Serendipia Teatro nos ofrece Maquis, una obra de Rubén Buren sobre la guerrilla antifranquista
Sábado 01 de octubre de 2011. Centro de Nuevos Creadores - Sala Mirador. Madrid
Cartel de la obra de teatro Maquis
Rubén Buren, su autor, nos pinta muy bien el ambiente rural, la opresión del campo, la envidias, el estar siempre unos vecinos en la boca de otros, el qué dirán y los planes para los hijos como única esperanza de superación familiar. Los mayores se dan ya por perdidos, asumen que el tiempo de vida que les queda será negro, pero confían que no ocurra así con sus hijos. Se siente el dolor en las casas, donde las familias rotas no saben si reconstruirse o limitarse a sobrevivir. Es un tiempo lleno de lutos, de sacrificios, de rezos, de disimulos, y también de torturas y de violaciones para las que no agacharon la cabeza.
Maquis se adentra a la perfección en el mundo femenino, en sus sentimientos, algo en lo que imagino que tendrá mucho que ver la estupenda dirección de Paloma Pérez Montoro quien ha dotado a las palabras de Buren del gesto preciso con su buena mano en la dirección artística e interpretativa. El mundo femenino nos llega pronto al corazón, entendemos las dudas, conocemos sus anhelos y suspiramos con ellas. Las hay realistas, las hay idealistas, y cada una tira de una cuerda para construir la siguiente generación con sus dos puntos de vista: «No te lleves a engaños, la vida es como es y nada se puede hacer» frente a «Mientras tengamos ideales construiremos nuestro futuro».
Sin embargo esa rotundidad que vemos en el pueblo no se vislumbra en el monte, donde los personajes que aparecen están cargados de dudas. Su ideología apenas les mantiene en pie y van dejando que se diluya mientras esperan que sean los norteamericanos los que lleguen a salvarnos de esta atroz dictadura. Con sus principios tambaleándose no saben si esperar y mantener el enfrentamiento como única llama de esperanza o escapar a Francia para salvar la vida. El personaje de Anselmo (Rafael Gallardo) tiene miedo y no le quedan esperanzas, cree que nada bueno le espera, que no tiene salida, que está atrapado, de casi nada le sirve ese amor que siente por Sagrario porque ha pedido el sentido de su lucha. Machete (Alberto Casas) sigue por puro instinto. Hasta el Comandante (Igor Estévez) se plantea dudas y su fuerza ha decaído. ¿Esos guerrilleros republicanos son solo luchadores vencidos, asumiendo una derrota, como nos quiere hacer ver su autor? ¿No había salida tampoco para las mujeres del pueblo?
Raquel Mirón y Paloma Pérez Montoro en una escena de Maquis
Acompaña a la obra una tenue iluminación y poco atrezzo. Negras ropas, algún vestido más florido para la ocasión, y una tristeza perenne que se les ha pegado a la piel. Dolor de derrota.
Noto en el texto mucha distancia con la historia que cuenta, y una visión desde el presente, sin un fuerte anclaje con aquel pasado. Una mirada subjetiva hacia la guerrilla antifranquista que se aleja sin querer de lo profundo, de lo sentido, de lo importante para aquellos luchadores por la libertad, los que mantuvieron una llama de dignidad en una España vencida.
No acaba bien, no hay siquiera una victoria mínima, ni en lo personal que nos ofrece las mayores derrotas. Suele pasar con las obras que arrinconan la esperanza, cuando el ser humano se hace egoísta, pierde la ideología y es incapaz de sostener los principios de libertad, igualdad y fraternidad.
A modo de pequeño anecdotario: Rubén Buren, el autor de Maquis, es un dramaturgo madrileño, nacido en 1974. Ha participado en la televisión gallega como guionista. Compagina las labores de escritura con la interpretación como actor y humorista. Es profesor de teatro. También ha publicado varias novelas. Además de lo anterior, tampoco se puede olvidar su actividad en otra artes como la pintura y la música.
Una de sus alumnas fue Blanca Lara, que en la obra representa el papel de Adela. Ella no ha pasado por La Katarsis del Tomatazo, un punto en común que tienen sus otros ocho compañeros de interpretación en Maquis.
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