martes, 24 de enero de 2012

Miss Bala, los sueños rotos de una joven en un mundo salvaje

La película de Gerardo Naranjo es la candidata mexicana a mejor película Hispanoamericana en los premios Goyas 2012

Cartel de la película Miss Bala
Cartel de la película Miss Bala
México es un país que se desmorona. La corrupción, la falta de la menor ley y el desamparo que produce una justicia ausente hacen que la vida haya perdido todo valor. En su propio país, los mexicanos están sumidos en una pesadilla atroz que se mueve entre la miseria y la violencia más extrema. El dinero que generan los cárteles del narcotráfico y su uso para fomentar la corrupción han sido el caldo de cultivo en que los políticos se han movido para disolver el tejido social de un país. Son los grupos armados que se dedican al crimen quienes imponen la ley, usurpando la posición del estado mexicano, mientras la ciudadanía se queda en casa asustada y abandonada. Son muchas las películas que llegan de allí y nos acercan a ese México inhumano. Miss Bala es una de ellas. Por un lado nos cuenta lo fácil que es verse involucrado en un asunto turbio y por otro lo difícil que resulta escapar de sus consecuencias.

El origen de la película está en un recorte de un periódico que lee Pablo Cruz, el productor, un 24 de diciembre. Bajo la fotografía de una hermosa mujer, Laura Zúñiga, ganadora de un certamen de belleza en Sinaloa, el artículo explica que ha sido arrestada y acusada de estar involucrada en un cártel de la droga. La pregunta que le vino a la cabeza al productor inmediatamente fue: «¿Cómo carajos una mujer así termina siendo parte de esto?». Luego se puso en contacto con Gerardo Naranjo y de aquel recorte y de las impresiones que intercambiaron surgió Miss Bala, una historia en la que se entremezclan el mundo de las reinas de la belleza con el del narcotráfico.

No es que Laura Guerrero (Stephanie Sigman) sueñe con ser Miss Baja California, pero a su amiga Suzu le apetece presentarse al certamen y por compañerismo se anima a hacer también la prueba; nada pierde con ello. Después de ver la casa familiar y el rol de hermana mayor que suple a la madre que falta, arranca, cargada de esperanzas, la película. Una muchacha lleva en una bolsa su mejor vestido para no estropearlo. Es muy guapa, de una belleza natural que llama la atención. Y la cámara se encandila con sus ojos. Sin duda, el mayor acierto de la película es el de saber contar una historia sobre corrupción desde la perspectiva de una persona inocente. En todas las escenas del largometraje está presente el personaje de Laura y con ella, al mismo tiempo, vamos descubriendo lo que ocurre, con su propia mirada. De partida es una joven decidida, que tira de su padre y su hermano, que tiene sueños y que, ante todo, es una fiel amiga. La vida no es fácil, lo sabe, pero se va defendiendo en ella. Y sin embargo, cuando todo ocurre, nos muestra la fragilidad de los seres humanos ante la violencia extrema, aquella de la que ni los más fuertes consiguen escapar. Comienza un estado de shock que la anula, que no le permite reaccionar, y se va hundiendo aturdida como si estuviera sobre arenas movedizas. No sabe qué hacer, como recuperar su vida pasada, consciente de que no hay vuelta atrás.

Stephanie Sigman y Noé Hernández en una escena de la película Miss Bala
Stephanie Sigman y Noé Hernández en una escena de la película Miss Bala
Laura no se ha metido en ningún lío, son los líos los que han venido a encontrarla a ella. Por casualidad y sin que pueda reaccionar se ve involucrada en un tiroteo, un ajuste de cuentas entre narcotraficantes y agentes de la DEA. Lino (Noé Hernández), el capo, la ve y se encapricha de ella. A partir de aquí se inicia un camino de descenso horrible donde cada situación supera a la anterior. Entran en un juego de favores en el que Laura no es más que un peón sin ninguna capacidad de decisión. Sin desearlo se ve envuelta en tiroteos, trabajos de mula, abusos… No lo pide, no lo quiere, pero nunca tiene elección. Es Lino quien decide sin contar con ella. Es Lino quien hace lo que beneficia a su negocio.

Laura sobrevive por pura inocencia, tal vez porque se hecho insensible al dolor y ya sólo busca con estoicismo sobrevivir. Ella representa la fragilidad de la sociedad civil ante el mundo siniestro que imponen seres que han perdido todo ápice de moral, sin consideraciones, que lo único que buscan es continuar con una actividad ilícita que les va haciendo más ricos y poderosos cada día. Son despiadados, no les importa el prójimo. Disparan. Matan. Y siguen durmiendo por las noches pues carecen de la conciencia más elemental. Miss Bala muestra una realidad que se fija en la retina del espectador, lo hace a través de situaciones cotidianas de México que explotan porque es el crimen el que ha tomado la calle.

Por eso se hace asfixiante, va dejando sin aire a quien la ve, encerrándole en ese momento y en esa historia, sin márgenes. Es una película que habla del miedo, del que siente cualquier persona ante una situación que se le escapa y sabiendo además que su vida es lo que está en juego. Así ocurre cada día, desde que uno se levanta y ya comienza a pensar si estará vivo a la hora de irse a la cama. No hay diferencia entre inocentes y culpables, todos están expuestos a recibir un tiro en cualquier momento, porque encontrarse en medio de un tiroteo se ha convertido en algo natural.

Aunque la violencia se presenta de forma directa y de una manera impactante, Gerardo Naranjo optó por no mostrar imágenes de crueldad; no hay desmembrados, ni recreación en la sangre. Son situaciones que ocurren, donde las armas causan muertos. De la misma forma, tampoco hay imágenes explícitas donde se enseñe droga. Pero sí se ve el dinero que todo lo compra, hasta un reinado en un concurso de misses. En realidad no es un regalo para Laura, es una estrategia de Lino.

Sin duda, las interpretaciones de sus protagonistas asientan Miss Bala. Las dos, a su manera, resultan desprendidas. La de él por recrear a un personaje que hace lo de todos los días, aunque eso sea matar. La de ella por la sorpresa de tener que vivir esa vida. Stephanie Sigman tiene mucho encanto dentro de su cuerpo menudo. La actriz sabe aprovecharlo para manejar con soltura este personaje tan cargado de silencios y que expresa tanto con los ojos.

Si bien la película tiene virtudes, también es posible señalar carencias. La principal es el ritmo, que va haciendo alargarse la película más de lo debido, pues hay escenas que no nos cuentan nada nuevo. La segunda en que los asuntos de crimen organizado van resultando predecibles. De todas maneras, aplaudo el deseo de mostrarnos una realidad que sobrecoge.

A modo de pequeño anecdotario: En 2010, Gerardo Naranjo fue incluido en Take 100, The Future of Film: 100 New Directors, compendio publicado por Phaidon, que reúne a los 100 directores emergentes de mayor proyección.

Naranjo comenzó su carrera escribiendo crítica de cine. En 1997 dirigió su primer cortometraje, Perro Negro, antes de inscribirse en el Máster de Dirección en el American Film Institute de Los Ángeles, donde se graduó en 2002 con la tesis titulada The Last Attack of the Beast, cortometraje por el que recibió numerosos premios. En 2004 rueda su primer largometraje Malanche. En 2005 protagonizó y co-escribió The Good Times Kid, de Azazel Jacobs, y en 2006, estrenó su película Drama / Mex en la Semana de la Crítica de Cannes. Después vendría Voy a explotar. Estas dos películas anteriores han tenido un largo recorrido en numerosos festivales de prestigio. Recientemente, ha participado en Revolución, una compilación de diez cortos dirigidos por directores mexicanos contemporáneos y que ha sido estrenada en Berlín y elegida como Mejor Película en el Festival de Biarritz de Cine Latinoamericano. También ha trabajado para televisión, dirigiendo en 2010 tres episodios de la serie Soy tu fan.

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