jueves, 31 de marzo de 2011

Los que hemos amado, contar una historia sin moraleja

Willy Uribe presenta una novela verídica, llena de claves personales escondidas y que le remite a su propia realidad.


Lunes 28 de marzo de 2011. Librería Estudio Escarlata. Madrid


Willy Uribe durante la presentación de su novela Los que hemos amado
Willy Uribe durante la presentación de su novela Los que hemos amado
Dijo Carlos Salem a bocajarro que, aunque le gusta como escribe Willy Uribe, pensó que Los que hemos amado no le iba a gustar. No le apetecía una historia de veinteañeros. Pero Willy Uribe no cae en los tópicos, no respeta los cánones y retrata la sociedad de alrededor como sin querer. Ya todos sabemos que vivimos en un mundo que no es justo, nos lo cuentan a diario los medios; así que la novela del siglo XXI no necesita tener la obligación de ser netamente social. Aseguró Salem que el gran mérito de Los que hemos amado es que está contado como si no importara y sin embargo cada palabra importa; al autor ha impregnado la novela de una economía de las palabras que la enriquece. También destacó la fabulosa capacidad de Willy Uribe para recrear la realidad con sus ambientes. Los personajes se ven con una gran proximidad y ahí se encuentra el horror que te golpea, pues el lector se da cuenta de que podría ser cualquiera de ellos. Señaló que la novela tiene sorpresas, cada vuelta de tuerca no es gratuita: en la novela ocurre lo que tiene que ocurrir, aunque no te lo esperes. Afirmó después que volverá a leerla porque merece la pena hacerlo de nuevo.

Willy Uribe explicó que con 18 años eres invencible, es una edad en la que no existe el fracaso y en la que además no te importa lo que pase en el futuro. No necesitó plantearse la historia porque conoce a los personajes. Reconoció que todo lo que escribe resulta una interpretación literaria de lo que él ha vivido. Los que hemos amado es una novela de aventuras clásica, de viajes y de carretera, de un amor difícil de comprender e incluso de descifrar porque supone una sumisión. Sergio, uno de sus dos protagonistas, es un personaje desgraciado, en plena huida, con el que el autor se reconoce. Pero la novela tiene muchas más cosas: se describe lo que se siente practicando surf; se cuentan los años 80 en Getxo, una población que compagina las viviendas más caras con otra realidad más cruda y obrera; la violencia de aquellos años en el País Vasco -ETA, la oposición a la central de Lemóniz, los asesinatos- aparece de telón de fondo... El autor insistió que no quiere que la violencia y el terrorismo contamine su obra, por eso no son el tema central, sino que lo que aparece en Los que hemos amado es la incorporación de esa violencia como parte de su experiencia. Espera que algún día no quede ni siquiera ese rastro y pueda hablar de otras cosas. Lo de ETA se podrá contar dentro de 20 o 30 años. La novela también pasa sobre el 23-F con distancia, la misma que recuerda que se vivió desde el País Vasco aquel día.

Cuando Willy Uribe quiso definir Los que hemos amado dijo que es una novela verídica, un tanto autobiográfica, llena de claves personales escondidas, y que le remite a su propia realidad. Mientras el autor más avanza en la escritura más se va desnudando, una sensación que le va gustando cada vez más.

Portada de la novela Los que hemos amado de Willy Uribe
Portada de la novela Los que hemos amado de Willy Uribe
Los paisajes que pinta en la novela los conoce de siempre, aunque aseguró que aparecen muchos sitios que también son de Ramiro Pinilla, autor que ha ambientado su narrativa en Getxo y que supone una referencia para esta geografía. Willy Uribe no puede mirar los acantilados de La Galea sin recordar Las ciegas hormigas y bordearlo con cierto punto de suicida.

Sobre el lenguaje explicó que el utilizado en Los que hemos amado es el suyo. En su anterior novela, Cuadrante Las Planas, fue demasiado simbólico y un tanto alejado de su forma de escribir, aunque reconoce que disfrutó mucho durante el proceso de escritura. Aprovechó para hablar de lo que supuso tener detrás una editorial grande como Tusquets para su anterior libro, aunque señaló que hubo detalles que no le agradaron, porque después de tanto tiempo escribiendo, no le gustó que le viniera un tipo hablando de dinero. Pensó que aquel no era su lugar, por eso regresa con su nueva novela a una editorial independiente y pequeña, que cuida mucho el libro. No tiene la misma distribución, la tirada es menor, pero como escritor siente que está en su sitio. Hay dos formas de abordar el trabajo desde las editoriales: la tradicional y el modelo anglosajón. A él le gusta el estilo de Enrique Murillo, su editor de siempre, donde la editorial es un lugar en el que se pulen los textos. Hay que ser humilde y escuchar los consejos del editor.

Respecto al género negro en el que los críticos le han catalogado, confesó que en realidad no conoce los cánones. Cuando le pusieron aquella etiqueta le preguntó al librero Paco Camarasa, autoridad reconocida, para que el echase una mano y le recomendase qué leer. Le citó a muchos clásicos y también a Jim Thompson, un autor que ha pasado de los cánones porque sabe lo que va a contar. Es un escritor que le interesa y del que ha aprendido muchas cosas.

Willy Uribe y Carlos Salem durante la presentación de la novela Los que hemos amado
Willy Uribe y Carlos Salem durante la presentación de la novela Los que hemos amado
Hablando de otros autores señaló que le gusta mucho la narrativa anglosajona, citó también a Cortazar del que le gustan sus cuentos, pero que no ha conseguido terminar nunca Rayuela, a Somerset Maugham, a Faulkner por su universo y sus frases y a Hermann Ungar por su uso de las estructuras sintácticas.

Cerró Carlos Salem diciendo que de Willy Uribe destaca que es un tipo que nos cuenta historias sin darnos una moraleja. Él no lee libros que digan lo que es la vida, porque esos le aburren.

Sinópsis: Dos chicos de Getxo viajan al sur de Marruecos buscando librarse del tedio a base de olas y hachís. Eder es de buena familia, rico, y tiene un carácter dominante. Sergio no sabe ni quién es su padre, y es pobre, sumiso y bastante ingenuo, aunque más valiente para las olas grandes que su amigo Eder. Estamos en invierno del 81.

lunes, 28 de marzo de 2011

La avería y los prodigios de la edad

La avería arranca con una cierto encanto mágico que lentamente va desapareciendo


Viernes 18 de febrero de 2011. Matadero - Naves del Español. Madrid


Cartel de la obra de teatro La avería
Cartel de la obra de teatro La avería
Dirige Blanca Portillo una adaptación de un relato de Dürrenmatt realizada por Fernando Sansegundo e interpretada por Daniel Grao, Emma Suárez, Fernando Soto, José Luis García-Pérez, Asier Etxeandia y José Luis Torrijo. Llevaba tiempo esperándola con mucho interés depositado en esta obra.

Reconozco que la primera parte de la obra me la pasé embelesado. La avería me sorprendió desde su arranque, con su hermosa escenografía y, sobre todo, con las caracterizaciones de sus intérpretes: máscaras de látex que hacen casi irreconocibles a los actores que hay bajo ellas. Es una sensación mágica, como si la obra te transportara a otro lugar, otro tiempo y otro espacio, con otros códigos. Una sensación de descubrir un lugar desconocido, inexplorado, regido por otras normas que hay que desentrañar. Toda obra debe crear su mundo, donde cada palabra, cada movimiento, tengan un significado propio y encajen. La avería supera esa capacidad.

Cuando apareció en escena Asier Etxeandia, desgarbado y monstruoso, me dije a mí mismo que estaba contemplando una gran obra. Sus largos dedos se mueven renqueantes, su gesto cruje como las articulaciones de su personaje. No podía creérmelo. Su coreografía de entrada es una gran promesa que levanta la primera parte de presentación de los personajes.

La magia dura un poco más, mientras se va tramando el nudo, cuando aún nos quedan verdaderas intrigas por descubrir. Un hombre joven, el único que no lleva máscaras, tiene que pasar la noche en un viejo caserón porque su coche se ha averiado y no queda alojamiento en el pueblo donde una feria de ganado ha llenado todas las plazas hoteleras. La mansión la habita un antiguo juez, ya jubilado, y su cocinera. De vez en cuando, otros tres amigos le visitan para celebrar una cena especial. La noche de la avería coincide con una de esas celebraciones donde la comida y la bebida se convierten en un ritual ceremonioso.

Fernando Soto, Daniel Grao, Asier Etxeandia, José Luis García-Pérez y José Luis Torrijo en una escena de la obra La avería
Fernando Soto, Daniel Grao, Asier Etxeandia, José Luis García-Pérez y José Luis Torrijo en una escena de la obra La avería
Sabemos que la casa, y sus personajes, encierran un gran misterio. El joven representa los valores que nuestra sociedad potencia y reverencia por encima de todo: la ambición, la competitividad, el trabajo como única forma de satisfacción personal... El protagonista ha alcanzado un buen estatus social partiendo desde abajo, es un triunfador. Frente a él tenemos a los ancianos que seguro traman algo. No sabemos cómo, pero van rejuveneciendo por la presencia del joven, por comenzar un juego que antes fue su realidad diaria. Cada vez están más ágiles: corren, saltan, bailan, levantan muebles, hacen flexiones... ¿Son licencias poéticas?, ¿les ocurre de verdad? Mientras hay preguntas, se mantiene el interés. Lo malo es que las preguntas exigen respuestas inteligentes y soluciones acertadas. Algo que La avería termina descuidando y según van pasando los minutos el contenido no avanza y la forma se desborda convertida en único objetivo. La obra entera se hace máscara.

El joven admite participar en el juego de esos cuatro jubilados a los que acompaña en la casa una cocinera en activo. La sociedad les ha excluido por su edad, sin tener en cuenta su valía, negándoles toda capacidad a ejercer las responsabilidades de las que fueron sus profesiones. Un juez, un fiscal, un abogado defensor y el cuarto hombre que tuvo otro oficio que se desvelará durante la función, plantean realizar durante la cena otro juicio. El acusado será el joven y tendrán que buscar en su vida el delito y dictar la sentencia. Pero es juego y no realidad, algo que choca, pues el planteamiento y, sobre todo, la discusión filosófica que se plantea entorno a él deberían avanzar, aportar conclusiones que alteren la realidad y que no lo hagan como mera casualidad, como un malentendido, como una borrachera que nos aturde.

La obra grita por los jubilados que necesitan seguir viviendo con todas sus capacidades, que reclaman seguir siendo útiles. Pero también abre un duro debate sobre las diferencias entre lo legal y lo justo. La Ley se impone como un instrumento objetivo que se utiliza para castigar aquellos comportamientos que se apartan de las normas establecidas, un sistema de homogeneizar a las personas. La Justicia se convierte en algo subjetivo, un análisis desde lo alto de los comportamientos humanos.

Un doble rasero que todo lo mide y que termina alargando la función, pues la búsqueda del delito y el juicio cuentan lo mismo dos veces, pero dando una vez la perspectiva subjetiva y otra la objetiva. Con la primera, cualquier acusado podría ser absuelto porque su humanidad saldrá a flote y nos demostrará que cualquiera puede ser una buena persona y por tanto inocente. Pero la segunda es tajante, se entra en la culpa y nada atenúa un delito.

La música resulta parte importante de la función. Con ella los personajes muestran la profundidad de su alegría. Son piezas sacras, música de capilla, cercana a lo divino, y frente a ellos un rock cantado que contrasta y se convierte en el punto más alto de la representación, donde dos mundos quieren confluir pero hablan con lenguajes diferentes. También la obra se acompaña con coreografías cuidadas que iluminan habilidades sobrenaturales para ponernos sobre aviso o nos señalan lo ceremonioso de todo proceso simulando pasos procesionales paganos de estómagos agradecidos por el placer de la comida y su exquisitez.

Destacar, además de la interpretación ya mencionada de Asier Etxeandia, al sobresaliente José Luis García-Pérez, el único que actúa sin máscara. No me olvido de la ternura que desprende Fernando Soto con su papel, ni de una Emma Suárez categórica y distante que se va dulcificando durante la obra. También se agradecen los trabajos de José Luis Torrijo, a quien la caracterización le ayuda a cuajar una excelente interpretación, y Daniel Grao que debe mantener en escena a un personaje siempre ecuánime, casi sin sentimientos.

Al final me quedé pensando si había entendido todo el mensaje de La avería o si mi pensamiento se había marchado por los mismos derroteros que el del joven protagonista y me habría perdido pensando en que el juego encerraba algo de realidad, y por tanto que lo moral que defiende estaba por encima de lo teatral. Pero creo que no, que todo era un puro juego.

A modo de pequeño anecdotario: El escritor suizo Friedrich Dürrenmatt es autor de obras de teatro, novelas -algunas de ellas policíacas-, piezas radiofónicas, relatos y dos guiones cinematográficos que fueron llevados a la gran pantalla. Maximilian Schell se encargó de dirigir uno de ellos: Der Richter und sein Henker, que aquí se tituló El puente sobre Estambul en lugar de mantener el título de la novela original de Dürrenmatt El juez y su verdugo. La anécdota es que en dicha película Dürrenmatt interpreta uno de los papeles. Así que a su curriculum debemos añadir la profesión de actor.

Con todo este bagaje, cabría pensar que La avería es una de sus piezas teatrales, sin embargo, y en realidad, se trata de uno de los cuentos de Dürrenmatt sobre el que Fernando Sansegundo ha trabajado para convertirlo en un texto dramático.

martes, 22 de marzo de 2011

Contra los recortes, por las pensiones, el empleo y los derechos sociales

Multitudinaria Manifestación de las gentes de izquierdas pidiendo una política verdadera de izquierda


Domingo 20 de marzo de 2011. Madrid


Cartel convocando a la manifestación Contra los recortes, por las pensiones, el empleo y los derechos sociales
Cartel convocando a la manifestación Contra los recortes, por las pensiones, el empleo y los derechos sociales
Las mañanas de los domingos son siempre un tiempo diferente, donde se mezcla el ocio, lo pendiente y el descanso. Donde uno se cruza con los vecinos, con algún amigo, y con todos se comparte hasta la pereza. Vencí la desidia, como muchos otros miles de madrileños que utilizamos la mañana del domingo 20 para manifestarnos en contra de la política de recortes emprendida por el gobierno de Zapatero, porque somos muchos los que pensamos que supone un fuerte retroceso y que sus medidas no han servido para nada, pues, además de no solucionar ninguno de los problemas que hay sobre la mesa, se ha olvidado de arreglar las cuentas con quienes son los principales causantes de la crisis.

El recorrido ha sido muy acertado, el tiempo ha acompañado con una mañana especialmente soleada, y las gentes se han ido mezclando aprovechando la cercanía del Rastro. Hemos caminado por las hermosas calles del centro de Madrid con tranquilidad, sin la impaciencia de los vehículos que se apropian diariamente de él. Me he encontrado con muchos amigos, he visto caras con las que hacía tiempo que no coincidía, nos hemos alegrado de vernos y así, todos juntos, nos hemos tomado la manifestación Contra los recortes, por las pensiones, el empleo y los derechos sociales que convocaba Izquierda Unida como una fiesta democrática, donde el pueblo soberano expresa en la calle sus opiniones. Hemos salido con el orgullo de ser gentes de izquierda que quieren una política social y coherente para este país, alejada del neoliberalismo económico que viene practicando PSOE y PP.

Un instante de la manifestación (Foto: Toni Gutiérrez)
Un instante de la manifestación (Foto: Toni Gutiérrez)
Es cierto que los tiempos no están para tirar cohetes, pero no por ello vamos a dejar de sentirnos indignados. El gobierno se ha cebado con los más débiles a la hora de paliar esta crisis. Los culpables no están en prisión, las grandes corporaciones han aumentado sus beneficios y a cambio los obreros perdemos derechos y salarios, mientras aumentamos jornadas y tendremos que trabajar durante más años en un mercado inestable que no tiene lugar para todos. Es el momento de avanzar hacia un modelo productivo sostenible y sin centrales nucleares, como recordaba Cayo Lara, una salida social que no se construya sobre el sufrimiento de la clase trabajadora, que pase porque los responsables contribuyan con sus impuestos y beneficios. Ninguna de las medidas adoptadas ha resuelto ninguno de los graves problemas que nos trajo la crisis: el paro sigue aumentando, la juventud no encuentra trabajo ni tampoco perspectivas de futuro, las pequeñas empresas se ven acosadas cada día con mayores dificultades para seguir abriendo, aumenta la pobreza, se limitan los derechos laborales y se ataca lo público y social. No es esto lo que queremos.

A través del manifiesto de esta convocatoria que leyó Marta Sanz durante el acto, Izquierda Unida ha presentado las medidas desde las que se debería afrontar esta crisis y que pasan por un plan urgente de empleo que estimule una economía sostenible, desandar el camino de la reforma laboral, la puesta en marcha de una reforma fiscal justa y progresiva que no exima a las rentas del capital y emprender un cambio de rumbo para que se detengan las privatizaciones de las Cajas de Ahorro y se transformen en una verdadera Banca Pública al servicio de los ciudadanos.

Durante el mitin que cerró la manifestación, se escuchó a Cayo Lara hablar de que éste es el momento de llevar los valores de la izquierda hacia arriba, pues la ciudadanía tiene que percatarse de que votar a PP y PSOE no supone ninguna solución a la crisis ni ninguna diferencia. Hay que votar otra cosa, a una fuerza política de ofrezca una verdadera salida por la izquierda frente a la triple traición de Zapatero a los trabajadores, a los ecologistas y a los pacifistas. Unos valores que propone Izquierda Unida como pilares de su política. Habló de participación, honestidad, transparencia, solidaridad y justicia social, igualdad, compromiso colectivo, generosidad, solvencia... Recalcó la defensa a los trabajadores por ser una fuerza política que no se arrodilla ante los poderosos, ni los mercados, ni los banqueros. Lara se negó a hacer un discurso del no y habló de un sí al empleo con relaciones laborales justas, con pensiones dignas, a un empleo público con derechos, al pacto social, al derecho a una vivienda, a una democracia plena, a las energías renovables y a la Paz.

Pancarta del PCE (Foto: Andrés Aranguren)
Pancarta del PCE (Foto: Andrés Aranguren)
En su discurso no olvidó mencionar la honestidad política de su formación y el rechazo frontal a la corrupción que vemos a diario. «No todos somos iguales, ni en el pasado, ni en el presente, ni lo seremos en el futuro».

Antes de Cayo Lara, Gregorio Gordo, dio la bienvenida a los manifestantes con un discurso centrado en Madrid que terminó comparando la política del PP con la del PSOE, pues hasta Esperanza Aguirre ha alabado lo que hace Zapatero y que el presidente del gobierno haya terminado pasando por el aro.

No he encontrado muchas referencias a la manifestación en la prensa, la televisión también se ha olvidado de ella y aunque, TVE1, mostró unas imágenes de Cayo Lara en su telediario hablando de la guerra en Libia, no citó la manifestación. Además, acto seguido, en un intento de que el espectador asociase la presencia de Cayo Laro en otro lugar, colocaron imágenes de otra manifestación, en este caso en Barcelona y contra la guerra. Lara estuvo en Madrid, sosteniendo la pancarta principal, oponiéndose a la política del gobierno. Y con él muchas personas, en una manifestación multitudinaria que comenzó a ritmo de batucada en la Puerta de Toledo y se cerró abarrotando la Puerta de Sol de banderas tricolores republicanas, blancas de Izquierda Unida y rojas, con hoces y martillos, del PCE.

Discurso de Cayo Lara con el que concluyó la Manifestación en la Puerta del Sol (Foto: Toni Gutiérrez)
Discurso de Cayo Lara con el que concluyó la Manifestación en la Puerta del Sol (Foto: Toni Gutiérrez)

sábado, 19 de marzo de 2011

Más que un homenaje, un agradecimiento a Josefina Samper

CC.OO. rinde un merecido homenaje a la inseparable compañera de Marcelino Camacho


Sábado 19 de marzo de 2011. Auditorio Marcelino Camacho de CC.OO. Madrid


Josefina Samper (Foto: Toni Gutiérrez)
Josefina Samper durante el homenaje (Foto: Toni Gutiérrez)
Que gran parte de la fuerza y la entereza de Marcelino Camacho venía del perfecto tándem que hacía con su compañera Josefina Samper es algo que nadie discute. Su sombra es presencia que forjó la mejor forma de entender el sindicalismo, de luchar por la clase obrera con arrojo, de no someterse, de mirar de frente con un orgullo reposado de trabajadora infatigable. Basta escucharla un instante para que uno se quede embelesado, con el tiempo detenido entre los dedos, y no quiera irse de su lado. Son las suyas anécdotas duras en momentos difíciles, rodeadas de hambre, de derrotados, de luchadores por la libertad. Pero también llenas de instantes tiernos cargados de afecto, mostrando con un pequeño sonrojo una vida de entrega y llena de amor, con quebrantos y satisfacciones puestos sobre una balanza que es el vivir.

El acto organizado por CC.OO. no es nostalgia, es un rendido homenaje a quien lo dio todo por los demás. Lo han llamado «Josefina. La rebeldía del rol, la compañera». Lo abre con emoción un vídeo documental que intercala una entrevista con Josefina, imágenes de su vida y a la periodista Juana Ginzo leyendo un texto de Almudena Grandes.

Al final del acto, los ojos de Josefina Samper brillan como los dos luceros despiertos e inteligentes que son. «Es ley de vida. Una pasa. Siempre de pié, siempre adelante. Han dicho más o menos lo que he sido». Siente que su tiempo ha pasado, que son otros más jóvenes los que tienen que tomar sus decisiones y las riendas de una lucha de clases aún sin acabar. Ella cuenta sus recuerdos desde una humildad conmovedora. Habla de su madre que siempre decía que no sabía a quién se parecía esa hija suya, pues sin haber tenido tiempo para enseñarle nada, ya, desde pequeña, se desvivía por ayudar a los demás. Se responde que debía ser la rebeldía de ver lo que su padre había pasado en la mina. Las ausencias también. Recordó su llegada a Orán, el reencuentro con un padre que para los mellizos, tan pequeños cuando se fue, no había sido otra cosa que una fotografía de la que se despedían cada noche al irse a dormir. Y la emoción de lo que va contando flota en el Auditorio Marcelino Camacho que escucha en silencio entregado. Josefina describe como bajan del barco y corren a abrazarse. Habla de aquellos años en Argelia, de la sensación de inmigrantes atosigados que vivieron. No es extraño que pretendiese que todo aquello cambiase porque no podía estar de acuerdo con las injusticias que veía a diario. Recuerda que en su casa se hablaba de política, que por ella pasaban muchos deportados, que algunas cosas de las que decían los mayores las entendía y otras nos, pero que aquellas palabras eran un caldo de cultivo. Así se fue educando, entre emigrados. Cuenta anécdotas, como cuando su tío le dijo que con 14 años ya era mayor para seguir en las juventudes (JSU), que ya tenía edad para pasar al Partido (PCE) y cómo cogió a su padre, republicano declarado, y se afiliaron los dos el mismo día. Trabajó moviendo mermelada sin parar para ganarse unos céntimos más que aportar a casa. Aprendió de todo, de cualquier oficio que pudiera servirle para añadir unos francos más a su jornal. Allí conoció a Marcelino Camacho, cuando se había fugado del campo de concentración. No había tenido tiempo de buscar novio porque siempre estuvo muy liada, confiesa. Pero Marcelino insistió, ella se lo preguntó a su padre y a éste le pareció bien. «Pues si le gusta a usted, nos gusta a todos» cerró el asunto. Así fue haciendo su vida.

Josefina Samper, Ignacio Fernández Toxo y Cristina Bermejo durante el homenaje (Foto: Toni Gutiérrez)
Josefina Samper, Ignacio Fernández Toxo y Cristina Bermejo durante el homenaje (Foto: Toni Gutiérrez)
Presentó el acto Cristina Bermejo, secretaria de Juventud de CC.OO. Dijo que éste era un discreto homenaje a una gran mujer. Josefina se nos presentó como un icono que responde al ejemplo de lucha, tesón, paciencia y sacrificio. A través de ella, las mujeres de hoy reivindican su sitio en primera línea, visibles. Un camino imposible sin el gran esfuerzo de sus antecesoras que supieron luchar en la sombra. Josefina fue, y es, un pilar sustentador. Aquí Cristina Bermejo miró a Josefina de frente y con un ligero temblor en la voz por la emoción añadió «Tu esfuerzo no ha pasado desapercibido, tienes nuestro eterno reconocimiento».

Le siguió Javier López, secretario de CC.OO. Madrid, que le dio la bienvenida a este su refugio, en un auditorio que lleva el nombre de su compañero, donde se le homenajeó con rendida devoción y que también le sirvió de capilla mortuoria para honrar por última vez su figura. López recordó el valor de Josefina y también el de muchas otras mujeres, hermanadas con el compromiso, señalando que todas juntas podrían haber escrito un libro colectivo que llevase por título: «Confesamos que somos mujeres que luchamos». Su última reflexión fue para decir de este acto que «más que un homenaje es un agradecimiento».

Carmen Bravo, secretaria de la Mujer de CC.OO., señaló que un día como éste, otro 19 de marzo hace ahora cien años, se conmemoró por primera vez el día de las mujeres para reivindicar su visibilidad y la igualdad entre ambos sexos. El sindicato, con este acto y en esta fecha, quiere reconocer la rebeldía del rol que encarna Josefina, quedando sellado el reconocimiento a su persona y a la figura de Marcelino Camacho como símbolos de una pareja en lucha obrera por la libertad y la igualdad. Josefina ha luchado y sigue luchando con coraje para que el trabajo permita vivir con libertad a las personas, allí donde ellas elijan hacerlo. Ha luchado y sigue luchando por una ciudadanía de plenos derechos, que puedan alcanzar el proyecto de vida que desean. Éste es un homenaje a esa Josefina trabajadora que se une a quienes pelean por un empleo digno para la mujer, para que también ellas puedan tener un trabajo en la Perkins como lo tuvo Marcelino. Contó Bravo que la resistencia de ellas sirvió para que ellos no cayeran de rodillas. Josefina explicó siempre que Marcelino y ella no tenían nada extraordinario, que eran una familia normal. Cristina Bravo se volcó en adjetivos para describir a la Josefina emigrante, la que se rebela, la trabajadora que se une a sus compañeros para mejorar las condiciones del trabajo, la mujer que es compañera, la que visita a Marcelino cuando cae preso y une su voz para luchar con ellos en defensa de la libertad. Bravo quiso gradecer la labor de Marcelino y Josefina, hablando de preservar el hueco que siempre han ocupado y compartido los dos, un espacio conjunto donde ninguno va delante ni detrás.

Carmen Bravo, Josefina Samper, Cristina Bermejo e Ignacio Fernández Toxo durante el homenaje (Foto: Toni Gutiérrez)
Carmen Bravo, Josefina Samper, Cristina Bermejo e Ignacio Fernández Toxo durante el homenaje (Foto: Toni Gutiérrez)
Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CC.OO., tomó la palabra con la intención de ser muy breve, simplemente para decir que el acto era un homenaje de su sindicato para rendir el merecido reconocimiento a Josefina Samper. Luego la mira con el ramo de rosas entres las manos y le dice que «está radiante, como un clavel rojo reventón».

Le entregan una placa con el carnet de CC.OO. y Josefina se ilusiona, pues ni ella ni Marcelino tuvieron nunca el nuevo. Al fondo, Paquita, otra mujer incombustible recita un poema para expresar el sentir común de todas ellas y la admiración mutua. Alguien grita «te queremos, Josefina» y espontáneamente se entona la Internacional. Basta verla levantar el puño derecho para saber que la honestidad y la honradez tienen en ella su bandera.

Además de este acto, CC.OO. le ha dedicado un número completo en la revista Trabajadora.


viernes, 18 de marzo de 2011

Vicente Cuesta encabeza la Candidatura por la unión

Por primera vez en la historia de la Unión de Actores concurren dos lista oficiales a las elecciones que se celebrarán el 11 de abril


Viernes 18 de marzo de 2011. Teatro Lara. Madrid


Foto de grupo de la Candidatura por la unión
Foto de grupo de la Candidatura por la unión
El 11 de abril se celebrarán las elecciones en la Unión de Actores. Por primera vez concurrirán dos candidaturas diferentes, algo que nunca había sucedido en sus casi 25 años de historia atesorados en este sindicato profesional e independiente que agrupa a muchos de los actores y actrices que viven en la Comunidad de Madrid.

En el teatro Lara se ha presentado la candidatura que encabeza Vicente Cuesta y que se denomina Candidatura por la unión. Arropado por caras conocidas, por gentes trabajadoras, por intérpretes que llevan toda la vida sobre los escenarios y por otros que empiezan, los miembros de la lista esbozaron las líneas de su programa ante los compañeros y la prensa.

Algunos no pudieron estar presentes por motivos de trabajo, pero aún así mandaron todo su apoyo, como fue el caso de Pepe Viyuela cuya carta se leyó. Hablaba de la gente con fuerza que está tras la candidatura y concretaba que había llegado el momento de dejar atrás la desunión y la des-coordinación.

Marian Degás, una joven actriz que se ha unido a la candidatura, explicó que lleva en esto de la interpretación desde los dieciocho años y que ha ido viendo como la profesión y las condiciones de trabajo han ido empeorando con el tiempo. Señaló los horarios que cada día resultan más largos y las pagas que se retrasan con frecuencia. Ella misma, ante estas circunstancias, se planteó que sólo había dos opciones: o dejaba la profesión o hacia algo, así que asistió a una Asamblea de actores. Le encantó lo que proponían, pero vio que la gente joven no estaba representada. Hizo críticas y la respuesta fue que se fuera a trabajar con ellos para mejorar. Aquello funcionaba.

Marian Degás, Adriana Ozores y Ángel Pardo sentados en la mesa
Marian Degás, Adriana Ozores y Ángel Pardo sentados en la mesa y arropados por sus compañeros
Adriana Ozores insistió en que los que llevan más años se sienten responsables de las nuevas generaciones. Es un deber, algo necesario, prestarles apoyo, ofrecerles un lugar donde debatir y un espacio desde el que luchar contra las deficiencias de la profesión. No ahondó en ellas, pues eran conocidas por todos y se quería que el acto resultase ágil.

Por su parte, Ángel Pardo, contó que aunque sigue siendo de los jóvenes ya estaba allí hace veinticinco años, fundando la Unión de Actores. Nunca se ha ido, ni ha querido irse porque sabe que sólo desde dentro se podía hacer el camino que les ha traído hasta aquí, el que ha permitido a los actores y actrices tener voz.

Con Iñaki Miramón se comenzó a hablar de las propuestas que ofrece esta candidatura. Para ello dibujó la indefensión que muchos actores viven ante las grandes productoras y la centró en ese miedo que siente uno contra el grande y que va haciendo que las condiciones laborales se degraden. El sindicato debe ser quien defienda al actor. Otra propuesta que nos dejó es la obligatoriedad de que la Unión de Actores vise cada uno de los contratos de sus afiliados y de esta forma garantizar el cumplimiento de la ley.

Laura Domínguez contó que al salir de la escuela de interpretación se afilió a un sindicato. Luego se fue. Les pasa a muchos, en algún momento llegan a un punto en el que piensan que desde el sindicato no se defienden los intereses del colectivo. Y ahora ha vuelto a afiliarse, para que se hagan las cosas, pero sobre todo para que se hagan bien. Recuerda que hay derechos y también deberes, y que por ambos ha decidido sumarse a esta lista.

MIñaki Miramón, Laurda Domínguez y Guillermo Toledo sentados en la mesa
Iñaki Miramón, Laurda Domínguez y Guillermo Toledo sentados en la mesa y arropados por sus compañeros
Guillermo Toledo confesó que no estaba afiliado hasta hace poco, pero que participó en la Asamblea. Asistió para escuchar lo que se hacía. Ahora su intención es cambiar desde dentro y dar un impulso para que las cosas giren. Dijo que algunos actores, como es su caso, son privilegiados porque la televisión les ha hecho famosos. Añadió que esos casos son pocos, que la mayoría son trabajadores explotados, precarios, con bajos sueldos y que sufren con mucha fuerza y frecuencia el paro. La Candidatura por la unión intenta ganar las elecciones para conseguir avanzar en la solución a estos problemas diarios y habituales. La Asamblea se convertirá en el órgano a través del cual la profesión tome la iniciativa, donde todos puedan participar. Su promesa, en nombre de la lista en la que se integra, es la de trabajar y luchar en todas estas reivindicaciones que ya se arrastran desde hace muchos años.

Juan Margallo se mostró socarrón, pero sin embargo realizó una intervención dura. No pensaba presentarse, pero le importa mucho la unión de la profesión, algo por lo que esta candidatura está luchando. Quiere unidad, como la que hubo en sus inicios, cuando se celebraban los treinta y cinco años de la Huelga de Cómicos. Con la unidad se consiguen las cosas. Habló de aquel tiempo, de la lucha contra el Sindicato Vertical, de la Huelga General en la que fueron especialmente activos. Señaló que la Asamblea como forma de decisión es la pieza fundamental del programa, la palanca de esa unión que hace la fuerza, el sitio desde el que enfrentar los problemas. Contó la insistencia de esta lista a la Junta saliente para formar una única candidatura y las negativas recibidas. Señaló que hay diferencias, pero que sin embargo los problemas a abordar son los mismos. Recordó que desde la Unión de Actores se han hecho muchas cosas bien, pero que sin la unidad no se va a ninguna parte.

Vicente Cuesta y Juan Margallo
Vicente Cuesta y Juan Margallo
Vicente Cuesta encabeza la Candidatura por la unión. Prometió trabajo colectivo. Explicó que en esta lista no hay protagonistas, todos son actores, así que han buscado elaborar una candidatura representativa que nace desde el trabajo de los compañeros de la profesión. Viene gente nueva en ella, los que serán el relevo de futuro. Habló de la intencionalidad de emprender un cambio. No empiezan de cero, han formado parte de algunas comisiones, como la de trabajo, han participado en la Asamblea. Cada uno de los miembros de la lista se ha unido por un compromiso de lucha con toda la profesión. Destacó después la necesidad de un teatro público, para formar una sociedad nueva donde sea posible una cultura mejor. Pidió una ley de teatro. Reiteró que la Asamblea será el órgano principal, el deseo de que se visen todos los contratos. Y luego desgranó otro de los ejes de su programa, marcando como objetivo que la Unión de Actores sea un sindicato legalmente representativo y de esta forma conseguir la autonomía necesaria para poder firmar convenios sin depender de las grandes centrales sindicales como ocurre ahora. Otros de los puntos de su programa sobre los que también se detuvo son la presencia de delegados sindicales en los centros de trabajos y la revisión de la fiscalidad y las condiciones de jubilación. Cerró su intervención pidiendo a los actores y actrices que se unieran a la candidatura para cambiar todos juntos.

Desde el público, Pedro Marí Sánchez, agradeció a los compañeros la generosidad de seguir representando los intereses del colectivo. Aplaudió que el sistema asambleario sea el órgano de decisión para luego pedir que se definiera la identidad del oficio y el papel que desempeñan en la sociedad. La suya es una profesión que exige aprender más, porque ellos son herederos de un bien que les ha prestado la sociedad y por tanto deudores de él. Explicó la situación que se vive en el teatro, donde dos empresas se han quedado con los teatros, la producción y las subvenciones. Un monopolio al que hay que enfrentarse.

Iñaki Miramón volvió a tomar la palabra para explicar que la Candidatura por la unión nació porque sentían que no estaban representados de la forma que querían por la Junta actual (muchos de ellos forman parte de la otra lista que encabeza Amparo Climent). Añadió que valora el trabajo que han hecho y recalcó la necesidad de buscar una unidad.

La Candidatura por la unión tiene previsto cerrar la campaña el lunes 4 de abril con un acto lúdico-festivo en un teatro madrileño de gran capacidad. Avanzaron que será a las 20:00 horas y que darán cumplida información a través de su blog y de la Red social Facebook.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Ispansi y el sentimiento de la tierra perdida

Carlos Iglesias vuelve a desnudarnos el corazón

Cartel de la película Ispansi
Cartel de la película Ispansi
Ispansi es una historia que va desde 1931 a 1975, para abordar, a través de una de las subtramas, el tema de los 3.000 «niños de la guerra» que el gobierno de la República envió a la Unión Soviética para protegerlos de los bombardeos de Franco. Unos niños que escaparon de nuestra Guerra Civil para encontrarse en medio de la Segunda Guerra Mundial. Con una infancia perdida por lo atroz que siempre les rodeo. En una eterna huida camino de ningún sitio.

Sabía, antes de verla, que Carlos Iglesias me iba a tocar el corazón, pues su cine está dotado de una sensibilidad a flor de piel que salta con fuerza desde la pantalla hacia el espectador. Iglesias despliega su gran capacidad de conmover porque consigue tratar cualquier asunto desde el punto de vista más humano. Es un hombre de posturas firmes, que sabe lo que está bien y lo que no, pero que evita los juicios universales profundos, los deja para el público. No por ello rechaza hablar con franqueza, pero le permite crear dudas que solo podrán resolver los personajes, los que deben tomar sus propias decisiones. Es cierto que el destino les ha precipitado a un lugar y un tiempo lejos de su elección, que han perdido muchas cosas por el camino, que sus valores se han visto condicionados por circunstancias extremas, donde vida y muerte casi son lo mismo. Pero aún así, lo que nos enseña Ispansi es que no han dejado de ser humanos. Y por eso, cada uno de los protagonistas vive una vida épica.

Tal vez el principio sea un tanto vacilante, trabar un nudo tan complejo no resulta sencillo, pero lo desborda con las estrategias que elige: un protagonista que conoce las historias de los demás y que está contando la aventura con su voz desde un tiempo posterior, que juega a administrar la información, sin inmiscuirse en los hechos por mucho que sean su propia vida. Con la punta del hilo en la mano vamos pasando por Ispansi, asuntos sobrecogedores matizados con la tranquilidad que produce la distancia de los años, de los pensamientos que vuelven una y otra vez, de lo obsesivo, de lo solo superado a medias. Con un hábil manejo del ritmo y la música que se convierte en emotiva cuando la película lo precisa.

Carlos Iglesias y Esther Regina en una escena de la película Ispansi
Carlos Iglesias y Esther Regina en una escena de la película Ispansi
Si algo pesa sobre cada personaje es el desarraigo que se va asentando en sus corazones. Un sentirse de un lugar al que no se puede volver, incompatible con la vida, emprendiendo un peregrinar unido al destino del pueblo ruso en una época de penalidades extremas defendiéndose del cruel imperialismo fascista que les acosaba y mataba. Así, con una sensación agobiante de ausencia, de sentimiento de tierra perdida, de raíces cortadas, crecen estos niños y niñas y los centenares de adultos voluntarios que les acompañaron. Los primeros que salieron de España fueron niños y niñas sin padres que vivían en orfanatos, infantes a los que la vida no les favorecía. Cada uno de ellos con una historia desoladora a sus espaldas va atravesando con la misma epopeya emprendida desde lo colectivo. Son hechos que ocurrieron y que deben ser recordados. Sin duda ese es uno de los principales valores de Ispansi.

Lo segundo que encuentro y destaco es el equilibrio en el guion, que va encaminado a llegar directo al corazón, pero tomando una perspectiva desde la distancia que le permita tender puentes para contar historias que nos unan. Es cierto que la equidistancia ideológica no es posible, que siempre prevalece una mirada que termina colocando cada término en su justo lugar, ese punto que marca la mirada del director y que se va desvelando a lo largo de la película.

Lo humano y lo compasivo siempre están presentes en Ispansi, incluso en los peores momentos. Los odios y las pasiones se mezclan, como en la vida misma. Los deseos se dejan en un segundo plano, porque compartir lo poco que se tiene se hace más importante que recibir. No se puede sobrevivir solo, no se puede dejar a los enfermos atrás sin perder una parte de sí mismo.

Después de mil vicisitudes surge la oportunidad de regresar para algunos. Pero los que vuelven encuentran un paisaje del que no se sienten parte. Son rusos en España y españoles (ispansi) en Rusia, gente de ningún sitio, de un pasado cercenado por dos guerras.

Cuenta Carlos Iglesias que resultó difícil el rodaje, en el invierno suizo, entre montañas y nieve. Pero esa crudeza de la naturaleza consigue unas paisajes maravillosos que se quedan grabados en la retina. Igual que las grandes interpretaciones, en especial de los papeles femeninos que adquieren mayor fuerza y dureza. Tanto Eloísa Vargas como Isabelle Stoffel e Isabel Blanco nos llenan de sentimientos enfrentados con sus papeles a la sombra de la historia, es la valentía con la que alimentan a sus personajes la que hace avanzar la película. Esther Regina interpreta a la protagonista, la historia más completa, la de quien debe tomar decisiones. Su trabajo sorprende y sostiene un personaje complejo y difícil de interpretar. Carlos Iglesias mezcla fortaleza y dulzura, pero se mantiene en segundo plano, acompañando con su personaje la historia, esperando el desenlace. Sus ideas se mantienen firmes, pero sabe aplicarlas sobre las personas con la humanidad que corresponde, con excepciones si es preciso, un valor que convierte su papel en entrañable.

La culpa y los culpables como tema sobrevuela la película. Culpar resulta sencillo y sirve a su vez de desahogo. Nos permite dar un paso más, sacar la rabia. Pero en el fondo se convierte en un quiste que no permite avanzar pues nos resiente la salud. Hace falta extirpar ese bulto para seguir caminando, pero esa senda impone la recuperación de nuestra Memoria Histórica. Traer ese pasado tan doloroso al frente y aprender de él, contar lo que pasó, lo que hubo y lo que faltó, sacar los muertos de las cunetas. Solo así, con Verdad, Justicia y Reparación, podremos emprender los españoles un camino común.

Ispansi, desde la ficción, da ese paso.

A modo de pequeño anecdotario: A Carlos Iglesias el tema de «los niños de la guerra» le empezó a interesar cuando estudiaba en la Escuela de Arte Dramático de Madrid. Allí tuvo como profesor de arte dramático al asturiano Ángel Gutiérrez, quien vivió aquella experiencia en su infancia y que luego contaba a sus alumnos en sus clases. Aquellos recuerdos y nostalgias se le quedaron grabados. De ellos surge el guion. Luego, para documentarse, se entrevistó con treinta y siete de aquellos niños, varios de ellos han fallecido antes de que la película se llegara a estrenar. Con esta información y con todos aquellos recuerdos elaboró el guion, intentado ser fiel a los sentimientos que estas personas le confesaron.

martes, 15 de marzo de 2011

Cultura como desarrollo personal del juicio crítico

Cultura! Libertad!
Cultura! Libertad!
Nunca sé si tomarme la cultura en serio o en broma. Mis dudas vienen conmigo de lejos; me basta preguntarme qué es eso de la cultura para ponerme en un aprieto. Tartamudeo al describirla, divago, me trabo de nuevo y al final bajo la mirada y abro el diccionario de la RAE, rendido pero sin que me vean, para decir en un susurro «Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico». Pues sí que es preciso, sí. Si lo que veo sobre un escenario, una pantalla, colgado en un museo, en la calle… no me ayuda a desplegar ese sentido crítico tengo que desecharlo. Adiós pensamiento único, adiós cine hollywoodiano, adiós Industria de la Cultura, adiós a todos aquellos que especulan creando productos comerciales nacidos del marketing y de los estudios de mercado. La cultura se separa del ocio yendo más allá, y en ese trayecto, desde esa distancia, aporta todo su valor, ese plus que me permite construirme como persona en lo común y en lo diferente a los demás. No debo bajar el listón. No puedo aceptar como cultural lo que se queda vacío de contenido social o político, lo que carece de capacidad de confrontación diaria con el ideal utópico, lo que no me hace pensar dónde encuentro lo justo ni las causas a defender con uñas y dientes.

Si me dejase adormecer en los laureles de la Industria de la Cultura, si por pereza me conformase con lo que hacen otros en mi nombre, perdería mi esencia. Sin la capacidad crítica de las personas frente al mundo que les rodea, no hay otro futuro que quedar relegado a un papel de consumidor, de puro mueble, de votante perplejo incapaz de cambiar nada, de asentir a cada paso aceptando todas las órdenes, de perdedor, de mero conformista.

Así que no me hablen más de cultura cuando lo único que quieren decir es dinero en los bolsillos. Porque si admito como cultural todo aquello que no desarrolle mi juicio crítico con mi entorno, no podría perdonármelo, pues abandonaría la senda del ser humano, un camino por el que muchos han luchado antes y de su tránsito por él aprendo cada día.

sábado, 5 de marzo de 2011

Penumbra, ¿cómo se le explica a un niño el mundo sin mentirle?

Animalario nos enfrenta a la angustia de nuestros miedos


Sábado 26 de febrero de 2011. Matadero - Naves del Español. Madrid


Cartel de la obra Penumbra
Cartel de la obra Penumbra
Detrás del texto de Penumbra están Juan Mayorga y Juan Cavestany, alma de Animalario. Y sin embargo había oído decir que en esta obra la compañía había dejado a un lado la política para hablar de lo personal. No me pareció así, el pensamiento crítico, la postura ideológica, el carácter social y el compromiso están ahí, no se han ido a ningún sitio, ni se han mitigado. Me alegro por ello. Penumbra habla de nosotros como individuos formando una sociedad; los miedos de cada uno son los de todos.

Es cierto que nos cuenta una historia, o muchas según se mire, de puertas adentro, pero lo hace con paredes transparentes. Nos enseña que hicimos las casas para protegernos y así tener un espacio privado desde el que no nos vean. Ese mismo principio se aplica a una Europa construida sobre un muro que pretende alejar la inmigración. No queremos que del otro lado vean como vivimos. Tampoco queremos participar en lo colectivo.

La narración transcurre en la casa de una familia, a la orilla de un mar traicionero que puede traer mensajes en una botella igual que muerte o naufragios. Es verano y los deseos de todos deberían ser bajar a la playa para vivir un día placentero. Pero no se puede, y eso, lentamente, se va convirtiendo en un lastre que no les deja vivir. El «no se puede» lo marca un pasado, una angustia, una mala experiencia, algo que les paraliza hasta el punto de no razonar y dejarse ir a la deriva, hacia un abandono existencial. Lo único que puede surgir entonces, bajo ese estado, es el dolor, la violencia y la desintegración moral de los personajes y la sociedad.

Dice el director de Penumbra, Andrés Lima, que «el objetivo de la obra es hablar de nosotros mismos y de cómo nos sentimos. Preguntarnos cómo y de dónde surgen nuestros miedos para saber más de ellos y poder disfrutar de la vida. Y la mejor forma de contarlo era a través de los sueños».

Muchos son los temas que trata. El maltrato, no llegar nunca a ser felices, el aislamiento, la soledad, no entender a los demás, el abandono... Cada cual carga con sus miedos y la penumbra entonces se convierte en un personaje más que se adentra en los sueños, que tira de ellos hacia fuera para enseñarnos los monstruos que nos atormentan, acrecentándolos a ellos y empequeñeciendo nuestra parte más humana.

El elenco de la obra posando
El elenco de la obra posando
¿Los miedos se heredan?, ¿pasan de padres a hijos? Sería una justificación perfecta para no hacer nada, para que el mundo permanezca inalterable aboliendo todo movimiento. Sin embargo, hay siempre una edad en la infancia en que surge el atrevimiento a vivir. Ese instante en el que el niño mira a su alrededor, percibe el entorno, ve a unos progenitores a los que no entiende, a un mundo lleno de normas que pretenden cuidarle y garantizar una seguridad opresora, donde los deseos no se alcanzan por puro miedo. Se asusta. Hay en él un deseo inquieto de avanzar y enfrente una sociedad que tiende a mostrarse conservadora. Lo que le salva, lo que nos salvó a todos, es que también se aprende de aquellas personas con las que se tropieza, de esas lecciones que se reciben y se dan sin querer y que un día inesperado vuelven a la cabeza. Nos enseña mucho más un instante con ese extranjero que llega al pueblo sin prejuicios y con capacidad de ver las cosas desde un prisma justo, visión que los que están dentro ya han perdido contaminados, que todas las clases del colegio y las enseñanzas familiares.

El niño, ante tanto tormento, se pregunta si la felicidad es posible. Los mayores dicen que no, pero él mira al fondo, a la playa cercana y tangible de todos los veranos, a la que solo llegó una vez, antes de la tragedia, y que añora. A una felicidad prisionera de los miedos de sus padres. ¿Cómo se le explica a un niño el mundo sin mentirle?

Me ha gustado la idea de que el papel del niño lo represente una marioneta movida por el actor Luis Bermejo, que también da vida a los gestos del niño con su rostro y le pone su voz. Esa capacidad de integrar la marioneta me parece un gran acierto. Me parece sobresaliente que la penumbra la represente un ágil Guillermo Toledo que se cuela por todos los rincones de la obra. La dulzura de Nathalie Poza transmite las mayores amarguras con una naturalidad que sobrecoge y además es capaz de moverse como una bailarina de una caja de música, como una muñeca articulada, de una manera hipnótica. Alberto San Juan es el rostro de la angustia, del hombre vencido por sus miedos y sin esperanza.

Me duele aún esa escena de mar embravecido y catástrofe en la que vemos que nos miran de lejos y no hacen nada por salvarnos. Los miedos son la historia de nuestra impotencia personal y de nuestra sociedad. Penumbra es una gran historia que nos hace pensar por nosotros mismos.

A modo de pequeño anecdotario: Penumbra nació en uno de los talleres en los que participa todo el grupo de Animalario. Andrés Lima les preguntó a qué tenían miedo. De aquellos miedos hablados Juan Cavestany y Juan Mayorga han construido esta obra.