jueves, 22 de marzo de 2007

Dirección Gritadero

Cartel de la obra«Dirección Gritadero» se representa en el Teatro María Guerrero dentro de la sala pequeña (la de la Princesa). Es un espacio acogedor, casi íntimo, que permite que la proximidad con las actrices sea máxima. «Dirección Gritadero» es una obra sencilla en la que tres mujeres, interpretadas por Paula Soldevila, Susi Sánchez y Consuelo Trujillo, esperan un autobús a la manera de Godot. Son tres personajes cotidianos (un ama de casa, una mujer en paro algo filósofa y una señora felizmente casada con amantes varios) en una sociedad aún más reglada y alienada que la nuestra, donde la violencia es un acto tan cotidiano como para que lo normal sea llevar pistola y en la que está prohibido gritar, salvo en el lugar establecido para ello: el gritadero, que se encuentra en las afueras de la ciudad y en el que se diferencian horarios para hombres y mujeres ya que esta sociedad es sexista y ha abierto un abismo entre los hombres y las mujeres. Como todo lo prohibido, ellas sienten a diario la necesidad de gritar y por lo tanto son asiduas del autobús que las lleva al gritadero. Pero hoy su espera es valdía, el transporte no llega, así que es el momento de hablar entre ellas para asumir o no su situación de indefensión y custionarse al menos el mundo que les ha tocado vivir.

Una escena de la obraToda la obra es una gran crítica social, sustentada tanto en un buen texto lleno de humor ácido, como en una gran interpetación de las tres actrices. Nos habla de un mundo totalitarista que promueve un consumismo atroz, en el que se ha abandonado toda comunicación entre las personas, que a su vez se sienten constantemente insatisfechas y cuya única vía de escape resulta ser unas horas de grito solitario dentro de una sala acolchada en un edificio comunal y el valium que te dan al salir.

Y algunas preguntas: «¿Qué gritamos cuando estamos sólos en una habitación dentro del gritadero?, ¿qué gritan los demás?, ¿gritamos lo mismo?». Iguales o diferentes.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Aranda. Concurso de Tapas

Tentación de Santo Domingo: tapa fría del Hotel-Restaurante El prado de las merinasEl fin de semana pasado estuve en Aranda del Duero, disfrutando del VI concurso comarcal de tapas, pinchos y banderillas. El mecanismo es muy sencillo, se presentaron 43 locales (bares, restaurantes, pubs...) y cada uno lo hizo con un vino (de la denominación Ribera del Duero) y una o dos tapas (en total han sido 78 las tapas que se han presentado). En el concurso hay un jurado oficial y otro popular. Para ser jurado popular, en el primer local en el que entras (y que compita claro) pides un carnet en el que están todos los sitios y el local te sella el carnet en su recuadro correspondiente cuando pides la tapa. Luego ese carnet lo vas llevando de bar en bar a que te pongan sellos con el mismo mecanismo. Al final, si tienes un mínimo de 12 sellos puedes participar eligiendo la mejor tapa caliente, la mejor tapa fría y la más original. Se me olvidaba, el precio del vino con una tapa es de 2€ (uno por cada). Hasta aquí la parte informativa de esta entrada.

Confitada: tapa fría del Hotel-Restaurante Finca los rastrojosEste otro párrafo es para hablar de mis impresiones. El ambiente estupendo, con todos los bares llenos. El nivel y la variedad muy buena, sobre todo porque cada año supera al anterior y me encuentro con más sitios que cuidan tanto el aspecto como la integración de los sabores, colores, texturas... No es extraño, la Ribera del Duero es una zona en pleno despertar turístico, donde ya no se conforman con ofrecer un recogimiento sobrio y castellano, sino que además tratan de que la calidad de la comida, el vino y la hospitalidad sean marca de la casa. Pero volviendo a las tapas, la verdad es que fueron tantas que ya se me mezclan los sabores, aunque no puedo olvidar «El hatillo del predicador» ni «La tentación de Santo Domingo» (foto primera) ni «La tapa del marqués» ni «La confitata» (foto segunda) ni «El chiquirritín»... La verdad es que fueron dos días de comer y cenar de buenas tapas y que seguro que el año que viene repetiré.

martes, 20 de marzo de 2007

Pasión Vega en concierto

Cartel del discoAnoche, en el Nuevo Teatro Alcalá tuve la oportunidad de escuchar a Pasión Vega en concierto, una de las voces más bonitas y cálidas que tenemos por aquí. La había visto hace dos años y resulta sorprendente comprobar lo mucho que ha crecido como artista desde entonces. Anoche ocupaba todo el escenario con su presencia, interpretaba cada palabra que cantaba, se emocionaba hasta escapársele las lágrimas. Una emoción que transmitió y que arrancó los «oles» del público que la despidió con todo el teatro puesto en pie.

Presenta su nuevo disco, «La reina del Pay-Pay», con una escenografía estupenda, con sumo cuidado en cada uno de sus detalles y con una gasa blanca que a veces divide en dos el escenario y permite crear nuevos decorados proyectados sobre ella con ayuda de la técnica. Los músicos estupendos, fundiendo todos sus instrumentos en un sonido único al servicio de la voz. Vamos un auténtico placer.

Pasión Vega ha dejado de ser una promesa.

La cabra o ¿quién es Sylvia?

Cartel de la obraHablar de sentimientos no resulta sencillo, sobre todo si se llevan al extremo. Nadar contracorriente tampoco. Ambos eran dos buenos argumentos para acercarse al teatro Bellas Artes de Madrid a ver «La cabra o ¿quién es Sylvia?». Sin embargo debe ser que ya no soy moderno: a mí no me gustó nada y me sentí claramente defraudado.

La obra habla del sentimiento del amor, de lo prohibido, de cómo verbalizarlo y de cómo los demás nos rechazan cuando somos francos porque no quieren entendernos ni ponerse en nuestro lugar. La sociedad ha dictado las normas de lo correcto y de lo peligroso. Para hablar de todo esto, el autor (Edward Albee) lo encuadra dentro de una historia de bestialismo y entonces nos damos cuenta que «los árboles no nos dejan ver el bosque». No me engaña, la zoofilia es sólo una anécdota para ridiculizar aún más la obra. Lo mismo que romper el decorado o que los diálogos pasen de lo trágico a lo absurdo en décimas de segundo para volver a lo trágico con la misma rapidez. Esos pequeños descansos, esas pequeñas frases que pretenden ser humorísticas, rompen toda la obra. El problema del texto se contagia a los actores. La mitad de ellos recita sus diálogos sin interactuar con los demás, concentrados en interrumpirse a sí mismos. Se trataba más bien de monólogos entorpecidos por otros monólogos, donde no se escuchaba a los compañeros. A Mercè Arànega le fallaba la voz -tal vez por su afonía- y se notaba su preocupación por sobreponerse y dar la cara. Álex García no fluía, necesita más práctica en escena, por lo que estaba tan impaciente que sobreactuaba y convertía la duda de sus gestos y posturas en debilidades de su personaje.

Una escena de la obraPuedo entender que José María Pou -uno de nuestros mejores actores- haya elegido este texto. Sin duda un «camaleón» como él debe sentir la necesidad de ponerse en la piel de personajes que sienten diferente. Su capacidad de interpretación se sobrepone a todo esto y resulta bastante creíble.

Aunque en las escenas finales oí a una mujer decir «esto no es serio» y acto seguido irse, lo cierto es que se escucharon aplausos sentidos, no en vano es una obra muy premiada. Yo comparto la opinión de esta señora y disiento de la mayoría.

lunes, 19 de marzo de 2007

El infarto

José Manuel Merello: Sobre el marNo se puede contar el camino que nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos. Es un hábito incapaz de ser expresado en palabras. Al descender del metro me uno a la marabunta que subirá las escaleras mecánicas en pelotón. Oigo el murmullo de pies que se arrastran mientras me miro la mano y me cuento que están todos los dedos. Así me lo recomendaba mi psicoanalista cuando era más pequeño. Parece un acto estúpido: mirar la mano y contar: «uno, dos, tres, cuatro y cinco», levantar la vista y comprobar que allí siguen los demás pero que sin duda han pasado cinco segundos y nada se ha roto y yo tampoco me he descompuesto y todo avanza igual. Sigo caminando escaleras arriba y comienzo a sentir que el corazón me pesa algo más. El ritmo se acelera con un bombeo más fuerte, boom-boom, boom-boom, boom-boom... Recuerdo a mi tío Narciso porque murió de un infarto e inmediatamente detengo los pies, me aparto hacia la derecha y me apoyo en la cinta plástica que sirve de reposa brazos. Mi tío Narciso me enseñó a comprender el mundo, me dijo que en esta vida tan miserable, lo mejor es no arrepentirse de nada, que de lo que más nos lamentamos es de todas aquellas cosas que llegado el momento no hicimos. No le entendí, me lo contó siendo yo demasiado joven. Tal vez es ahora cuando comprendo la intención de lo dicho. La marabunta me va adelantando. La prisa es el mal de nuestros tiempos, esa prisa vacía por llegar a cualquier sitio para esperar nos atosiga. Y la soledad es el otro cáncer. Mi tío Narciso nunca estaba solo, incluso aquellas tardes en que le veía pasear sin ninguna compañía por el jardín. Los ademanes de sus manos me permitían seguir una conversación imaginaria con un interlocutor de los más estrambótico, siempre inventado por mí. La respiración me resulta más dificultosa. Me pasa algo. Intento buscar una cara en la que detener mi mirada para fijar su atención, pero cada una de las personas con las que lo experimento me rehuyen. La escalera termina y con paso vacilante piso suelo firme. Me tiemblan las piernas. Mientras una adolescente me pide que le deje pasar, que tiene prisa, que llega tarde a clase. Lleva un abrigo largo, tanto que va arrastrando unos diez centímetros, limpiando el suelo a su paso. Me doy cuenta de que es invierno, pero en este momento sólo puedo sentir calor. Me abraso. Tal vez tenga algo de fiebre. Me aparto para que pueda continuar. Después doy un paso más, luego otro y me llega un escalofrío que me cruza la espalda de principio a fin. Un temblor en las manos lo siguiente. Los párpados que cobran vida y suben y bajan por decisión propia. Mi tío Narciso estira su brazo para sujetarme y yo me desplomo antes de que él pueda cogerme.

José Manuel Merello: Niño soñando con su bicicletaDespierto horas después en un hospital. No sé como he llegado hasta aquí. Sigo vivo, y por un falso instante siento que eso es importante, que el principio para poder cambiar es poder tomar aliento. En la cama contigua una mujer duerme y en la silla que hay frente a su cama un niño de unos doce años vela su sueño. Le miro y levanto las cejas a modo de saludo. El niño me devuelve el gesto. Los dos sonreímos levemente a la vez. La vida no nos da para más. Pasan las horas muertas: dando vueltas sobre la cama, escuchando a las enfermeras que me dicen que me voy a poner bien en un par de días... Al despertarse la mujer, el niño le dice «mamá» y le coge la mano.

- No te preocupes, vida mía. Simplemente es que estoy muy cansada. Unos días aquí de descanso me harán muy bien.

- Lo sé mamá. El tío Narciso me lo ha contado todo.




Nota: Los cuadros (Sobre el mar y Niño soñando con su bicicleta) que decoran este relato son obras de José Manuel Merello.



viernes, 16 de marzo de 2007

Llach, la revolta permanent

Cartel del documental«Llach, la revolta permanent» es un documental sobre la lucha permanente contra la injustica y a favor de la libertad. Todo un grito para que el olvido no permita la tranquilidad de los culpables.

El origen del documental tiene que ver con lo que sucedió en Vitoria el 3 de marzo de 1976. En ese día la policía causó cinco muertos y centenares de heridos de bala al asaltar una asamblea de trabajadores que se estaba celebrando dentro de una iglesia. Aquella misma noche, Lluís LLach compuso, como homenaje, la canción «Campanades a morts». El tema de estos asesinatos me ha interesado siempre, baste de ejemplo la entrada de este blog en el día en que se conmemoraron los veintinueve años.

El documental, dirigido por Lluis Danés, se divide en dos partes: por un lado escuchamos los comentarios de las familias de las víctimas, escuchas de las radios de la policía de aquel día y las palabras de algunos políticos de la época (Rodolfo Martín Villa y Manuel Fraga) con lo que se nos va dibujando todo el escenario social, político y humano del momento; por otro vamos escuchando a Llach -en grabaciones televisivas, en su casa, en su coche, cantando...- que nos va pintando la época y la lucha de los artistas en favor de la libertad. Las dos partes se complementan y son totalmente necesarias, tanto que se terminan uniendo en una sola: Llach en Vitoria, treinta años después de la masacre, sobre el escenario, interpretando «Campanades a morts». Se juntan la emocion, el coraje y la rabia.



Esta es una película imprescindible para todos los españoles. No podemos pasar página porque aún tenemos la obligación de pedir explicaciones y de señalar con el dedo a quienes desde el poder del estado e impunemente orquestan y dirigen este tipo de asesinatos. No podemos quedarnos callados cuando escuchamos a estos políticos de origen franquista hablar cínicamente sobre este acontecimiento y otros similares; esos mismos políticos que en democracia seguían usuando los mismos viejos métodos que conocían de antes, que realizaron una transición para que siguiesen gobernando las mismas familias y que siguen cómodamente sentados en sus inmunes poltronas con una risa cínica entre sus dientes.

miércoles, 14 de marzo de 2007

Viaje al vino de Rioja (El viaje)

Bodegas de Herederos de Riscal (Elciego)Prometí hablar del viaje, así que no queda más remedio que cumplir ya que uno es soberano de sus silencios y esclavo de sus palabras. No suelo hacer viajes organizados, soy bastante reacio, por lo que no esperaba encontrarme con el lado humano que hay en todo tipo de sucesos en los que se juntan más de tres personas.

Primero hablar de la organización impecable de Al Qatar que supo elegir un hotel muy cómodo (el hotel San Camilo), seleccionar los restaurantes donde degustar la comida típica de la zona (Hotel Antigua Bodega de D. Cosme Palacio y La cueva), organizar las visitas a las bodegas en el mejor orden posible (ver entrada anterior) y nos dejó espacio y tiempo para que recorriéramos por nuestra cuenta (Laguardia y Logroño) o en grupo (Samaniego y Elciego).

Estatua en LaguardiaDespués, hablar de los amigos que vas haciendo. Es curioso cómo una pequeña conversación y la casualidad te va uniendo a gente afín y cómo, casi sin quererlo, vas haciendo amistades perdurables. Incluso los escépticos como yo nos rendimos: también necesitamos hablar con desconocidos de vez en cuando, escuchar nuevas oponiones y por un instante sentir que formamos parte de un grupo, que no somos bichos tan raros. A veces con un ratito de conversación descubres personas con las que te sientes como si conocieras de siempre. Extrañas sensaciones y muy agradables.

Cambiando de denominación de origen, este fin de semana me voy al Aranda del Duero. Es el VI concurso comarcal de tapas, pinchos y banderillas. Todavía estáis a tiempo.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Viaje al vino de Rioja (Las bodegas)

Cata en la Bodega del Fabulista (Laguardia)El fin de semana pasado estuve por la zona de la Denominación de Origen Calificada Rioja con un viaje organizado por la vinoteca Al Qatar. Visitamos tres bodegas de la Rioja Alavesa para comprobar que hay tantas formas de hacer vino como sueños. Las bodegas son personalistas, marcadas por el carácter que imprimen sus propietarios. Cada una apuesta por un valor a modo de enseña.

Primero visitamos Bodegas Palacio, una bodega centenaria que se ha transformado por un lado construyendo una nueva instalación moderna e industrial y por otro convirtiendo su antigua bodega en un hotel rural con encanto. Actualmente forma parte de un grupo empresarial presente en distintas zonas vinícolas del país. Su apuesta es realizar un buen vino de forma industrial, que se identifique con Rioja y potenciar los mecanismos de distribucción. Era mi primera bodega y me encontré con que la elaboración del vino es un proceso con diferentes etapas. Allí las aprendí viéndolas.

Una de las viñas de Remírez de Ganuza (Samaniego)La Bodega El Fabulista parte de una filosofía muy distinta. Se trata de recuperar para el turismo el misterio de una bodega casera. Es hacer un museo temático sobre el proceso del vino, de la problemática y viabilidad de un sector que está de moda. Su apuesta es personal, incapaz de llegar a grandes mercados tiene que hacerse con el que llega. El propietario sabe contar su verdad y encandila con su conversación mientras catas el vino. En esta bodega descubrí el esfuerzo que está detrás para que todo funcione.

En Bodegas Fernando Remírez de Ganuza entramos en otro mundo. Cada detalle está cuidado y explicado. El azar apenas tiene sitio en el proceso de elaboración. La bodega es una apuesta personal de Fernando, que transmite su pasión en cada palabra. Es también la búsqueda constante para mejorar el producto, la limpieza meticulosa que salta a los ojos constantemente. Esta vez la lección recibida es la pasión que se encierra en este mundo y la importancia que tiene evolucionar, aprender e invertir. Para mí resultó asombroso descubrir cómo la tecnología está al servicio del vino y cómo funciona perfectamente; estoy demasiado acostumbrado a esa otra tecnología que se ha impuesto, esa de encender y apagar, de funcionar a medias, esa que tiene errores conocidos... Por eso encontrar un lugar en el que cada cosa está en su sitio y se emplea adecuadamente me produce felicidad.

Otro día intentaré contar algo más del viaje.

jueves, 1 de marzo de 2007

Tirso de Molina

El centro de Madrid respira mal entre tanto cemento, consumiéndose sin apenas zonas verdes. Es un mal con difícil solución, así que cuando comenzaron las obras en la Plaza de Tirso de Molina, como vecino -y a pesar de las molestias-, me sentí contento. Se proyectaba un mercado floral y para ellos se convocó un concurso público. Por un lado pensé que tendría espacio para pasear -supuse que al eliminar el tráfico en uno de sus latereles habría más plaza para caminar- y por otro, que por la temática, algún árbol más se plantaría, con algo de cesped y flores.

Tirso de MolinaLa rehabilitación de la plaza terminó, quedó espaciosa, con pocos árboles, eso sí, pero te permitía caminar. Sin embargo mi alegría duró muy poco. Primero surgieron unas hileras de bancos donde más pudieran estorbar y después aparecieron los nueve puestos de flores, unos quioscos de mucho diseño y que ocupan demasiado espacio público, haciendo incómoda y, sobre todo, pequeña la plaza. Por arte de magia y por un afán empresarial de nuestro ayuntamiento, el espacio público se había reducido. Desde su inaguración -el 16 de diciembre de 2006- sigo dándole vueltas a la idea de para qué tanto puesto. Desconozco su rentabilidiad, pero apenás hay diferencias entre unos y otros, ni clientes para todos ellos. ¿No bastaría con uno o dos y dejarnos el resto de la plaza a los vecinos?

Lo que también he notado, desde hace un par de semanas, es que la plaza se limpia de una forma mucho más ostensible con los nuevos vehículos de limpieza. Justo después de que Sánchez Dragó dijera aquello de lo sucios que especialmente son los madrileños.