miércoles, 9 de septiembre de 2009

«La cena de los generales» y los matices de la reconciliación

La España que sirve a Franco en el Palace ni es unitaria, ni grande, ni libre.


Domingo 6 de septiembre de 2009. En el Teatro Español. Madrid


Cartel de «La cena de los generales»
Cartel de «La cena de los generales»
Cuando Franco entra en Madrid decide organizar para esa misma noche una cena de homenaje a sus generales en el Palace y que sirva para alardear de una normalidad que no existía en aquel Madrid. El Hotel ha perdido todo el fuste por la guerra y las bombas que han llenado de boquetes las paredes y lo han desocupado. En la cocina reina el mayor de los abandonos. El teniente Medina (Juanjo Cucalón), un hombre voluntarioso que se ha formado asumiendo las órdenes estrictas de la cadena de mando militar, debe encargarse de que en un día todo esté listo para la gran cena. El primer problema surgido es que no quedan trabajadores, todos los cocineros de Madrid eran rojos y, los que no han sido fusilados, están en la cárcel. Menos mal que la plantilla de camareros se mantiene al completo, todos fachas, tal vez por eso de las propinas. Y luego está el maitre (Sancho Gracia) que sobrevive entre ideas y realidad, como tal vez les ocurrió a muchos españoles en aquella época. Genaro, el maitre, es un hombre que quiere seguir viviendo, pero que, antes de caminar hacia delante, mira hacia atrás queriendo cerrar con inteligencia las heridas que aún permanecen abiertas.

Se trata de una comedia que se aupa sobre las espaldas cansadas de los hombres y las mujeres que perdieron la guerra, y en la trágica vida que tras la derrota arrastran. A los que ganaron no les va mucho mejor, cargados de resentimiento y de odios pasados, anotando en una libreta imaginaria las deudas que quieren cobrarse, llenos de ira. Y en medio una coexistencia desviada, pues el fiel de la balanza lo empujan el glorioso ejército victorioso, la iglesia, el yugo y las flechas... Sin perder esta perspectiva, pero aderezándola con humor, salpicándola con ironía, sofriéndola con ingenuidad y sobre todo por la distancia de nuestro tiempo, el autor logra entretener plasmando un mundo en conflicto, de antagonismos y de cuentas pendientes. Un universo que nos toca en lo que fuimos y en lo que seremos («españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón»").

La obra muestra la dignidad de la izquierda, donde los matices entre comunistas, socialistas y anarquistas se han diluido por la cárcel. Habla de las dos Españas que coinciden en la cocina con unos levantando el brazo y otros el puño. Señala el camino hacia una reconciliación y supone una reflexión, una mirada hacia nuestro pasado.

Las diferencias se ven a primera vista pues el autor nos enfrenta a dos jerarquías. La primera es la militar, basada en obedecer sin razonamientos, la de los que mandan y que los camareros, a su manera copian. La segunda es la que se establece en la cocina, donde lo que prima es el reparto de trabajos y un chef por encima que les coordina a la manera de un director de orquesta.

Escena de «La cena de los generales»
Juanjo Cucalón, Ana Goya y Sancho Gracia
Resulta difícil montar una obra con dieciocho actores, que coinciden sobre el escenario en muchas ocasiones. No es sencillo de manejar, pero la sensación desde el patio es que se ha engranado perfectamente, que no representa ningún obstáculo. Se obtienen ventajas del número, pues los cambios de ritmos y diálogos se producen con la intervención de otros actores, que interrumpen o que comienzan nuevos diálogos cuando los anteriores se agotan. Lo malo es que en un grupo tan grande no todas las interpretaciones mantienen el mismo nivel. Destaca, en lo positivo, y sorprende con su interpretación Sancho Gracia, que transmite idealismo y realiza un personaje diferente a su repertorio de los últimos años; fresco, natural, espontáneo y alejado de estereotipos.

Son dieciocho, para vetiún papeles, pero a cada uno se le cita por su nombre en alguna ocasión. Es así porque son personas y el autor respeta su dignidad, su diferencia dentro del grupo. En la repostería trabajan Epifanio y Blas que me imagino será un guiño del autor a Barrio Sésamo. Las carnes las lleva Andrés y hasta el soldado moro tiene nombre, se llama Mustafá. Todos conviven durante ese día en una cocina.

La obra también tiene un par de números musicales, en los que el actor Víctor Manuel Dogar canta varios fragmentos de zarzuela y surge un improvisado baile. Supone una reivindicación del carácter popular que este género tenía antes de que la derecha se lo apropiara como símbolo de una cultura de la que carecía. Lo mismo ocurre con las coplas que se oyen en la radio y que los cocineros tararean y bailan.

Al finalizar, el público aplaudió con fuerza en una larguísima y cálida ovación. Nada mejor se puede decir de una obra, así que los otros párrafos de esta reseña sobran y se pueden borrar.

A modo de pequeño anecdotario: Cuenta Sancho Gracia que aceptó el papel tanto por la garantía que suponía la dirección de Miguel Narros como por una razón sentimental. Su padre biológico murió de peritonitis durante la Guerra Civil unos meses antes de que él naciera. Su madre rehizo su vida con Gabino Abril, un hombre que comenzó de botones y llegó a ser maitre en el Hotel Palace. Su madre también trabajó de camarera en el Ritz en los años de postguerra, justo antes de que la familia emigrara a Uruguay.


La cena de los generales
Autor: José Luis Alonso de Santos
Dirección: Miguel Narros
Reparto: Juanjo Cucalón, Sancho Gracia, Lorenzo Area, Antonio Escribano, Jesús Prieto, Emilio Gómez, Víctor Manuel Dogar, César Oliver, Luis Muñiz, Adolfo de Grandy, Ana Goya, Candela Arroyo, Juan de Mata, Lucía Bravo, Virginia Mateo, Luis Garbayo, Borja Luna y Tomás Calleja
Diseno gráfico: Arteaga & San José
Asistencia coreográfica: Marta Gómez
Ayudante de escenografía: Marisa de la Iglesia
Asistente de dirección: Nacho Solana
Ayudante de dirección: Luis Luque
Vestuario: Ana Rodrigo
Espacio sonoro: Luis Miguel Cobo
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Escenografía: Andrea D'Odorico
Distribución: Producciones Faraute

2 comentarios:

jorge dijo...

Me gustó mucho la obra. Me encanta Sancho Gracia

Javi Álvarez dijo...

Sí, la verdad es que toda una sorpresa.