Martirio y José María Vitier, Juan Perro y Toni Zenet ofrecieron tres estupendos conciertos en el Teatro Español para presentar sus nuevos discos
Reseñas: Martirio y José María Vitier - Juan Perro - Zenet
Mayo es quizá el mes con más actividad cultural en Madrid. Por un lado se celebra el 2 de mayo como fiesta de la Comunidad y por otro San Isidro como patrono local. El Teatro Español, como viene siendo habitual en los últimos años, no deja pasar la oportunidad y programa unos buenos conciertos bajo el nombre de Noches del Español. Este año ha servido para presentar los nuevos trabajos de artistas con mucha personalidad.
El compositor cubano José María Vitier ha preparado un disco lleno de poesía, donde la música se convierte en ese propio aire que rodea los versos que canta e interpreta Martirio. Cuentan que se conocieron en 2002 cuando el pianista cubano le pidió a Martirio que cantara un poema de Federico Garcia Lorca para un disco suyo. Allí nació una idea que ha terminado concretándose en este disco que han hecho juntos, mano a mano, y que lleva el nombre de El aire que te rodea.
Cuando las luces se apagan, aparece Vitier que se acerca a un majestuoso piano de cola frente al que se sienta. Sus dedos se deslizan, juegan, y va apareciendo una música contagiosa, timbrada y robusta. Después presenta a Martirio y es la voz maravillosa de la onubense la que va dando profundidad a los textos. Martirio tiene un toque personal, algo especial que tiñe la voz interpretando cada palabra que canta con un sentimiento inigualable. A los dos se les une Raúl Rodríguez con su guitarra española para completar el trío. Todo suena y resulta perfecto en este repaso del disco.
Siempre resulta especial ver a Martirio sobre un escenario pues lo que se escucha en sus discos se queda en la mitad de lo que ella ofrece en directo con su presencia y su arte. En esta ocasión se la ve apasionada, como recién enamorada, atravesada por una luz mística que le ilumina la cara. Sin embargo se muestra más contenida en sus sentimientos que cuando cuenta historias de personas, esas letras de coplas y tangos llenas de vida, que la poesía, tal vez en otro plano más idealista, no logra sustituir. Del repertorio me quedo con Amor sádico que tiene más chispa.
Había pasado mucho tiempo desde el anterior disco de Juan Perro. Uno piensa que ya le ha visto otras veces, así que no espera sorpresas. Pero lo cierto es que desde que sale a escena te das cuenta que estás frente a uno de los grandes y de golpe recuerdas por qué cada uno de sus conciertos termina siendo un recuerdo imborrable para quien le escucha. Sin duda es algo mágico, una capacidad que nunca pierde. Todo es mezcla, sonidos de jazz, blues, Nueva Orleans, Cuba, África... Juan Perro, el «negocio» al que se dedica ahora, es música en estado puro, de esa que su banda extrae de los instrumentos artesanalmente sobre el escenario, que no puede repetirse más que en ese mismo momento. Escucharles es un placer y con ellos dos horas se convierten en apenas un instante.
Santiago Auserón se muestra coqueto, juguetea con sombreros vistosos que va cambiando para la ocasión -para que hagan juego con el tema que canta-, luce un bonito traje y unos zapatos de diseño. Habla con el público, responde cuando le provocan y regresa a su música, consciente de que controla un show del que es centro absoluto. El público le adora, además disfruta y contagia ese placer que siente sobre el escenario.
Repasa de arriba abajo su nuevo disco Río Negro, con temas de estribillos contagiosos como Malasaña -un himno de libertad necesario para estos tiempos en que la vida va a volver a las calles y las plazas-, Reina Zulú, Pájaro de Siracusa, Poco talento, Pies en el barro o La nave estelar cargada de fina ironía.
De las nuevas hay una canción que me llega más: Forastero, de la que Juan Perro explicó la historia. Contó que hace algún tiempo, cruzando uno de esos barrios peligrosos en Nápoles una imagen le trajo otros tiempos y se recordó a sí mismo hace ya mucho con los pensamientos de entonces. Su ojos se cruzaron con un muchacho en camiseta blanca de canalé que salía de su casa y se le quedó mirando a él, al forastero que viene de otros sitios con otras ideas, que ha visto un mundo que al chico le queda lejos. El tema está cantado desde el punto de vista del niño y hay una reflexión que no puedo olvidar «Él se alejó para no volver jamás, / pero quizá me llevase en su cabeza. / Dime forastero / que atraviesas la ciudad / y a este barrio viejo vienes a parar / si un día yo / como tú podré viajar / y contemplar / desde lejos la pobreza».
Pero también hay tiempo para entonar y puntear Cozumel cuando se lo pide el público y darle las gracias por seguir acordándose y queriendo aquellas, las primeras, canciones del Perro. Suenan otros temas indispensables que forman parte de sus otros discos: El cigarrito, Mala fama, La charla del pescado, El ala rota, A un perro flaco y Fonda de Dolores que cierra el concierto con el público en pie, bailando y las luces encendidas.
Quien no ha visto a Juan Perro en directo, aún le queda algo por hacer. Es sin duda uno de esos indispensables, y mucho más sobre el escenario de un teatro.
Zenet, y su banda, son también otros que disfrutan sobre un escenario. Ahora presentan su segundo disco Todas las calles que sigue la estela que marcó Los mares de China. La banda se mantiene al completo, siguen los vientos de Ove Larsson y Manuel Machado, las cuerdas de Taboada y Aguilar, el piano de Rivero y la inagotable batería de Castro. Cada día que pasa suenan más engrasados; algo que no resulta demasiado fácil, pues llegan a estar hasta diez personas.
Sobre el escenario repasa los temas de Todas las calles. Entre ellos va recuperando algunas otras canciones de su primer disco que hacen las delicias del público. Suenan Estela, Dientes de rata, Un beso de esos, En el mismo lado de la cama y Soñar contigo, único tema de los bises.
Zenet tiene algo especial, un encanto canalla que su voz amplifica porque a la vez es dulce, envolvente, llena de matices, de las que invitan a soñar. La música tiene una base de jazz en la que se sumergen para fusionarse boleros, tangos, sonidos flamencos y universales de aquí y de allá. Escucharle cantar es como viajar por otros espacios, tiempos y recuerdos. Las letras, firmadas por Javier Laguna, hablan de amores y desamores, de lo que fue y de lo que no pudo ser, de lo que empieza y de lo que ya se acabó.
La puesta en escena desborda alegría que el público devuelve con palmas, pasándoselo bien. Sin duda de lo más especial son las improvisaciones y solos que van haciendo cada uno de los músicos. Zenet ofreció otro concierto memorable.
Mayo es quizá el mes con más actividad cultural en Madrid. Por un lado se celebra el 2 de mayo como fiesta de la Comunidad y por otro San Isidro como patrono local. El Teatro Español, como viene siendo habitual en los últimos años, no deja pasar la oportunidad y programa unos buenos conciertos bajo el nombre de Noches del Español. Este año ha servido para presentar los nuevos trabajos de artistas con mucha personalidad.
Viernes 20 de mayo de 2011. Teatro Español. Madrid
Martirio y José María Vitier presentando su disco El aire que te rodea
(foto de archivo por cortesía del Teatro Español)
(foto de archivo por cortesía del Teatro Español)
Cuando las luces se apagan, aparece Vitier que se acerca a un majestuoso piano de cola frente al que se sienta. Sus dedos se deslizan, juegan, y va apareciendo una música contagiosa, timbrada y robusta. Después presenta a Martirio y es la voz maravillosa de la onubense la que va dando profundidad a los textos. Martirio tiene un toque personal, algo especial que tiñe la voz interpretando cada palabra que canta con un sentimiento inigualable. A los dos se les une Raúl Rodríguez con su guitarra española para completar el trío. Todo suena y resulta perfecto en este repaso del disco.
Siempre resulta especial ver a Martirio sobre un escenario pues lo que se escucha en sus discos se queda en la mitad de lo que ella ofrece en directo con su presencia y su arte. En esta ocasión se la ve apasionada, como recién enamorada, atravesada por una luz mística que le ilumina la cara. Sin embargo se muestra más contenida en sus sentimientos que cuando cuenta historias de personas, esas letras de coplas y tangos llenas de vida, que la poesía, tal vez en otro plano más idealista, no logra sustituir. Del repertorio me quedo con Amor sádico que tiene más chispa.
Sábado 21 de mayo de 2011. Teatro Español. Madrid
Juan Perro presentando su disco Río Negro
(foto de archivo por cortesía del Teatro Español)
(foto de archivo por cortesía del Teatro Español)
Santiago Auserón se muestra coqueto, juguetea con sombreros vistosos que va cambiando para la ocasión -para que hagan juego con el tema que canta-, luce un bonito traje y unos zapatos de diseño. Habla con el público, responde cuando le provocan y regresa a su música, consciente de que controla un show del que es centro absoluto. El público le adora, además disfruta y contagia ese placer que siente sobre el escenario.
Repasa de arriba abajo su nuevo disco Río Negro, con temas de estribillos contagiosos como Malasaña -un himno de libertad necesario para estos tiempos en que la vida va a volver a las calles y las plazas-, Reina Zulú, Pájaro de Siracusa, Poco talento, Pies en el barro o La nave estelar cargada de fina ironía.
De las nuevas hay una canción que me llega más: Forastero, de la que Juan Perro explicó la historia. Contó que hace algún tiempo, cruzando uno de esos barrios peligrosos en Nápoles una imagen le trajo otros tiempos y se recordó a sí mismo hace ya mucho con los pensamientos de entonces. Su ojos se cruzaron con un muchacho en camiseta blanca de canalé que salía de su casa y se le quedó mirando a él, al forastero que viene de otros sitios con otras ideas, que ha visto un mundo que al chico le queda lejos. El tema está cantado desde el punto de vista del niño y hay una reflexión que no puedo olvidar «Él se alejó para no volver jamás, / pero quizá me llevase en su cabeza. / Dime forastero / que atraviesas la ciudad / y a este barrio viejo vienes a parar / si un día yo / como tú podré viajar / y contemplar / desde lejos la pobreza».
Pero también hay tiempo para entonar y puntear Cozumel cuando se lo pide el público y darle las gracias por seguir acordándose y queriendo aquellas, las primeras, canciones del Perro. Suenan otros temas indispensables que forman parte de sus otros discos: El cigarrito, Mala fama, La charla del pescado, El ala rota, A un perro flaco y Fonda de Dolores que cierra el concierto con el público en pie, bailando y las luces encendidas.
Quien no ha visto a Juan Perro en directo, aún le queda algo por hacer. Es sin duda uno de esos indispensables, y mucho más sobre el escenario de un teatro.
Martes 24 de mayo de 2011. Teatro Español. Madrid
Toni Zenet presentando su disco Todas las calles (foto de archivo por cortesía del Teatro Español)
Sobre el escenario repasa los temas de Todas las calles. Entre ellos va recuperando algunas otras canciones de su primer disco que hacen las delicias del público. Suenan Estela, Dientes de rata, Un beso de esos, En el mismo lado de la cama y Soñar contigo, único tema de los bises.
Zenet tiene algo especial, un encanto canalla que su voz amplifica porque a la vez es dulce, envolvente, llena de matices, de las que invitan a soñar. La música tiene una base de jazz en la que se sumergen para fusionarse boleros, tangos, sonidos flamencos y universales de aquí y de allá. Escucharle cantar es como viajar por otros espacios, tiempos y recuerdos. Las letras, firmadas por Javier Laguna, hablan de amores y desamores, de lo que fue y de lo que no pudo ser, de lo que empieza y de lo que ya se acabó.
La puesta en escena desborda alegría que el público devuelve con palmas, pasándoselo bien. Sin duda de lo más especial son las improvisaciones y solos que van haciendo cada uno de los músicos. Zenet ofreció otro concierto memorable.