jueves, 15 de enero de 2009

Omertá

Cartel de la películaEn mi viaje a Cuba no podía dejar de visitar el cine Yara. La película no pasaba de ser una mera disculpa para volver a sentarme en aquel majestuoso cine, entre cubanos, con su puntualidad, sus risas...

Ponían «Omertá», una película cubana de gansters dirigida por Pavel Giroud y que se había estrenado durante la XXX edición del festival internacional del nuevo cine Latinoamericano de la Habana, después de que en la edición 27 se llevará el premio de guión inédito.



No me resultó una película con una trama compleja, más bien diría previsible y de ritmo algo lento. Lo que más me gustó fue su ambientación, que me recordaba a las comedias teatrales representadas en una gran mansión, con personajes que entran y salen mientras se va enlazando el nudo de la historia. No está contada de forma lineal, sino que revisita el pasado para completar la trama y permitirnos ir entendiendo al personaje central.

Destacar la interpretación protagonista por parte de Manuel Porto que da vida a un antiguo guardaespaldas llamado Rolo Santos. Es un personaje muy compensado, que se mueve entre la añoranza de lo que fue y la desesperanza por su incapacidad de poder hacer otra cosa, que resulta ir cumpliéndose con lentitud mientras envejece. La edad le lleva constantemente a hacer un balance de la vida en el que no le salen bien los números, como si aún se le debiera otra mano a este jugador de póker cuyas jugadas oscilan entre la inteligencia y la fanfarronería. Así, en el último instante, una misión le salva, le permite levantarse y forma una banda, como antes, como siempre.

Sin puntoSin puntoSin puntoSin puntoPunto

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