jueves, 24 de abril de 2014

El autoengaño como antídoto a la derrota

Llega a Madrid la esperada obra Sé de un lugar, de Iván Morales


Miércoles 23 de abril de 2014. Sala Cuarta Pared. Madrid

Cartel de la obra de teatro Sé de un lugar
Cartel de la obra de teatro Sé de un lugar
¿Por qué? Porque rompe todas las fronteras
Ha funcionado el boca-oreja creando expectativas y, pese a que juegan el Madrid con el Bayern, hay un lleno en la Cuarta Pared para el estreno madrileño de Sé de un lugar. Se respira en el ambiente la sensación de que asistimos a un espectáculo diferente, otra concepción desde la que celebrar el teatro. Es más directo, con esa idea de mezclar al público en el escenario, de que los actores utilicen la platea también como espacio de representación y se muevan con libertad por toda la sala, incluso fuera de ella si es necesario. El espectador los percibe cerca porque le toca convivir con ellos como un elemento más, está obligado a girarse en el asiento, a responderles, a asentir, a cruzar su mirada con otras personas ajenas a la obra, a elegir a quien seguir. Estamos avisados, es un teatro desde dentro, que trabaja con los tres elementos básicos: el actor, el texto y el público. Su intención es participar de los vínculos -los enlaces- que se establezcan entre la terna, en estado puro, convirtiéndose en una experiencia vital. En cierta manera lo consigue, la función es rompedora y resultará imposible olvidarla. La conversación al salir volverá una y otra vez a las interpretaciones que se hagan de lo visto, a sus matices.

El arranque resulta revolucionario, desde una afirmación políticamente incorrecta, todo un reconocimiento implícito que supone un punto de partida que nos obliga a mirar moralmente con reticencia a Simó, el protagonista. Y sin embargo es solo una estrategia, una forma de dar credibilidad a un acto teatral, de decirnos que el texto va a hablar con sinceridad y en un ambiente de cierta intimidad que hemos traspasado al llegar. Esa afirmación inicial ni avanza ni molesta más, pues es un mero pretexto para contar una anécdota desde la que captar la atención y no vertebra al personaje. Simó no es un provocador, simplemente está roto, inventándose una forma de vivir desconocida, ahora que ha perdido el amor que tuvo.

Sí, Sé de un lugar es una historia de amor, o de desamor, o de ambos asuntos a una misma vez. Pero sobre todo es un retrato generacional, de hombres y mujeres de treinta y muchos de clase media. Forman parte de esa pequeña burguesía de la que su propio discurso reniega. El mundo es una mierda, pero saben que son privilegiados y modernos y en el fondo no quieren perder esa comodidad en la que viven instalados. A su autor, Iván Morales, no le interesa quedarse en lo formal, tiene cierta prisa en saltarse lo convencional porque busca escarbar bajo la piel para pulsar los sentimientos hasta que se desborden, haciendo tangibles las sensaciones. Ese ir más allá de lo simbólico siempre es un bumerán, pues a la larga de lo que aquí se discute es de ideas, de posturas, de caminos, de filosofía, de iconos culturales… La cultura moderna no nos cuenta la realidad sino una representación. Los autores referencia también nos llevan a esa visión inútil y simbólica de la realidad. Esa es una parte de la crítica que lanza la obra, que la vida difiere de los libros, que los retratos sociales son estereotipos a enfrentar, que vivir es un esfuerzo constante.

La historia de amor se traza con un camino de derrotas, de ausencias y necesidades. Los deseos son más fuertes que las ideas, las vencen, y la razón nada puede oponer. Los personajes se hacen daño, pero no pueden estar lejos, ir contra el vínculo creado. En Simó produce soledad, abandono e incluso deja de cubrir las necesidades más primarias. Prefiere encerrarse en el mundo interior porque es incapaz de controlar lo que pasa en el exterior. Sin amor sueña con anularse, con desaparecer. En Béré toda la esperanza está en que la solución venga de fuera, en probar lo que sea, en seguir, en alejarse para poner distancia, en viajar. Eligen distintas formas de estar solos: dentro y lejos; posturas antagónicas que sin embargo son las dos caras de una misma moneda.


Trailer promocional de la obra de teatro Sé de un lugar
He estado dando vueltas sin enfrentar lo que para mí es el tema principal de Sé de un lugar, la historia de los autoengaños que usamos para seguir viviendo cuando la realidad se empeña en ir contra nosotros. A veces esas mentiras con las que miramos nuestra vida se convierten en antídotos, otras en tormentos, en largas enfermedades que debemos cruzar como si se tratase de desiertos agotadores que nos harán más fuertes si logramos llegar al otro lado, a un oasis que ahora desconocemos y no podemos imaginar y por tanto no deseamos ahora. Sé de un lugar habla de la derrota y también de la forma de levantarse tras ella y volver a estructurar nuestra prioridades para quedarnos con lo esencial. Ese camino hacia lo básico rige el texto, lo convierte en su economía.

La obra se sostiene con soltura en el texto, en lo innovador de la forma y también en la estupenda labor de interpretación de los dos actores: Anna Alarcón y Xavier Sàez que realizan un trabajo incansable, de brega y de pelea rotunda. Y lo hacen tanto en los diálogos como en los monólogos que utilizan para explicar sus personajes, contando por qué son así, los caminos que fueron eligiendo. Logran llevar al espectador a su terreno y atraparlo en un puño.

No conté toda la verdad, la anécdota inicial de la que hablé hace unos párrafos minimizándola tiene otra lectura que se va completando durante la obra y que en cierta manera se convierte en uno de los símbolos principales. Esa pequeña historia nos dice que la música une mejor que el cemento más fuerte, que nos salva de la soledad porque nos aproxima a los otros, los de fuera, que se convierte en ese punto en común donde se crean las relaciones verdaderas, las que no mueren nunca por mucho que cambien. Para contarnos esta idea de que lo mayor unión que se puede dar entre dos personas se produce por una canción, Iván Morales elige un tema de Triana, el que da título a la obra. Si hay que elegir Triana, decir que hubiese preferido Tu frialdad. Quizá por ahí va mi primera desavenencia. El texto también tiene algún punto débil. El principal es que, aunque huye de los lugares comunes, hay un pensamiento asumido y convencional que late y va creciendo. El tratamiento de la relación es extremo, pero el sentimiento que lo sostiene asume con naturalidad lo tópico, lo normal. Es decir, la obra se recubre de un envoltorio muy grandioso para terminar desentrañando un elemento trivial, lo que en cierto sentido puede defraudar.

Un pequeño spoiler para terminar que no lo es tanto, al final llegan a ese lugar que saben, pero es un sitio tan abierto, que será el espectador el que tenga que decidir cuál es y dónde están.

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