sábado, 17 de enero de 2009

Un dios salvaje

Cartel de la obraDe «Un dios salvaje» tengo que decir que resulta una obra redonda. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto en un teatro como anoche y reconozco que tenía ciertos prejuicios. El primero, el propio teatro Alcázar cuya programación no suele coincidir con mis gustos. El segundo, un elenco muy vinculado al cine que me hacía pensar en que la obra podía quedarse en un mero reclamo por ver en directo a Maribel Verdú, Aitana Sánchez-Gijón, Pere Ponce y Antonio Molero. La tercera, mis dudas sobre la autora, Yasmina Reza, que aunque tiene una obra impresionante como es «Arte», esta vez prodría encontrarme con algo similar a la útima de sus obras que vi, «Tres versiones de la vida», que me resultó decepcionante en su momento. Me equivoqué totalmente.

La obra parte de una anécdota -la reunión de dos parejas porque el hijo de una de ellas ha pegado al hijo de la otra- que va creciendo para hablarnos de que la tolerancia y las buenas maneras son tan solo un baño sobre nuestro primitivismo y que a poco que escarbemos no se sostiene ninguno de los dos valores. Verónica (Aitana) se ha fabricado como mujer a base de cultura, de transformaciones, de ética para convertirse en una persona ecuánime, pero que siempre tiene la razón. Álex (Pere) es el abogado incapaz de sentir compasión, intolerante y soberbio, que dice que las cosas son como son y que no van a cambiar porque esa es su naturaleza. Ana (Maribel) y Miguel (Antonio) van moviéndose de un lado a otro porque son tan conciliadores que no se implican, se limitan a dar parabienes a quién mantiene en ese momento el diálogo, no quieren enfrentamientos y no van a luchar.

Escena de la obraAl igual que en «Arte» la obra se dispara con rapidez por situaciones inesperadas, pero sin perder en ningún instante la verosimilitud; y se dispara por la confrontración dialéctica, por los argumentos. De la misma forma, también plantea situaciones cómicas como válvulas de escape que minimizan la profundidad de las cargas de lo dicho. Encontramos también lucha de sexos, discusiones de pareja, comportamientos hipócritas de una clase media y mucho primitivismo que aflora al menor descuido. Nos hace pensar; a mí en dos cosas, lo necesaria que se va haciendo la asignatura de «Educación para la ciudadanía» y en darle una vuelta al argumento para que los reunidos sean todos políticos de la O.N.U. y tengan que tomar una decisión sobre las sanciones que van a aplicar a Israel por los borbardeos de su ejército sobre Gaza. La obra no hubiera cambiado demasiado.

Una curiosidad sobre Yasmina: su padres se conocen en París, dónde ella nacerá después, pero sus orígenes familiares son de lo más variponinto; de padre moscovita descendiente de una familia judía expulsada de España por la Inquisición que se refugió en Uzbekistán y madre -violinista- de una familia de judíos húngaros.

PuntoPuntoPuntoPuntoPunto

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