viernes, 25 de septiembre de 2009

Festival de San Sebastián: ¿Quién elige las películas?

Cuando una magnificada palabra llamada arte se impuso al hecho de contar historias


Jueves 24 de septiembre de 2009. Festival de Cine de San Sebastián


Cartel de la 57 edición del Festival de Cine Internacional de San Sebastián
Cartel de la 57 edición del Festival de Cine Internacional de San Sebastián
Esta es la tercera vez que acudo al festival de San Sebastián. Reconozco que a menudo lo hago más por esta bonita ciudad que por la selección cinematográfica de la organización. Su gastronomía y especialmente los «pinchos» es suficiente reclamo para mí. Aunque está también la luz de la ciudad, sobre todo acodado en el paseo marítimo de la playa de la Concha mirando hacia el mar, y sus gentes, directas y acogedoras, que se muestran orgullosas de enseñar la ciudad en la que viven.

En lo cinematográfico, este año he decidido centrarme en las dos secciones más destacadas: La Oficial con los largometrajes que compiten por llevarse los galardones y Zabaltegi-Perlas que representa una muestra del mejor cine que este año ha pasado por otros festivales internacionales y que por tanto no puede competir aquí. Mi sensación, tras las cuatro primeras películas es decepcionante.

«The limits of control», de Jim Jarmusch, me parece una película aburrida, que por mucho que viaje su protagonista por paisajes españoles apenas si la obra camina hacia ningún punto y que se basa cansinamente en la repetición de un par de consignas y de cierta simetría en los diálogos. Es una película repleta de silencios, cargada de un simbolismo cerrado que no se desentraña y diría que carente de lógica. Yo sigo preguntándome qué es lo que quería contar en ella el director. Es una de esas películas en que resulta más interesante que te cuenten de que va que perder 116 minutos en verla. «The limits of control» se proyecta dentro de Zabaltegi-Perlas.

«11’e 10 kala / 10 to 11», de Pelin Esmer, es una película turca que compite en la sección Oficial. Aunque puede resultar lenta en muchos momentos, presenta buenas escenas y cierto interés en sus diálogos, sin llegar nunca a ser una gran película. Enseña un Estambul alejado del que suele ser visitado por los turistas y es capaz de plantear diversas cuestiones al espectador para su análisis. Por un lado habla del valor del pasado que se atesora individualmente y por otro de la necesidad humana de encontrar cada uno su propio espacio. Lo hace a través de dos protagonistas taciturnos, a los que no les gustan los cambios y de qué forma los aceptan o rechazan cuando estos llegan.

Brenda Blethyn en una escena de «London River»
Brenda Blethyn en una escena de «London River»
«London River», de Rachid Bouchareb, sí me resulta una buena película. Con un buen guión y construida habilidosamente para que todas las piezas de la trama encajen a través de un ritmo narrativo muy adecuado. Con un tratamiento inteligente de los ataques que sufrió el transporte público de Londres el 7 de julio de 2005 que funciona de motor de la historia y las buenas interpretaciones de Brenda Blethyn y Sotigui Kouyaté, se consigue una película digna. «London river» se proyecta dentro de Zabaltegi-Perlas. Brenda Blethyn se encargó de presentar la película al inicio y recibir emocionada un larga ovación tras la película.

Llega el turno de hablar de «La mujer sin piano», de Javier Rebollo, película española que compite en la sección Oficial. No voy a extenderme mucho para contar este horror que no se puede llegar a llamar cine. Partiendo de un guión vacío, el director ha insistido en realizar planos inútiles y torpes, muchos de ellos alejados de los actores y con desencuadres que llegan incluso a cortar las cabezas. Hay concepciones del arte que no merecen ser rodadas. Esta es una de ellas. Los actores están bien, pero sus textos no resultan atractivos nunca. Al final sonaron pocos aplausos y algún que otro pataleo, entre los que me incluyo. Los aplausos, entre tímidos y avergonzados, se repitieron a la salida de la proyección, en el pasillo que forma el público del Kursaal como homenaje al equipo de la película.

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