Uno de los dictadores más sangrientos de la américa latina murió ayer. No falleció dentro de una prisión pagando los crímenes que acumula a su espalda, pero sin duda le quedará una idea de cómo le tratará la historia, de cómo las nuevas generaciones de chilenos crecerán sabiendo las muertes y el terror con el que acompañó toda su vida. Pinochet no era un pobre viejecito sino un asesino con 300 causas pendientes.
lunes, 11 de diciembre de 2006
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