jueves, 10 de febrero de 2011

La esperada vuelta a los escenarios de Luz

El público madrileño arropó con cariño y fervor a Luz


Viernes 4 de febrero de 2011. Madrid Arena. Madrid


Un instante del concierto
Un instante del concierto
No es fácil llenar el Madrid Arena, un frío pabellón de deportes con capacidad para 10.000 personas, según cifras de los organizadores. Luz lo hizo en su regreso a los escenarios en la capital del reino. Se trataba de un concierto benéfico en el Día Mundial contra el Cáncer, una enfermedad que la artista ha conocido en primera persona.

Sin duda su voz es una de las principales del panorama musical de nuestro país, así que verla de nuevo sobre un escenario es toda una fiesta a celebrar. A las diez en punto las luces se apagaron, aparecieron los músicos. Después entró Luz, recibida entre aplausos y con el público puesto en pie. Lucía un vestido negro cuya falda terminaba por encima de las rodillas y un cinturón con una media luna plateada por hebilla. Se presentó con un pelo corto saliendo con la misma fuerza que la artista atesora en cada uno de sus poros.

Empezó desgranando los primeros boleros de su nuevo disco, La pasión. Interpretó temas como Con mil desengaños, Mar y cielo, Historia de un amor, Alma mía y Nieblas. Sin duda este disco, el duodécimo de su carrera, había sido muy esperado por su público. Baste saber que nada más salir, el 29 de septiembre de 2010, fue número uno de ventas en iTunes. El disco recoge una docena de boleros de siempre, que, en su mayoría, fueron compuestos en los años 50.

Cartel del concierto benéfico de Luz en el Madrid Arena
Cartel del concierto benéfico de Luz en el Madrid Arena
Tras este preámbulo, le llegó el turno a sus temas de siempre. Entre mis recuerdos levantó de nuevo al público y No me importa nada terminó con una fuerte ovación que cerró la primera parte del concierto.

Tocaba adentrarse en los temas más rockeros. Peter Oteo dejó el pesado contrabajo para pasarse a un bajo convencional. Juan Cerro y Jorge Ojea cambiaron las guitarras acústicas por eléctricas y tuvieron sus mejores solos. Josué Santos dejó de lado el piano por los teclados. Y Luz se cambió de ropa para la ocasión: pantalones de cuero negro y una bonita blusa de seda de un tono entre oro, verde y marrón. Así vestida se plantó ante el público, alzando el micrófono y su sujeción con una mano levantada hasta arriba. Regresó con fuerza y coraje para cantar A cada paso, Dame un beso y Plantado en mi cabeza. Con Rufino, un tema de su lejano tercer álbum, recordó un pasado más divertido e intrascendental, los tiempos de una juventud desde la que Luz comenzaba a asentar su carrera musical. Su primer disco salió a la venta en el año 1982 con un listón muy alto y desde entonces no ha hecho otra cosa que crecer en calidad y sentimiento.

Sin duda, donde Luz se deja el alma es en sus temas de siempre. Su voz vibrante, cálida y acogedora se desgarra con ellos para lograr trasmitir los leves temblores de una vida llena de lucha. Pocas artistas conectan con el público tan directamente y comparten con mayor desnudez sus sentimientos. Un nuevo día brillará se convirtió en la canción más coreada del concierto, pidió al público que la acompañara con el estribillo y se vivió el momento mágico del concierto, ese en el que con magia se funden los espectadores y la artista.

No faltó Piensa en mí, uno de sus himnos. Especial también resultó la interpretación que hizo de la canción de Violeta Parra Gracias a la vida que Luz convirtió en una declaración de intenciones, en un motivo de esperanza, porque es en los momentos más difíciles cuando lo más pequeño, lo cotidiano, cobra la mayor importancia.

En el último bis regresó a los boleros de su último disco. Fue el momento de Sombras y No, no y no. Aprovechó estas piezas para presentar a los trece músicos que la acompañaron en el escenario. Un grupo numeroso, ya que además de los músicos citados anteriormente cuenta con el percusionista Pedro Rodríguez, la batería de Tino di Geraldo, una sección de vientos liderada por el trompetista Manuel Machado y al que acompañan el trombón de varas Joulien Ferrer y el saxo Martín García y otra de cuerda con los violinistas Eunice Santos y Ernesto Galván, la viloa Belén Villanueva y el chelo Sebastián Lorca.

La artista eligió Te dejé marchar para cerrar y despedirse de su público. Con la gira apenas empezada aún le falta algún concierto más para asentar su mejor voz, esa que resulta siempre excepcional y que en pocas tardes volveremos a disfrutar en su plenitud, pues no habrá nunca obstáculo suficiente para impedir que Luz vuelva a brillar con esplendor. Así terminó un concierto lleno de entrega.

A modo de pequeña ilusión: Entre el público había muchas caras conocidas. Se podía ver a los Príncipes de Asturias que acapararon miradas y flashes. Mi corazón republicano imaginó entonces unas frases como éstas desde el escenario: «Me han dicho en el camerino que entre el público están los Príncipes de Asturias, quería aprovechar el momento para saludarles y también para decirles que, desde mi postura republicana y con todo el respeto, confió que con el acuerdo la ciudadanía de este país logremos que nunca reinen. Pues toda monarquía resulta un obstáculo para el principio de justicia e igualdad entre los seres humanos». Lástima que éstas palabras sólo hayan sonado en mi imaginación.

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