sábado, 1 de febrero de 2014

La mujer autodestructiva

La herida, de Fernando Franco, la sorpresa cinematográfica del año

Cartel de la película La herida
Cartel de la película La herida
¿Por qué? Para entendernos un poquito mejor.
La herida no es un película fácil de digerir, sobre todo debido a su dureza emocional. Sin embargo ha logrado sobrevivir y destacar en un panorama cinematográfico del que se ha convertido en la sorpresa del año. Casi nadie esperaba que un largometraje de producción española que se estrenó a principios de octubre de 2013 siguiera aún dando guerra. Más aún tratándose de un proyecto pequeño sobre una historia un tanto intimista. Avisó el Festival de San Sebastián convirtiéndola en una de las triunfadoras y ahora los Goya pueden convertirse en la confirmación definitiva. De momento con mejor Película, Montaje, Dirección Novel, Guion Original, Interpretación Femenina Protagonista y Sonido son seis las nominaciones que tiene, y no olvidemos que entre ellas se encuentran algunas de las grandes. Veremos hasta dónde llega el domingo 9 de febrero.

Lo que cuenta es una historia claustrofóbica, la de una mujer que sufre una enfermedad psíquica que le impide relacionarse con los demás de una manera normal. Tiene altibajos que la llevan de un extremo a otro, interpretaciones mentales de la realidad que solo ella comparte y una baja autoestima que la lleva incluso a causarse lesiones. Esas heridas que van quedando sobre su piel son un reflejo de su incapacidad de socializar con los otros. A su alrededor se va formando un vacío doloroso del que no puede salir porque no consigue controlar sus sentimientos, ni sus emociones, como si su adolescencia se hubiese alargado para siempre. Es una vida que convierte a quien la vive en una pistola siempre a punto de dispararse.

La herida es una película de derrotas, la de Ana, su protagonista, pero también la de su madre a la que la situación la supera y va quebrando poco a poco su vida sin remedio. Así ocurre en general con la mayoría de su entorno, todos se van sintiendo impotentes y no encuentran qué hacer para ayudar.

Sorprende el tratamiento aséptico y con una cierta distancia en el que se coloca la película con respecto a su protagonista. Quiere que sea el espectador el que perciba todo de primera mano, que mire lo mismo que mira ella y que la observe obsesivamente pues la protagonista no desaparece nunca de escena. La cámara la va siguiendo de un día para otro, en lo cotidiano y también en esos pocos minutos al día que resumen su forma de ver la vida que tiene enfrente. Su comportamiento de inicio resulta confuso, aleja al espectador que se topa con ella de golpe sin saben nada ni poder entenderla. Y luego la va siguiendo, a veces con curiosidad, pero a menudo con hastío, como si de una obligación se tratase. Para mantener esa sensación de seguimiento e intromisión, Fernando Franco, su director, construye la película a través de planos-secuencia.


Trailer promocional de la película La herida
¿Dónde está entonces el secreto de La herida? El primero de todas es que esa distancia aséptica en la que se sitúa el espectador se va rompiendo y la historia va consiguiendo implicarle, generando en él una empatía sin la que la película no funcionaría. Esa angustia vital, esa imposibilidad de ser persona, esa soledad inhumana, se va pegando al espectador y lo hace de tal forma que va sintiendo el mismo dolor que su protagonista porque reconoce esas sensaciones que han dejado ya de resultarle extrañas. Ese mérito se debe a la forma en que la película nos conduce, pero sobre todo por la maravillosa interpretación de Marian Álvarez, infatigable, siempre en pantalla, y magnética. Ella es quien lo sostiene todo y la película va todo lo lejos que ella nos lleva. Marian Álvarez nos obliga a recorrer un camino doloroso y a sentir su propia herida.

Fernando Franco, su director, es un reputado montador y un buen profesor de cine en la ECAM. Ha montado películas como Blancanieves, No tengas miedo, Alacrán enamorado o Bon Appétit. También ha hecho varios cortos, algunos de ellos con bastantes galardones y muchos reconocimientos. De Fernando Franco todo el mundo de la profesión habla bien, con mucho cariño. Y sin embargo le costó levantar los 908.000€ de presupuesto que necesitaba. No hay dinero para cine en nuestro país. Pero nuestros cineastas no se rinden, se empeñan en hacer sus películas y lo consiguen a pesar de todo. Es el cine que nos queda, el de la constancia, el que regresa a los medios artesanales y se va haciendo cada vez más al margen de la industria. Es un cine épico, pero no por las historias que cuenta sino por el modo en que se construye.

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