martes, 5 de diciembre de 2006

Después del concierto de Falete

Cartel de FaleteCarta primera.

Hola, a todos:

acabo de llegar del concierto de Falete y quiero decir que me ha cambiado totalmente. Asumiendo el riesgo de que cada uno de vosotros me tome por loco y me retire la palabra para siempre, decir quiero, como si del aire que respiro surgieran las sensaciones que me llenan y completan, como si ese mismo aire fuera quien yo soy, que ya no queda nada del otro. Respirar ahora carece de sentido cuando la cabeza está llena de sonidos que rebotan en ella para erizar mis sentimientos porque tomar aliento es beberse a uno mismo. Si alguna vez tuve alma seguro que sonó como la vibración de una guitarra que no se apaga, o el clack-clack-clack seco y preciso de una caja, o el compás de unas palmas sobrecogedoras, o el chasquido suplicante que produce sabio silencio tras cortar cualquier vaguedad, o el taconeo perdido y recuperado que resuena primero sobre la tarima y después revolotea dentro de mí haciéndome cosquillas en la garganta cuando ya estoy lejos, o la voz desgarrada que te rompe el corazón para cosértelo en la siguiente frase, o todo un sentimiento que soy incapaz de expresar en palabras porque estas ya nada significan. Tal vez he encontrado mi isla inexistente que tanto busqué, o el punto de no retorno del que no será necesario volver, el definitivo...

Hoy me he sentido gitano y flamenco como hace mucho tiempo que no lo era, como las veces que lo percibí corriendo por mis venas desde una ventana mojada por la lluvia, con añoranza, con tristeza, con lejanía de no poder ser lo que uno quiere ser. Tanto me he sentido que al volver, cruzando Cascorro, me he quedado con un grupo de ellos dando palmas mientras el más joven, Josua, taconeando y frunciendo el gesto nos decía que el calor y el frío están siempre en la punta de los dedos. Todo está en la punta de los dedos con los que tocamos el mundo que quiere escapársenos. Fui un momento uno más, con el mismo ritmo, con los mismos ojos, con la misma sangre, con la misma piel. ¡Ay!, tirititran, tran, tran, tirititran, tran, tran, tirititran, tran, tran...

Siento que os lo hayáis perdido. Otra vez será.

Un beso, saludo, abrazo...

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Falete en directo

Carta respuesta.

Querido Basi:
De retirarte la palabra nada, al contrario: nos tienes que contar qué es eso del «alma», y en concreto cómo sientes tu nueva «alma gitana».
Nos vemos pronto. Feliz puente.
Yo he elegido besos,
Elisabeth


Discos de Falete

Carta contestación.

Hola,

Elisabeth, siempre haces preguntas demasiado difíciles. Si empezamos con lo del alma creo que es la esencia de uno mismo que nos vamos construyendo con los sentimientos que cumplimos y los anhelos que incumplimos. No es tangible porque no es -simplemente-. Se puede nombrarla de muchas maneras, tantas como interpretaciones se nos ocurran en cada una de las conversaciones que tengamos sobre ella -como con cualquier ente vivo ocurre-. Si alguien quiere verla de una manera gráfica que se imagine un cubo -como los que teníamos de pequeños para jugar en la playa- para llenar con todo lo que encontramos -arena, colillas, algas, agua... por seguir con el símil-.

Cuando mezclamos alma con gitano hablamos del «duende». Textualmente dice José Mercé: «Vaya palabra... No sé si existe o no. Supongamos: un día no te sientes bien, piensas en el camerino que hoy darías dinero por no cantar, pero eres un profesional y tienes que hacerlo. Y resulta que ese día que estás mal, sales al escenario y algo que no sabes lo que es te ilumina y haces un concierto "de puta madre"... Quizás eso es el duende. Pero sólo quizás».

Lo gitano, para mí representa lo marginal. El barrio de mi infancia y adolescencia era el cruce entre la zona rancia y la zona prohibida -allí donde se acaba la decencia-, por lo que nuestras calles no dejaban de ser caminos de paso de ida y regreso para la mayoría de los gitanos. Su concepción de la vida no tenía nada que ver con la nuestra; no eran contemplativos, se bebían la vida con ansia, a manos llenas, sin rendir pleitesía, tomando lo que les apetecía simplemente porque creían que eso era lo natural, sintiendo, muriendo jóvenes... En una palabra en ellos veía LIBERTAD.

La libertad es el «duende» y el «duende» lo es todo. Su libertad desenfrenada es gratis, simplemente por ser el valor que anteponen a cualquier otro; porque su precio lo pagan con todo lo demás. Lo importante es sentir el viento en la cara siempre, aunque les azotase con lluvia y les golpease con fuerza, no podrá evitar que miren de frente a la vida para pedirle sus cuentas. En estos tiempos globalizados, nos dice Bush que la nuestra se debe recortar, que es más importante la seguridad y que para que, los que nada tienen, no nos quiten lo que tenemos hace falta defenderse. Que nuestros principios occidentales de justicia, libertad y democracia exigen como moneda la libertad. La verdad es que una gran mayoría de los políticos de los Estados Unidos de Norteamérica confunden los verbos ser y tener.

Sueño que soy un gitano con «duende», que me paso a Bush por el forro de los cojones mientras me «rajo» con toda la fuerza para que mi «quejío» sea perfecto, de esos que dicen los «entendíos» del arte flamenco que no existen. Porque eso, eso es lo único que vale en esta vida.

Un saludo.

        → Basi Vos firma#

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