Fin de fiesta con una gala divertida y una buena película con mensaje
Hoy el Festival echa el telón, aunque mañana se vuelvan a proyectar la película ganadora y el premio del público joven. A primera hora de la tarde ya estaban desmontados los casilleros de prensa y se respiraba en el aire la nostalgia de los días pasados, melancolía que se levanta por encima del cansancio, del tiempo robado al sueño. Han caído las últimas botellas de sidra con la comida, hoy me sabe quizá más dulce, a despedida corta, a un «hasta luego».
«The last days of Emma Blank» una película con tintes teatrales
Dentro de la sección oficial se proyecta la película holandesa «The last days of Emma Blank» de Alex Van Warmerdam. En una zona de vacaciones, cercana a la playa, se levanta una casa negra que esconde secretos tras sus paredes. Unos sirvientes obedecen a «la señora», caprichosa y opresora, en sus últimos días. Pero, ¿quién son esos sirvientes?, ¿por qué se dejan humillar?, ¿servilismo o avaricia? En los márgenes de este juego teatral se mueve este largometraje de buenas interpretaciones y hermosa fotografía conseguida con la luz veraniega del exterior que contrasta con lo que se esconde dentro de la casa.
Una casa que, el director explica durante la rueda de prensa, se construyó a propósito para la película, pues por mucho que buscó no la encontró. Esta película nace como una obra de teatro de hace diez años. El director tiene un grupo de teatro y primero lo escribió como texto teatral y posteriormente lo convirtió en guión. Su intención primera surge en torno a la idea dramática de los sirvientes a la que le da una vuelta de tuerca preguntando que ocurriría si la propia familia se convierte en el servicio. Respecto a sus influencias dice que sí, que esta película es un cúmulo de pequeñas influencias que va siendo la experiencia y algunas de ellas incluso ya las ha olvidado. No quiere ser un arqueólogo de su propio trabajo.
La clausura
Hay que acercarse hasta La Laboral para la gala de clausura. En su teatro suena música rápida, de batería y guitarras eléctricas, sin voces, mientras vamos entrando. Sobre un escenario grande se puede ver un atril con el número 47 y más atrás y hacia la izquierda paneles con las letras FICX. Colgados desde el techo caen varias pantallas. La gala la presenta Dani Mateo y lo hace con humor y desparpajo. Bromea sobre la Sexta y sobre Cuatro, pues los presentadores de la gala de inauguración pertenecían a dicha cadena. Pasa de puntillas sobre lo moderno de este Festival y las gafas de pasta para comenzar un monólogo cinematográfico sobre Dios y el hijo que envía para salvar a la humanidad, una historia a la que le falta un giro de guión según Mateo.
Se entregan los diecinueve premios, con agilidad, pues los ganadores cuyos agradecimientos duren menos de tres minutos recibirán un caramelo. Todos se han llevado el suyo.
«Don’t let me drown», una historia de amor juvenil en el Nueva York del 11-S
Cruz Ángeles clausura el festival con su película «Don’t let me drown». Se trata de un largometraje dinámico en el que los sentimientos y emociones siempre están apunto de explotar. Varias generaciones de latinos representados en dos familias, la una mexicana y la otra dominicana para plasmar su mundo, las diferentes formas de asimilación (padres e hijos) a la cultura norteamericana. Especialmente dramático y asfixiante es el trabajo de Ramón que se encarga de limpiar los escombros de la Zona Cero. El director consigue que se respire el polvo nocivo que envuelve al personaje traspasando la pantalla, que se tosa con él sangre. Otro de los mayores logros del director es conseguir que la película resulte tremendamente cercana.
En la rueda de prensa de la mañana, Cruz Ángeles reconocía que siempre le ha resultado difícil centrarse en una sola cosa, motivo por el que esta película es un crisol de personajes que le permite mostrar diferentes generaciones simultáneamente. Cuando se habla del 11-S siempre se muestran bomberos y policías, todos ellos blancos, se olvidan de todos los inmigrantes que trabajaron allí limpiando los escombros. Presenta un mensaje claro: los personajes provienen de otros países y otras razas, pero ahora todos viven en Nueva York y entre todos se construye la ciudad.
Cuando le preguntaron su secreto para manejar la tensión lo resumió con sencillez: escribir, reescribir, rodar y montar. Dice que la emoción es el elemento que pasa todas las barreras lingüísticas. Cuenta que para sobrevivir en tiempos de crisis las mejores medicinas son la risa y el amor. Comenta que él personalmente quiere hacer que el mundo funcione y recuerda que en su país había muchos jóvenes que salieron a votar en las últimas elecciones porque, como él, querían que hubiera un cambio. Había un rayo de esperanza.
Fue sincero al hablar sobre las dificultades para hacer su película, dijo que eran las mismas que cualquier largometraje de cine independiente: el dinero. También habla de las complicaciones para encontrar el elenco. Pero al final todo se resuelve tomando decisiones con rapidez, para que las cosas funcionen con lo que tienes.
«The last days of Emma Blank» una película con tintes teatrales
Alex Van Varmerdam, Annet Malherbe y Tom Erisman, el equipo de la película «The last days of Emma Blank»
Una casa que, el director explica durante la rueda de prensa, se construyó a propósito para la película, pues por mucho que buscó no la encontró. Esta película nace como una obra de teatro de hace diez años. El director tiene un grupo de teatro y primero lo escribió como texto teatral y posteriormente lo convirtió en guión. Su intención primera surge en torno a la idea dramática de los sirvientes a la que le da una vuelta de tuerca preguntando que ocurriría si la propia familia se convierte en el servicio. Respecto a sus influencias dice que sí, que esta película es un cúmulo de pequeñas influencias que va siendo la experiencia y algunas de ellas incluso ya las ha olvidado. No quiere ser un arqueólogo de su propio trabajo.
La clausura
Escenario antes de comenzar la gala de Clausura de la 47 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón
Se entregan los diecinueve premios, con agilidad, pues los ganadores cuyos agradecimientos duren menos de tres minutos recibirán un caramelo. Todos se han llevado el suyo.
«Don’t let me drown», una historia de amor juvenil en el Nueva York del 11-S
Cruz Ángeles director de «Don’t let me drown»
En la rueda de prensa de la mañana, Cruz Ángeles reconocía que siempre le ha resultado difícil centrarse en una sola cosa, motivo por el que esta película es un crisol de personajes que le permite mostrar diferentes generaciones simultáneamente. Cuando se habla del 11-S siempre se muestran bomberos y policías, todos ellos blancos, se olvidan de todos los inmigrantes que trabajaron allí limpiando los escombros. Presenta un mensaje claro: los personajes provienen de otros países y otras razas, pero ahora todos viven en Nueva York y entre todos se construye la ciudad.
Cuando le preguntaron su secreto para manejar la tensión lo resumió con sencillez: escribir, reescribir, rodar y montar. Dice que la emoción es el elemento que pasa todas las barreras lingüísticas. Cuenta que para sobrevivir en tiempos de crisis las mejores medicinas son la risa y el amor. Comenta que él personalmente quiere hacer que el mundo funcione y recuerda que en su país había muchos jóvenes que salieron a votar en las últimas elecciones porque, como él, querían que hubiera un cambio. Había un rayo de esperanza.
Fue sincero al hablar sobre las dificultades para hacer su película, dijo que eran las mismas que cualquier largometraje de cine independiente: el dinero. También habla de las complicaciones para encontrar el elenco. Pero al final todo se resuelve tomando decisiones con rapidez, para que las cosas funcionen con lo que tienes.