en Getxo y que supone una referencia para esta geografía. Willy Uribe no puede mirar los acantilados de La Galea sin recordar Las ciegas hormigas y bordearlo con cierto punto de suicida.

Sobre el lenguaje explicó que el utilizado en Los que hemos amado es el suyo. En su anterior novela, Cuadrante Las Planas, fue demasiado simbólico y un tanto alejado de su forma de escribir, aunque reconoce que disfrutó mucho durante el proceso de escritura. Aprovechó para hablar de lo que supuso tener detrás una editorial grande como Tusquets para su anterior libro, aunque señaló que hubo detalles que no le agradaron, porque después de tanto tiempo escribiendo, no le gustó que le viniera un tipo hablando de dinero. Pensó que aquel no era su lugar, por eso regresa con su nueva novela a una editorial independiente y pequeña, que cuida mucho el libro. No tiene la misma distribución, la tirada es menor, pero como escritor siente que está en su sitio. Hay dos formas de abordar el trabajo desde las editoriales: la tradicional y el modelo anglosajón. A él le gusta el estilo de Enrique Murillo, su editor de siempre, donde la editorial es un lugar en el que se pulen los textos. Hay que ser humilde y escuchar los consejos del editor.

Respecto al género negro en el que los críticos le han catalogado, confesó que en realidad no conoce los cánones. Cuando le pusieron aquella etiqueta le preguntó al librero Paco Camarasa, autoridad reconocida, para que el echase una mano y le recomendase qué leer. Le citó a muchos clásicos y también a Jim Thompson, un autor que ha pasado de los cánones porque sabe lo que va a contar. Es un escritor que le interesa y del que ha aprendido muchas cosas.

Willy Uribe y Carlos Salem durante la presentación de la novela Los que hemos amado
Willy Uribe y Carlos Salem durante la presentación de la novela Los que hemos amado
Hablando de otros autores señaló que le gusta mucho la narrativa anglosajona, citó también a Cortazar del que le gustan sus cuentos, pero que no ha conseguido terminar nunca Rayuela, a Somerset Maugham, a Faulkner por su universo y sus frases y a Hermann Ungar por su uso de las estructuras sintácticas.

Cerró Carlos Salem diciendo que de Willy Uribe destaca que es un tipo que nos cuenta historias sin darnos una moraleja. Él no lee libros que digan lo que es la vida, porque esos le aburren.

Sinópsis: Dos chicos de Getxo viajan al sur de Marruecos buscando librarse del tedio a base de olas y hachís. Eder es de buena familia, rico, y tiene un carácter dominante. Sergio no sabe ni quién es su padre, y es pobre, sumiso y bastante ingenuo, aunque más valiente para las olas grandes que su amigo Eder. Estamos en invierno del 81.

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