Claudio Tolcachir nos trae el aire fresco del teatro alternativo argentino
Martes 12 de abril de 2011. Matadero - Naves del Español. Madrid
Cartel de la obra de teatro La omisión de la familia Coleman
Desde el primer minuto observo que es un teatro diferente, cargado de inteligencia. El escenario representa la casa de una familia. Está lleno de objetos, de detalles que nos hablan de cómo son los Coleman: una máquina de coser, una bicicleta, una cama que sirve para dejar la ropa que alguien confecciona con la máquina, un sofá envejecido donde gastar las horas, una mesa vacía, unos zapatos sobre una silla... Se acumulan los objetos con un cierto desorden. Cuando los actores salen a escena, no lo hacen desde atrás, sino que utilizan los mismos pasillos por los que entró el público unos minutos antes, como si cualquier espacio del teatro formase parte de la propia casa. Se ha roto la famosa cuarta pared para poder introducir al espectador en el interior de la obra.
Un hombre y una mujer hablan. ¿Quiénes son?, ¿qué relación tienen?, son las preguntas que surgen. Y antes de responderlas ya se oyen las primeras risas. Es teatro de personajes, de gentes que tienen una historia que contar, de secretos a rascar, de incertidumbres. Es la vida en directo, con el ritmo propio de la misma vida.
Tamara Kiper y Lautaro Perotti en una escena de la obra La omisión de la familia Coleman
El factor de lo patético y su uso en la obra hacia lo cómico resulta natural, tanto que el público termina asumiéndolo de tanto que lo ignoran los personajes agotados de vivir con ello. Algo que sin duda enriquece la dialéctica de la obra que crece y se hace más interesante a cada momento. La atención está fija en lo que ocurre, en cómo ocurre. Hacemos un viaje guiado al interior de los Coleman, a cada una de sus intimidades y sin querer nos sentimos uno más en su espacio.
Se intuyen secretos, historias que harían encajar el puzzle que desperdigado se muestra sobre el escenario, ausencias nombradas que cerrarían el círculo. Y éstas se desvelan, o no, pues lo que no sale a la luz también forma parte de la historia. Siempre hay apuestas de quién será el que termine yéndose de la casa, cada uno va buscando sus salidas, como si vivir en otro sitio hiciera que la vida fuese mejor. Sin embargo la costumbre les ancla.
Lautaro Perotti, Araceli Dvoskin, Miriam Odorico, Inda Lavalle y Jorge Castaño en una escena de la obra de teatro La omisión de la familia Coleman
El texto es extraordinario y las interpretaciones soberbias. Lautaro Perotti sostiene un personaje histriónico con una naturalidad rotunda, en una de las mejores actuaciones que he visto sobre un escenario. Miriam Odorico también está maravillosa, moviendo un personaje desequilibrado que siempre se encuentra arriba pero que los demás ven abajo. Araceli Dvoskin, la abuela aglutinadora, es el contrapunto, la sensatez que sostiene con su dureza a la familia y sus vínculos, no dejando que se rompan. Tamara Kiper hace el papel de hormiga que veladamente va asumiendo las tareas necesarias de las que el resto huye, su interpretación supone una solvencia que la obra necesita.
¿Cuál es la omisión? Hay muchas, tal vez tantas como espectadores. Supongo que cada cual encontrará la suya, pues la que cierra la obra, la soledad encontrada al final perturba. Lo cierto es que después surge una fuerte y larga ovación de reconocimiento por parte de un público encantado. Se ve en las caras de los actores y actrices que acogen con satisfacción los aplausos. Al irme siento algo que debe ser felicidad subiéndome desde el estómago. No es extraño, me siento agradecido por haber visto una obra sobresaliente.
El nombre de la compañía hace referencia al espacio físico teatral, Timbre 4, que construyeron y que dirige Claudio Tolcachir. Fue desde el principio un lugar de trabajo. Hoy, no sólo funciona como sala teatral, sino que durante toda la semana recibe alumnos de teatro que entrenan y se forman como actores. El compromiso de la escuela apuesta por una formación personalizada y específica, que, al mismo tiempo, incentiva a los alumnos a ser multidisciplinares. Dicen sus fundadores: «Es una casa. Y la casa es una escuela. Y la escuela es un teatro...»
2 comentarios:
Bueno, que casualidad... hemos sacado ayer las entradas para verla la semana que viene. Llevaremos a Ana que le gusta el teatro. Te mandaré mi impresión después de verla.
Pues a ver si os gusta. Yo salí encantado.
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