Nunca sé si tomarme la cultura en serio o en broma. Mis dudas vienen conmigo de lejos; me basta preguntarme qué es eso de la cultura para ponerme en un aprieto. Tartamudeo al describirla, divago, me trabo de nuevo y al final bajo la mirada y abro el diccionario de la RAE, rendido pero sin que me vean, para decir en un susurro «Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico». Pues sí que es preciso, sí. Si lo que veo sobre un escenario, una pantalla, colgado en un museo, en la calle… no me ayuda a desplegar ese sentido crítico tengo que desecharlo. Adiós pensamiento único, adiós cine hollywoodiano, adiós Industria de la Cultura, adiós a todos aquellos que especulan creando productos comerciales nacidos del marketing y de los estudios de mercado. La cultura se separa del ocio yendo más allá, y en ese trayecto, desde esa distancia, aporta todo su valor, ese plus que me permite construirme como persona en lo común y en lo diferente a los demás. No debo bajar el listón. No puedo aceptar como cultural lo que se queda vacío de contenido social o político, lo que carece de capacidad de confrontación diaria con el ideal utópico, lo que no me hace pensar dónde encuentro lo justo ni las causas a defender con uñas y dientes.
Si me dejase adormecer en los laureles de la Industria de la Cultura, si por pereza me conformase con lo que hacen otros en mi nombre, perdería mi esencia. Sin la capacidad crítica de las personas frente al mundo que les rodea, no hay otro futuro que quedar relegado a un papel de consumidor, de puro mueble, de votante perplejo incapaz de cambiar nada, de asentir a cada paso aceptando todas las órdenes, de perdedor, de mero conformista.
Así que no me hablen más de cultura cuando lo único que quieren decir es dinero en los bolsillos. Porque si admito como cultural todo aquello que no desarrolle mi juicio crítico con mi entorno, no podría perdonármelo, pues abandonaría la senda del ser humano, un camino por el que muchos han luchado antes y de su tránsito por él aprendo cada día.
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