sábado, 9 de marzo de 2013

La Manifestación del «Todo es verdad»

Manifestación es el nuevo espectáculo de Albert Pla


Sábado 9 de marzo de 2013. Teatro Fernando de Rojas Círculo de Bellas Artes. Madrid

Cartel del monólogo musical de Albert Pla Manifestación
Cartel del monólogo musical de Albert Pla Manifestación
¿Por qué? Porque no verás otra cosa igual.
Catalogar a Albert Pla es una tarea imposible. Él no es alguien que se deje poner etiquetas. Parece que le da igual casi todo. Va a lo suyo y lo demás no le importa. ¿O sí? No sabría responder. En el escenario se muestra hierático, como si hubiera perdido los sentimientos, igual que un extraterrestre recién aterrizado en nuestro planeta e incapaz de entender lo que hacemos los seres humanos. Pero los medios siempre se empeñan en etiquetarlo todo. Me imagino la conversación entre el jefe de sección y el redactor: «Oye, ¿dónde ponemos la reseña del espectáculo Manifestación?». «Ponlo en cultura y no especifiques. Es Albert Pla». «¿Bueno, pero en conciertos o en teatro?». «Donde quieras entonces. En realidad se trata de un monólogo musical». «De eso no tenemos nada, vamos que ésta inaugura la sección y en veinte años no nos llega otra, así que cuéntame algo más a ver si así doy con el mejor sitio donde pueda encajarlo». Entonces el redactor irá describiendo lo que vio, que será algo parecido a lo que me encontré yo.

Llegas, te sientas y ves un escenario sucio, revuelto, desordenado, con los restos que han quedado en la calle tras una manifestación: latas, pancartas, hojas, neumáticos, cubos… En el medio, de un cable cuelga una sábana blanca a medio recoger. Delimitando el escenario se puede ver una cinta amarilla y negra, de ésas que se usan para precintar el lugar de un crimen. También una guitarra abandonada. Cuando es la hora, un humo sin olor va llenado el lugar. Entonces aparece un hombre vestido con una túnica que lleva una máscara antigás. Recorre el escenario y despliega el resto de la sábana en la que se lee en letras rojas «Tú vida es una puta mierda y lo sabes». Toda una declaración de principios. Va revisando los restos con una voz apocalíptica.

Cuando se quita la máscara se convierte en un hombre al que un día le llamó una chica para ir juntos a una manifestación. No es que él estuviera de acuerdo con el lema de la manifestación, ni que no lo estuviera tampoco. Ni siquiera había pensado en ello. Pero el amor, que es ciego, le guía. Así que responde con un sí y quedan en verse allí. Dice que se viste usando una camiseta roja con consigna y se lanza a la calle a manifestarse por el «Todo es verdad», pero se equivoca de manifestación. ¡Son todas tan parecidas! Escapa y se cruza con otra, y con otra, y con otra, y con otra… La ciudad es un hervidero de manifestantes. Quiere volver a casa y no puede. Es un hombre atrapado en una manifestación eterna, que ya no sabe ni por qué protesta, pero al que le resulta imposible escapar. En medio de este caos, reflexiona sobre su situación, cómo llegó a ella y qué soluciones puede tener.

¿Por qué me he detenido en contar los detalles? Porque son como fotografías que todos hemos visto en algún momento, pero que sin querer las tenemos abandonadas. En realidad es que no importa conocer de antemano la historia, la sorpresa consiste en vivirlo en directo, en experimentarlo. Narrada por un amigo no es igual que ver interpretarla a Albert Pla ya que el espectáculo es él mismo, su forma de mirar la vida y lo que nos rodea desde ese punto de vista peculiar, distante y marciano. La mirada es limpia y en cierta manera de inocencia personificada. El artista simplemente se pregunta por qué repetimos las cosas que hacemos cuando hemos visto que ya no funcionan. Quizá ese interrogante lanzado al aire sea la esencia de Manifestación, lo que hay debajo del artificio y sujeta el espectáculo. Visible ante nuestros ojos durante toda la función se mantiene el lema «Tú vida es una puta mierda y lo sabes» como un recordatorio al espectador. Puede producir una conmoción al principio, pero te vas conformando. En cierta manera el aviso nos está obligando a reconocer que hace tiempo que asumimos la derrota. Ya estamos comprados. No tenemos remedio. Y sin embargo Pla se revuelve para hacer una llamada a la acción, a la rebeldía, a que cada uno dé sentido a su vida por sí mismo, para que al menos podamos sentirnos alguna noche satisfechos de nosotros.

Albert Pla va pasando por cada manifestación con distancia, sin demasiado apego a ninguna, carente de ilusión, como si transitara por un concepto vacío. Nos enseña que la repetición de pautas se convierte en un sinsentido y que lo pacífico se asienta sobre un cierto aire pusilánime. Está claro que las protestas pacíficas no cumplen su objetivo. Ésa es la crítica que nos lanza. ¿Qué hacemos entonces? No responde porque cada cual debe hacer examen de conciencia y encontrar su solución. Cada uno debe resolver su propio deseo de cambiar su mundo, de solventar sus problemas personales. Pla solo nos avisa para que dejemos de ser conformistas. Lo hace a través de un humor que es a la vez provocador y abstracto.

El protagonista de Manifestación es un hombre con buenas intenciones, pacífico. Pero a veces tiene malos pensamientos. A través de ellos aparece la única llamada a la acción que se hace al público. Es una insinuación de que quizá no sea tan malo dejar desbordar esas ideas alocadas que nos asaltan. Al menos deberíamos protestar de otra forma y dejar de ser tan cándidos si queremos que nuestra vida deje de ser una puta mierda. Pla es irreverente porque es un creador libre que busca que sus espectáculos nos agiten, aunque no pretenda que sus propias reflexiones se conviertan en bandera de nada.

Albert Pla en una escena de Manifestación (Por cortesía de Albert Pla)
Albert Pla en una escena de Manifestación (Por cortesía de Albert Pla)
Hay también ironía, o al menos una cierta sorna. Así lo hace cuando habla de nuestra indignación, pero en las redes sociales que están que arden: un millón de personas apalancadas en su casa tecleando en el móvil «estoy indignado» y dando negocio con su indignación a las «telefónicas». Así está el patio y así lo cuenta. Tampoco perdona a los periodistas y a sus frases manidas, a los policías, a los banqueros y a tantos otros que han hecho del sistema «su sistema», eso sí, con nuestro consentimiento.

Manifestación tiene mucho más texto que música. Dice el propio autor que «hay alguna cancioncilla, pero muy poquitas y medio rotas». Entre lo que canta está Todo es mentira, No quiero hablar de mi pero yo, Teófilo Garrido, No te hagas policía o A veces tengo malos pensamientos. El bis, tras los aplausos, es musical, el tema Adiós terrícolas, una despedida sarcástica de quien deja por propia voluntad esta planeta sin solución.

La primera parte está llena de risas y resulta corrosiva, pero el final, desde que se viste con pantalón y chaqueta, va decayendo, como si no terminara de encajar del todo en el espectáculo. Ese es quizá el punto débil a limar, lo que hace que no sea un espectáculo totalmente redondo.

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