martes, 14 de septiembre de 2010

El humor a pie de calle, la inquietud, el destino...

Los socios de la Plataforma compiten con sus cortos en el Festival


Domingo 12 de septiembre de 2010. Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes. Madrid


Cartel del cortometraje Hueles a fudrón
Cartel del cortometraje Hueles a fudrón
Tocaba competir a los socios de la Plataforma de Nuevos Realizadores (PNR) en su categoría. Ocho cortos que representan a un buen conjunto de los directores PNR en esta 19 edición del FCM-PNR. Cada cual tiene su estilo, su ritmo, su lenguaje. Por eso resulta curioso verlos cuando, antes de que se comience la proyección, Amanda Guadamillas, la presentadora, les va pasando el micrófono para que presenten su trabajo. Respiran hondo para pasar el trago y después llenan su tiempo con unas pocas palabras. Unos recurren a que no pueden hablar mucho más de lo que dura su corto porque es muy breve. Todos dan las gracias. Algunos cuentan lo gratificante que es rodar una historia. Otros destripan sus intenciones diciendo que lo han hecho para que los espectadores pasen un buen rato sin más. Hay quienes aprovechan para anunciar su próxima película. Nos hablan del cariño que han puesto en ello. O envían a las actrices, gracias a lo cual siempre se producen las mejores anécdotas. Así, Denisse Peña, una niña actriz dotada de mucho desparpajo, confesó que a su director no le gusta hablar, así que le había tocado a ella. O Irene Aguilar que se sinceró para que nos hiciéramos una idea del tiempo que había tardado eligiendo el vestido que se había puesto para esta presentación.

Había oído hablar de Jesús Monroy y de su corto Hueles a fudrón. Resulta divertido, y eso que tiene intención. Sin duda está hecho con mucha inteligencia y apoyado sobre buenos diálogos. No huye de las situaciones ridículas, que va incorporando a la propia historia con facilidad. Hueles a fudrón se viste del mismo humor que vive al pie de calle, donde unos y otros vamos buscando como salir hacia delante. La verdad es que esconde mucho más mensaje del que uno sospecha en los primeros minutos.

Al tercer día, de Alberto Rodríguez de la Fuente, es un buen corto en lo técnico que anticipa sin duda los pasos de quien tiene capacidad para realizar un largo. Una historia intimista de ese destino caprichoso que enciende luces y desata lo que pensábamos bien atado, lo que nos lleva a nuevos precipicios a los cuales ya habíamos cerrado la puerta. Además, hermosos paisajes asturianos.

Manuel Pizarro e Isabel Prinz en un fotograma de Al tercer día
Manuel Pizarro e Isabel Prinz en un fotograma de Al tercer día
Eduardo Cardoso ha preparado un corto documental para rendir homenaje a quienes trabajan en esto del cortometraje. En un lugar del cine estructura de manera rápida una visión nostálgica sobre los técnicos que enseñaban y participaban en la Escuela Oficial de Cine, así como de los alumnos de entonces que en sus trabajos de fin de carrera ejemplarizaron el nuevo cine que llegaba. Cariñosa mirada hacia los años 60 y 70.

2 metros cuadrados, de David B. Islas, es un corto inquietante que juega con las angustia y en el que el espectador no sabe dónde se desarrolla. No hay un pasado que lo desentrañe, sólo una frase al final que no deja lugar a dudas.

Todos los trenes van a París, de Carlos Ceacero Ruiz, habla de un París tópico mientras juega con lo que puede ser, no fue o ha sido. Por su parte, Luna Ausina con su La nube inversa, nos planta un alegato ante el sufrimiento de la naturaleza, habla de cuando tengamos que fabricar nubes de oxígeno para combatir la contaminación.

Tres días... ¡pero güenos!, de Tommy Llorens, tira en los monólogos de los protagonistas de humor de calle, de decir lo que deberíamos callar, de naturalidad exagerada. Objetos, de Eliazar Arroyo Fraile, tal vez sea el más extraño de los trabajos proyectados en esta sesión. Concebido como tres historias independientes y cargado de un simbolismo que obliga al espectador a hilar las imágenes que va recibiendo.

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