Ejecución Hipotecaria nos obliga a preguntarnos por quiénes son de verdad los culpables
Viernes 7 de febrero de 2014. Centro de Nuevos Creadores. Sala Mirador. Madrid
Cartel de la obra de teatro Ejecución Hipotecaria
¿Por qué? Porque dice las verdades a la cara
Voy a contar una historia real: en el verano de 2012, en Karlsruhe, una de las seis ciudades más ricas de Alemania, un hombre de 53 años retuvo a punta de pistola a los encargados de ejecutar la orden de desahucio, incluyendo al nuevo propietario que se había adjudicado el ático en la subasta pública. Liberó a uno y mató al resto de los rehenes. Después se suicidó. La prensa le llamó «el asesino de Karlsruhe» y lo que ocurrió durante aquellas dos horas sigue siendo confuso porque solo tenemos la versión de la policía (masacre planeada, delincuente extremadamente violento, ejecución sin miramientos…). Sabemos que participaron más de 200 policías en el operativo. Sabemos que la hipoteca estaba a nombre de su pareja y que ésta había dejado de pagar las facturas. Sabemos que los dos llevaban mucho tiempo en paro, que no tenían ingresos, que habían agotado sus ahorros, que el futuro que les quedaba por delante se reducía a poder elegir si pasar la noche en un cajero automático o en un albergue. En esa misma historia que acabo de contar se basa Ejecución Hipotecaria. Lo hace introduciendo múltiples cambios porque no quiere quedarse en una anécdota puntual sino extraer conclusiones. Su intención es la de indagar en los motivos que dispararon la situación, analizar el concepto de culpabilidad y, para que no podamos cerrar los ojos porque nos sintamos implicados, trasladar el fondo del asunto a nuestro país dentro del contexto actual.
Ejecución Hipotecaria nos plantea preguntas que la sociedad al completo debería estar haciéndose a diario, dudas morales que no tenemos resueltas y que exigen un postura clara de la ciudadanía. Miguel Ángel Sánchez, su autor, da el paso al frente y nos trae a escena el problema. Se posiciona y también obliga a posicionarse al espectador. Muchas de estas situaciones se resolverían si nuestros estados tuvieran una verdadera justicia, así que deberíamos trabajar por crear leyes justas y eliminar aquellas que no lo son.
Trailer promocional de la obra de teatro Ejecución hipotecaria
Charly, el protagonista, no es un psicópata. Es un hombre desesperado al que solo le han dejado su rabia porque le han quitado todo lo demás. Se siente acorralado por una sociedad deshumanizada. Ha sido un trabajador impecable instalando calentadores en los pisos nuevos que se construyeron durante la burbuja inmobiliaria. Ahora ya no se construye; no le necesitan; siente que le han «aparcado» contra su voluntad. No hay trabajo, ni posibilidades de que lo haya en un futuro cercano. En su juventud fue rebelde, pero terminó aceptando los dos principios básicos del capitalismo: vivir para trabajar y consumir. Cuando esa comitiva que viene a desahuciarle entra por la puerta de su casa, sabe que todo se acabó, que no tiene nada más que perder, que ya le han dejado sin nada.
Charly se carga de razones, pero es un parado y por lo tanto un ciudadano que ha perdido los derechos más elementales, una persona a la que la sociedad ha anulado y ha hecho invisible. Su impotencia solo encuentra una salida, pero la violencia no es la solución, no resuelve esta situación más allá de un desahogo. Sin embargo ese desahogo se hace necesario pues cambia las tornas por un rato, hasta que nos damos cuenta de su inutilidad. ¿En qué momento empieza la violencia?, ¿no ha sido antes favorecida por el sistema que premia la ambición y lo económico aún a costa de sacrificar a las personas? Muchos contamos muy poco, mientras unos pocos deciden demasiado. Son los poderes financieros los que anteponen su beneficio a los ciudadanos. Y los estados, vencidos o comprados, se encargan de cuadrar el círculo dictando las leyes que legitiman el robo. Y sin embargo apenas si nos revelamos aunque las condiciones objetivas para el estallido social se hayan dado. Con Charly el espectador empuña la escopeta para ver el mismo camino negro sin solución que nos espera si nada cambiamos. Y lo cierto es que tienta apretar el gatillo, tener una pequeña satisfacción inútil.
Juan Codina y Sonia Almarcha en una escena de Ejecución Hipotecaria
Pero nada de eso funcionaría si detrás no estuviera el soberbio trabajo del elenco. Destacan Juan Codina y Sonia Almarcha que le dan toda la fuerza interpretativa y humana que sus papeles necesitan y lo hacen con absoluta sencillez, con la mayor naturalidad que se les puede pedir. Su trabajo es impresionante, de quitarse el sombrero y aplaudir a rabiar. Ambos están bien secundados por Rafael Martín, Susana Abaitua, Ismael Martínez y Adolfo Fernández, que además de interpretar al policía se ha encargado de dirigir la obra para llevarla por un buen camino.
En la obra, todos los personajes se justifican, ofrecen sus razones en esta especie de juicio rápido. De un lado del cañón de la escopeta solo está Charly, del otro queda el resto. Tal vez ellos no le hayan llevado hasta este punto, pero están aquí ahora para completar el trabajo del sistema. Charly sabe que está condenado. Los demás quieren ser reconocidos como inocentes. No les importa saber que el trabajo que realizan es sucio, pero quieren que se les exima de cualquier responsabilidad en sus actos. Nos miran y nos dicen que simplemente cumplen órdenes y que además no pueden hacer otra cosa. Yo no les absuelvo. En sus manos está ponerse en el lado correcto, aunque sea el de los que pierden. ¿A dónde nos llevaría si supiéramos tener un momento de insubordinación y nos negásemos a cumplir obedientemente las órdenes injustas?, ¿qué ocurriría si en un deshaucio el cerrajero se niega a abrir la puerta, o si la secretaria judicial decide no personarse, o, ya sé que es mucho imaginar, que los mandos policiales cambien sus prioridades y no destinen efectivos a proteger los intereses de la banca para dedicarlos a hacer su trabajo persiguiendo a los malos?
1 comentario:
Un gran artículo. La verdad es que la trama de esta obra (basada en hechos reales) da mucho que pensar...¿quiénes son los buenos y los malos? Habrá que verla!!
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