Chesús Yuste presenta su primera novela La mirada del bosque en la Fiesta del PCE
Sábado 22 de septiembre de 2013. Fiesta del PCE. San Fernando de Henares. Madrid
Chesús Yuste presentando La mirada del bosque. (Foto: Toni Gutiérrez)
Yuste cuenta que en el primer párrafo de su novela ya hay una muerta, la cartera del pueblo. En el segundo, con los vecinos haciendo apuestas sobre a quién detendrán primero, se crea el tono que va a tener. Explica que ha tratado de escribir una novela enigma pero con elementos distintos: sentido del humor, costumbrismo irlandés, erotismo y gastronomía. Una novela muy mediterránea porque los irlandeses son los mediterráneos del norte. Eligió contarla en clave de novela policiaca, pues es el género más entretenido para explicar una sociedad y mandar un mensaje. No olvida que la novela negra es novela social y que la escriben gentes de izquierda. Añade que La mirada del bosque tiene varios niveles de lecturas. El primero es una sencilla novela policiaca. En los siguientes se pueden ir encontrando distintos guiños; unos cinematográficos; otros políticos hacia ese sistema único de bipartidismo entre nacionalistas en el que no se sabe qué partido está más a la derecha del otro y un tercero, éste no nacionalista, que les hace de bisagra; algunos aragoneses que ahora se han convertido en madrileños con la promesa de Eurovegas y ese tipo de proyectos que, en tiempo de crisis, se ponen para engañar a los incautos.
Está ambientada en la Irlanda de 1992 y transcurre en un municipio ficticio que le ha servido al autor para resumir esa esencia irlandesa que se niega a desaparecer ante la modernidad inglesa. Lo sitúa en la costa oeste, en uno de los tres condados del Ulster católico de la República de Irlanda donde se produce la escisión. Ese territorio de la frontera, con su contrabando, en el que transcurre un conflicto armado y donde se está produciendo una guerra sucia, es un personaje más.
Chesús Yuste y Raúl Ariza presentando La mirada del bosque. (Foto: Toni Gutiérrez)
Confiesa el autor que le preocupaba lo que pudieran pensar los irlandeses de ese tipo de Zaragoza que se había puesto a escribir de Irlanda en una novela. Le han dicho que se han reído, les ha gustado y que se han visto identificados. Yuste dice que no hay en la novela una visión idealizada de Irlanda, que en ella no se oculta nada y que aparecen las luces y las sombras, por terribles que éstas sean. En 1992, el conflicto irlandés está vivo y comienza a aparecer la patita del proceso de paz. Algo a lo que Yuste quisiera darle continuidad en próximas novelas hasta llegar al 98.
El título de la novela, ese momento clave para todo autor, se lo puso hacia el final. Buscó proverbios irlandeses que le pudieran servir, pero no terminó valiéndole ninguno, así que se inventó un refrán para la novela y lo escribió en función del título que buscaba.
Para acabar, Yuste leyó unas cuantas páginas del libro que abrieron el apetito del público y le hizo ganar un cariñoso aplauso de despedida.
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