Carpa de Las Trece Rosas durante la presentación del libro Abajo el régimen. (Foto: Toni Gutiérrez)
No cabía nadie más. La carpa que había dedicado el Partido en su Fiesta a las Trece Rosas se había quedado pequeña, llenándose de jóvenes, pero también de gente con algún año más que se muestra fascinada con las nuevas dialécticas. Nega y Pablo Iglesias bien podían ser las nuevas estrellas mediáticas de la izquierda. La editorial Icaria les ha sentado para escribir un libro a dos manos:
Abajo el régimen, que ahora presentan. Al Nega le gustan los escenarios como lugar desde el que establecer un diálogo con su público. Confiesa, sin embargo, que le disgusta este tipo de presentaciones porque parece que tiene la obligación de animar a comprar el libro a quienes vienen. «Sería mejor robarlo», dice. Pablo Iglesias disfruta peleando. Lo suyo es crear polémica, ofreciendo el matiz que haga girar la conversación. En el libro, ninguno de los dos ha ido a buscar el lugar de encuentro de sus ideas, sino el que les separa.
Iglesias y Nega van contando sus anécdotas para que veamos de dónde surge su amistad y de qué forma se forjó. Que son buenos amigos es indiscutible. Que les va la marcha, discutir y provocar, también. Que van a seguir siendo amigos, seguro. Explican que hay una especie de corriente que les une, pues su repercusión mediática ha ido creciendo en paralelo.
Comenta Jefferson Cárdenas, responsable de Relaciones Internacionales de la UJCE y moderador de la presentación, que el libro habla del «Poder», y lo hace en un momento en el que los movimientos de izquierda vuelven a avanzar después de muchos años de retroceso, justo cuando es necesario plantearse cómo nos organizamos para que las fuerzas populares –estudiantes, obreros y campesinos- hagan caer al régimen y tomen el poder. Si queremos tener una oportunidad en este mundo articulado por los bloques imperialistas, debemos saber qué es el poder, quién lo ejerce y qué objetivo tiene.
El Nega explica el proceso creativo del libro que estableció la editorial Icaria y que sirvió para escribirlo en tres o cuatro días. Les sentó a los dos en un parque, les dieron unos cuantos temas (15-M, procesos de Latinoamérica, la URSS, Santiago Alba Rico…) y les dejaron hablar de ellos durante cinco horas mientras lo grababan todo en vídeo. Después lo transcribieron todo y se lo dieron para corregir. Así, con la base de aquellas conversaciones, se gestó el libro rápidamente.
Pablo Iglesias, el Nega y Jefferson Cárdenas. (Foto: Toni Gutiérrez)
Dice Pablo Iglesias que la izquierda siempre ha tenido el problema de que somos gente muy educada, demasiado correcta y muy poco malvados. Rechazamos hablar en los mismos platós que utiliza la derecha para crear su imaginario, esa corriente de opinión que les conviene sobre cada uno de los asuntos, porque no queremos rebajarnos a su altura y así perdemos la oportunidad de explicar el conflicto en la esfera pública. El poder tiene que ver con la ideología, con lo que nos enseñan a pensar desde esos lugares o sino como vamos a explicar que los obreros voten a la derecha. Es necesario no rehuir el combate dialéctico en los medios, esa es la forma de que la gente pueda pensar de otra manera. Iglesias afirma que una hora al día en Canal Sur vale mucho más que una consejería o una vicepresidencia. Los medios son determinantes para entender lo que se vota.
La segunda parte de la presentación se abrió al público, a que cada cual hiciese sus preguntas, y cuanto más cabronas, mejor.
De lo sindicatos mayoritarios, Nega responde que no va a ser él quien los defienda, que ve en ellos mucha gente acomodada, pero que está harto de que se les critique sin ofrecer nada. Lo que hay es que proponer y competir. El sindicalismo es una buena herramienta que no falla, lo que fallan son las personas. Iglesias tampoco va a defender a los sindicatos, así que habla del síndrome de estar buscando siempre al traidor que tiene la izquierda radical y de que ese síndrome nos sirve para decir que perdimos porque llegó el malvado dirigente que nos engañó a todos. Pero no es así, los dirigentes de los sindicatos son la expresión de sus bases que les eligen. El mal momento que viven tiene que ver con la transformación que experimenta el mundo donde las estructuras sociales y políticas han cambiado. A partir de los años sesenta, el neoliberalismo creó un movimiento que ataca a la clase trabajadora y que ha debilitado el poder sindical. Las recetas que funcionaron en otro tiempo, ya no sirven ahora. Se necesita otras formas de sindicalismo y reconocer que nos van ganando en esta guerra. Los sindicatos, en este momento, son una barrera de control contra los recortes.
Iglesias habla de la dificultad de que aquí surja «una cosa» de la nada que agrupe a la izquierda y que arrase en las elecciones. Explica que fue posible en Venezuela, en Ecuador y en Bolivia. Pero aquí los estados son más fuertes y tienen sus instrumentos. Pronostica que si ganásemos, en tres meses nos habrían desalojado. Habla de Cayo Lara, de su frase diciendo que la Syriza española ya existe y es IU, y añade un matiz: «Es IU, con más cosas, no con más siglas». Explica que es un espíritu que nos debe conectar y que podíamos empezar con la decencia como elemento aglutinador. Por decencia debemos enfrentarnos al sistema carcomido. Tenemos que construir una serie de símbolos y una alternativa de cambio porque ahora sí el momento para convertir la izquierda en el pueblo. Debemos apoyarnos en el lenguaje de la indignación.
Carpa de Las Trece Rosas durante la presentación del libro Abajo el régimen. (Foto: Toni Gutiérrez)
Ante la disyuntiva lucha armada sí, lucha armada no, Nega responde lucha armada, por supuesto. Cualquier método que funcione, vale. Pero otra cosa es el martirio. En España, con las condiciones subjetivas, es un suicidio. Iglesias subraya que no se trata de una cuestión moral ni de un debate teórico; es más bien un tema de números, de cuántas divisiones se tienen, porque los mártires, los que se autoinmolan, no le interesan. No podemos permitirnos perder con nuestras ideas. Ser revolucionario no es ponerlo en los documentos. Ser revolucionario se concreta en la práctica. Los enemigos no lo son por tener una teoría, son la realidad.
Iglesias regresa al tema que le obsesiona, los medios. «Los programas de televisión son circos». Pero hay dos opciones. La primera es decir no voy a rebajarme a participar en ellos. La segunda consiste en asumir que en esos programas se forma la opinión de las mayorías y que debes traducir tu mensaje para que llegue a ellas.
Nega y Pablo Iglesias, forman parten de las nuevas voces de la izquierda que no rehúye el enfrentamiento dialéctico con nadie y que controlan con la misma soltura las nuevas tecnologías y los espacios tradicionales.