viernes, 17 de septiembre de 2010

El 19 FCM-PNR cierra con un acto de clausura emotivo

Con triteza, el Festival de la PNR se despidió hasta el próximo año


Jueves 16 de septiembre de 2010. Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes. Madrid


El público preparado para entrar a la ceremonia de clausura
El público preparado para entrar a la ceremonia de clausura
Con la ceremonia de clausura y posterior proyección del largo ganador se cierra esta 19 edición del FCM-PNR organizado por la Plataforma de Nuevos Realizadores (PNR) y que echa el cierre por este año. A las ocho de la tarde, frente a las puertas del Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes, se dieron cita los numerosos invitados, se charlaba amistosamente en los corrillos mientras la organización ultimaba los últimos detalles.

La ceremonia la presentó la actriz Cecilia Solaguren con soltura. El guión resultaba tan emotivo como poético: «Antes de que nos demos cuenta, ya estaremos fuera, a la intemperie. Hasta el año que viene que volverá a levantarse el telón». Ahora que ya no hay telones en los cines, ni acomodadores y que van empezando a desaparecer los viejos proyectores sustituidos por modernos aparatos para proyección digital. El cine cambia, la mitad de las obras presentadas son digitales, así que es hora de que las películas dejen de medirse por su duración o su formato y se las compare sólo por su calidad. El guión de la gala también ofreció espacios para la broma, como contar que Donosti este año ha retrasado la fecha de inauguración y no lo ha hecho por la crisis sino por miedo a competir con esta clausura. Después llegó el repaso a lo vivido estos días: las secciones, salas, mesas redondas, colección de libros que se inauguró este año con el dedicado a Luciano Berritatúa... Y todo para que los autores se encuentren con el público.

Los premios, que iban acompañados de un grabado de la artista asturiana Alicia Jiménez, se sucedieron durante toda la gala con gran dinamismo y se recogieron con emoción, como la de la actriz Irene Aguilar (Todos los trenes van a París) que reconoció que si seguía hablando se iba a poner a llorar o Natalia Mateo (¡Qué divertido!) que le gritó a Teo, su hijo y protagonista, diciendo que el premio era de los dos.

Natalia Mateo, ganadora del segundo premio, recibe el abrazo de Ione Hernández Foto: ©martaescenica
Natalia Mateo, ganadora del segundo premio de cortos, recibe el abrazo de Ione Hernández
Foto: ©martaescenica
En el apartado de agradecimientos, Jesús Monroy, al dar las gracias a la PNR, señaló que lo hacía por ser un festival diferente y necesario. El productor Samuel Martínez (Límites: 1ª persona) explicó que el corto ganador es una experiencia real de su director León Siminiani. Miguel Ángel Jiménez (Ori) dijo que esa misma noche avisaría a los georgianos y que seguro se pondrían muy contentos. Rodrigo Rodero explicó que Andrés Gertrudix (El idioma imposible) había realizado un trabajo muy arriesgado y de mucha valentía.

Cerró la clausura José Fernández, director de la PNR, agradeciendo especialmente al público, que da sentido a esta apuesta, y al trabajo incansable de Elena Medina, directora de este festival. El FCM-PNR se ha ganado un sitio incontestable. Se acordó de las personas que no salen en el catálogo y que son las caras anónimas que hacen que todo funcione, citó a cada cual por su nombre y su ocupación en el festival. También a Luciano Berriatúa, a los asesores, a los jurados y a las dos presentadoras, rostros más reconocibles. El festival es solo un momento, una semana que pasa deprisa, pero que lleva muchísimo trabajo detrás durante todo el año. Contó que hay muchas películas que se quedan en el circuito de los festivales y que no llegan a estrenarse comercialmente, y que, por eso, el dar otra oportunidad para ver esas películas hace que merezca la pena haber incorporado los largometrajes estos dos años al festival. Se despidió con un deseo, el de que sigamos viendo buenas películas.

Se apagó la luz y se proyectaron los cortometrajes ganadores.

Cartel del largometraje Ori
Cartel del largometraje Ori
En la siguiente sesión, como última actividad del Festival, se proyecto Ori, película ganadora. El largometraje habla de muchas soledades y del peso de quienes acaban de salir de una guerra, de sus penurias y del lento recuperar un ritmo perdido, una normalidad o un simple esquema de prioridades diferente al que han venido viviendo. Ori resulta perturbadora, con pocas palabras, cargada de sonidos que aturden. Muestra una naturaleza majestuosa para contar la historia rural. En la ciudad, de ritmo más rápido y tomando como punto de vista el de una pareja que vive en la periferia, también vemos el difícil proceso de adaptación a una vida donde el ruido de las armas ha dejado de ser lo único que se escuchaba. No se llegan a cruzar ambas tramas, pero juntas explican la soledad y el peso de una guerra que debilita a las personas. Narra la búsqueda de los caminos individuales que se emprenden para encontrar un nuevo sentido a la vida que vaya más allá de la supervivencia y saber si esta nueva forma de ganarse sirve para algo porque los recuerdos se agolpan para seguir paralizándolo todo.

Ori es de ese tipo de películas habituales en los circuitos de festivales: dura, reflexiva, lenta y de una mirada difícil a preguntas esenciales que flotan en un ambiente denso.

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