La editorial Atrapasueños y el SAT presentan el Manual para luchar contra la Reforma Laboral en la Fiesta del PCE
Sábado 22 de septiembre de 2012. Fiesta del PCE. San Fernando de Henares. Madrid
Vidal Aragonés, Luis Ocaña, Isaac Rosa y Luis Cotarelo durante la presentación del libro Manual para luchar contra la Reforma Laboral. (Foto: Toni Gutiérrez)
Luis Ocaña Escolar, abogado del SAT, es uno de los autores. Avisa de que su intervención va a estar orientada a contextualizar como se ha producido la Reforma Laboral y cuáles son sus apartados más agresivos. Debemos pensar el calado y el retroceso que significa; tras su aprobación deberíamos hablar del Estatuto de los Empresarios, pues de los trabajadores ya no queda nada.
En primer lugar, Ocaña acentúa que el gobierno la aprobó como Decreto Ley, rompiendo la lógica parlamentaria con la que se reforman las normas. Lo hizo por imposición, sin un diálogo social previo ni un debate parlamentario. Legislar de esta forma supone posponer toda discusión. Para saltarse los tramites habituales en toda reforma, el Partido Popular, contextualiza la Reforma Laboral dentro de las medidas orientadas para salir de la crisis, diciendo indirectamente de esta forma que el cúmulo de derechos de los trabajadores es una causa de la crisis para ellos.
Ocaña divide la Reforma en cuatro apartados. El primero de ellos recoge las medidas orientadas a privatizar los servicios de empleo. Las ETTs han ayudado a la gran temporalidad laboral, mayor que en el resto de Europa, y lo han hecho en fraude de ley. El gobierno en lugar de reformar el INEM lo que hace con la Reforma es facilitar a estas empresas de trabajo temporal la posibilidad de convertirse además en agencias privadas de colocación, ganando dinero también con la explotación del negocio de la contratación de trabajadores. En el mismo sentido, el gobierno va a proponer que sean las mutuas patronales las que se encarguen de gestionar la salud de los trabajadores, permitiendo de esta manera a entidades privadas llegar hasta el dinero de la caja de las pensiones.
Vidal Aragonés y Luis Ocaña durante la presentación del libro Manual para luchar contra la Reforma Laboral. (Foto: Toni Gutiérrez)
Para abordar el tercero de los apartados, Ocaña habla de que hasta la llegada de la Reforma, los convenios colectivos se asentaban en el diálogo y acuerdo. Mientras duraba la negociación los convenios eran prorrogados. Ahora esto se elimina, ya que cuando un convenio cumpla solo se podrá prolongar durante un año más. El proceso de negociación siempre ha sido lento, así que solía extenderse más allá de ese tiempo. Ahora, si en ese año no se llega a un acuerdo, el convenio se extingue y los trabajadores que estaban adscritos a éste pasan a estarlo a un convenio superior si existiera o al estatuto de los trabajadores y su salario mínimo. A partir de ahí la negociación solo cuenta para los trabajadores, pues si la patronal se niega no pierde nada. Hasta la fecha eran los convenios colectivos por sector y provincia los más importantes, los que fijaban las condiciones mínimas y los convenios particulares de empresa con los que se intentaba mejorar dichas condiciones partiendo de lo logrado en los del sector. Ahora va a ser necesario sentarse empresa por empresa y hay que recordar que en España las mayoritarias son PYMES en las que no suele existir representación de los trabajadores. El sistema hasta hoy protegía a los empleados de estas empresas, pero ahora va a ser al revés, el empresario tendrá mayor facilidad para imponer de manera unilateral sus condiciones. La Reforma es una garantía de empeorar los derechos laborales y supone romper la negociación colectiva y de los convenios.
El cuarto de los apartados, el relativo a los mecanismos para el abaratamiento del despido, es quizá el más conocido. Ahora los despidos improcedentes han pasado a zanjarse con una indemnización de 33 días por año trabajado y sin salarios de tramitación (salvo que el trabajador sea readmitido). Por otro lado se facilita el despido por causas objetivas que practican las empresas que ya no tendrán que acreditar tres años de pérdidas, sino que les será suficiente con justificar tres trimestres seguidos de pérdidas o de no haber ganado tanto como estaban pensando. Las empresas solo están obligadas a declarar sus ventas a año vencido y en el verano siguiente. No hay acceso a ningún registro público previo, y su contabilidad, en este capitalismo salvaje, se puede balancear en el periodo, dedicando un trimestre a pérdidas y dejando todos los beneficios para los siguientes. También se modifican los expedientes de regulación de empleo (ERE) que ya no necesitan presentar expediente, no tienen que ser negociados, ni precisan de autoridad legal que los ratifique. Además, los EREs y el despido por causas objetivas pasa a poder aplicarse también en las administraciones públicas.
Presentación del libro Manual para luchar contra la Reforma Laboral. (Foto: Toni Gutiérrez)
Aragonés se pregunta si la Contrarreforma era una necesidad social. Responde que no, que más bien es el resultado de un proyecto político neoliberal que bebe del viejo decálogo de la Escuela de Chicago y del concepto de flexiseguridad extraído del Libro Verde para la modernización del Derecho del Trabajo. Pero lo cierto es que la crisis y los derechos laborales no guardan relación alguna. Finlandia no optó por recortar derechos a los trabajadores para no producir un drama social. Venezuela expresamente ha elegido reforzar los derechos. Nos bombardean con ideas simplistas como que quien tiene derechos laborales es un privilegiado. Nos dicen que las relaciones laborales son rígidas y sin embargo todas se podían modificar. Insisten en el alto coste del despido en España con una indemnización de 45 días por año trabajado y lo cierto es que el 50% de los despidos entre 2008 y 2010 lo hizo con una indemnización de solo 8 días. Aseguran que nos falta formación y nunca tuvimos generaciones tan bien formadas.
Lo único que va a producir esta Contrarreforma es consolidar aún más la temporalidad y la rotación laboral. El despido se plantea como la solución más sencilla a cualquier problema, lo que generará mayor desempleo. Producirá también menor capacidad de consumo de la clase obrera. Sobre la mujer trabajadora será sobre quien más va repercutir. Nuestra sociedad se verá más pauperizada como consecuencia de un proceso a largo plazo en el que el trabajador tendrá que pelear por sus derechos de tú a tú con el empresario sin posibilidad de poder expresarse como clase y solo como asalariado de ese patrón.
Se pregunta Vidal Aragonés qué hacer entonces. Recordando que nuestros derechos han nacido de la movilización la contestación es fácil: Acabar con la paz laboral.
Isaac Rosa y Luis Cotarelo durante la presentación del libro Manual para luchar contra la Reforma Laboral. (Foto: Toni Gutiérrez)
Cuando se preparó el manual, el escritor se planteó para qué servía la propia Reforma. Después de seis meses se puede decir que lo que ha traído es más paro, más EREs, más despidos objetivos por parte de las empresas, bajas voluntarias de trabajadores rotos por la presión, menos sueldo, más horas de trabajo y menos derechos. La crisis ha servido como excusa y para dar marco legal a unas prácticas que muchos trabajadores ya conocían en sus puestos de trabajo antes de que se aprobaran.
Isaac Rosa ve que la Reforma ha cumplido dos objetivos. En primer lugar ha servido para acelerar la transferencia de la riqueza de los trabajadores a las rentas más altas, al sector financiero y a las empresas. El segundo objetivo alcanzado es una paz social que se ha conseguido por nuestra pasividad ante la imposición. La manera con la que se ha frenado el descontento ha sido vía el miedo, tanto por la presión del paro como por la que ejercen directamente las empresas sobre sus trabajadores. Ese miedo y esa sumisión nos han impedido que hayamos sido más contundentes. Ya no hace falta que hagan nuevos esfuerzos para una nueva reforma.
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