Primera sesión de cortos que compiten en la Sección Oficial
Viernes 10 de septiembre de 2010. Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes. Madrid
Fernando Tielve y Nadia de Santiago en un fotograma de Mi otra mitad
Algunos de los directores, ayudantes y productoras presentaron las obras al inicio de esta primera sesión, un tanto maratoniana, en la que se mostraron diez de los cortometrajes que compiten en la Sección Oficial. Entre tímidos aplausos comenzó el Festival.
Entre lo visto encontré una joya. Se trata del corto de Beatriz Sanchís titulado Mi otra mitad, auténtico cine resumido en 18 minutos. Me gustó por lo que cuenta y por cómo lo narra. Excelente fotografía, buenas interpretaciones que permiten cerrar una historia en toda su profundidad, maravilloso dominio del lenguaje cinematográfico. Por si fuera poco también se ve desparpajo, mucha gracia, un cierto sentido del humor, suena buena música, lanza un cierto mensaje sobre establecer las prioridades de cada uno...
Yanindara es otro buen trabajo con mucha fuerza y sentimientos. Su director Lluis Quilez ha trabajado con gitanos rumanos que no tienen experiencia en el mudo del cine para dar forma a este drama que viaja entre la cruda realidad y lo fantástico de un don. Destaca su buena fotografía.
Cartel del cortometraje Yanindara
Por su parte León Siminiani presenta un corto muy original titulado Límites: 1ª persona, donde se crea toda una teoría para demostrar la existencia del amor a través de cómo se graba un vídeo casero en las vacaciones. Juega con las imágenes, con los planos y con la propia teoría para hablar de lo de siempre, las distintas perspectivas de la pareja sobre aquello que les sucede. Es un corto de filosofía y prismas.
Adiós, muñeca, de Hugo Sanz, presenta buenos trabajos de interpretación de elenco reconocible por el gran público. Es un corto que no se cuenta de forma lineal, sino que desde el presente se va acudiendo al pasado para tramar la historia y para explicarla.
Nacho Vigalondo presentó Marisa, un corto un tanto absurdo que me decepcionó por su contenido pero no así en la estética de la forma. Reloj de arena, de David Turpin García, es una llamada de atención sobre la violencia machista. Los otros tres cortos, Lost (Perdido), de Alberto Dorado, Miedo, de Luis San Román Gomendio, y La piñata de Manuel Arija de la Cuerda juegan un tanto con el espectador, con las ideas preconcebidas que se plantee con los primeros fotogramas y buscan después sorprender con un cambio de enfoque al final.
Estos cortos también compiten al premio del público, por lo que al final los espectadores votan en una papeleta señalando el corto que más les ha gustado. Yo, lo tuve muy claro.
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