miércoles, 7 de marzo de 2007

Viaje al vino de Rioja (Las bodegas)

Cata en la Bodega del Fabulista (Laguardia)El fin de semana pasado estuve por la zona de la Denominación de Origen Calificada Rioja con un viaje organizado por la vinoteca Al Qatar. Visitamos tres bodegas de la Rioja Alavesa para comprobar que hay tantas formas de hacer vino como sueños. Las bodegas son personalistas, marcadas por el carácter que imprimen sus propietarios. Cada una apuesta por un valor a modo de enseña.

Primero visitamos Bodegas Palacio, una bodega centenaria que se ha transformado por un lado construyendo una nueva instalación moderna e industrial y por otro convirtiendo su antigua bodega en un hotel rural con encanto. Actualmente forma parte de un grupo empresarial presente en distintas zonas vinícolas del país. Su apuesta es realizar un buen vino de forma industrial, que se identifique con Rioja y potenciar los mecanismos de distribucción. Era mi primera bodega y me encontré con que la elaboración del vino es un proceso con diferentes etapas. Allí las aprendí viéndolas.

Una de las viñas de Remírez de Ganuza (Samaniego)La Bodega El Fabulista parte de una filosofía muy distinta. Se trata de recuperar para el turismo el misterio de una bodega casera. Es hacer un museo temático sobre el proceso del vino, de la problemática y viabilidad de un sector que está de moda. Su apuesta es personal, incapaz de llegar a grandes mercados tiene que hacerse con el que llega. El propietario sabe contar su verdad y encandila con su conversación mientras catas el vino. En esta bodega descubrí el esfuerzo que está detrás para que todo funcione.

En Bodegas Fernando Remírez de Ganuza entramos en otro mundo. Cada detalle está cuidado y explicado. El azar apenas tiene sitio en el proceso de elaboración. La bodega es una apuesta personal de Fernando, que transmite su pasión en cada palabra. Es también la búsqueda constante para mejorar el producto, la limpieza meticulosa que salta a los ojos constantemente. Esta vez la lección recibida es la pasión que se encierra en este mundo y la importancia que tiene evolucionar, aprender e invertir. Para mí resultó asombroso descubrir cómo la tecnología está al servicio del vino y cómo funciona perfectamente; estoy demasiado acostumbrado a esa otra tecnología que se ha impuesto, esa de encender y apagar, de funcionar a medias, esa que tiene errores conocidos... Por eso encontrar un lugar en el que cada cosa está en su sitio y se emplea adecuadamente me produce felicidad.

Otro día intentaré contar algo más del viaje.

1 comentario:

Albiac dijo...

Menuda envidia, tiene que ser una visita ineludible.